KARL MARX.
PÁGINAS MALDITAS.
SOBRE LA CUESTIÓN JUDÍA Y OTROS TEXTOS
(Libro adjunto en PDF)
"Es
 fácil entender por qué las páginas escritas por Marx, que se publican 
en la presente selección, fueron y todavía son “malditas”: no coinciden 
en absoluto con la imagen del Marx que se construyó oficialmente.
El
 Marx políticamente correcto, demócrata, reformista... y hasta 
leninista, que el marxismo oficial construyó durante un siglo y medio, 
no resiste en absoluto frente a esta crítica radical de los valores que 
las universidades y organizaciones reformistas transmiten acerca de él.
Como
 verá el lector en “Sobre la cuestión judía”1 y las otras “páginas 
malditas” que se publican en esta selección, Marx no se muestra 
partidario del progreso demócrata burgués en general, ni de los derechos
 democráticos en sí, ni tampoco del trabajo y el esfuerzo productivo 
como sostienen todos sus epígonos. Tampoco proclama como objetivo del 
ser humano el trabajo, ni el desarrollo de la economía nacional. Es más,
 ni siquiera considera que el mundo pueda cambiarse desde la política, 
desde el Estado.
Todo
 esto es más que suficiente para que todas estas páginas, que publicamos
 en esta selección y que critican el trabajo, la economía, la 
democracia, la revolución política... hayan sido “olvidadas”, negadas, 
ocultadas, descalificadas como pecados de juventud, por todos los 
partidos oficiales y semioficiales que se presentaron desde siempre como
 sus continuadores.
Al
 respecto merece la pena destacar que ello acontece con la familia 
socialdemócrata en toda su extensión: “socialistas”, “comunistas”, 
leninistas, maoístas, castristas, guevaristas... [chavistas, 
"socialistas del siglo XXI"], así como con su vertiente universitaria y 
de marxistas-leninistas, formadores de cuadros, como el althuserianismo,
 el harneckerismo... [y como los "marxólogos".] De más está decir que 
también esa visión de Marx construida por sus “epÍgonos” ha servido 
desde la otra cara de la socialdemocracia, la “anarquista” o en general 
la “libertaria” y “demócrata”, para su construcción del mito de Marx 
“socialista autoritario”, “estatista” y hasta “precursor del leninismo y
 el estalinismo”. 
[...]
El
 programa de la revolución social, el programa comunista, no es para 
Marx un conjunto de ideas a aplicar, sino, por el contrario, el 
movimiento social mismo del proletariado constituyéndose en fuerza y 
cuestionando el orden social capitalista vigente. Las expresiones 
teóricas, debidas a Marx, como las que aquí subrayamos, son a su vez un 
aspecto esencial de la afirmación social de ese movimiento práctico. Por
 lo mismo, su ocultamiento no es sólo una cuestión teórica.
Lo
 que interesa entonces no son esas expresiones como producto del 
“individuo” Marx, sino como expresiones del proletariado constituyéndose
 en fuerza, en contraposición con todo el orden social capitalista. 
Sería más correcto todavía decir que no es Marx el que escribe sobre el 
movimiento práctico, sino por el contrario, que es el movimiento en su 
desarrollo práctico el que lo formula a través de Marx. En ese sentido, y
 más allá de tal o tal límite o concesión hecha en tal momento de su 
vida a sus propios enemigos (la socialdemocracia), toda la obra de Marx 
es una contraposición brutal con todo lo que se llama marxismo.
[...]
Los
 materiales publicados en esta selección contienen los elementos 
esenciales de la crítica radical a toda la sociedad burguesa. Nosotros 
queremos subrayar algunos, pero no pretendemos que sean los únicos, ni 
nos animamos a afirmar que son los “más esenciales”. Al contrario, por 
ser expresiones de un proceso incipiente de afirmación programática [del
 programa comunista], son materiales inacabados, contradictorios, 
borradores, demasiado ricos para que con tanta distancia en el tiempo 
alguien pueda atribuirse el derecho a decir qué es lo importante y qué 
no (como sistemáticamente hicieron los herederos oficiales de Marx). Por
 lo que instamos al lector a leerlos y releerlos, a empezar de nuevo, a 
cuestionarlos, a contrastarlos con su práctica y con la actualidad, a 
resumirlos y subrayarlos.
Es
 normal que en una primera lectura tanto los textos como esos borradores
 parezcan raros, difíciles, viejos, desactualizados, que a veces no se 
entienda lo que quiso decir el autor. ¡Todos los mecanismos ideológicos 
del capitalismo actual funcionan para presentarnos eso como 
ininteligible! Todo eso está fuera de moda y de los hábitos actuales que
 hacen que el lenguaje mismo en que se expresa la crítica del mundo 
actual parezca mucho más complicado que la apología que hacen los medios
 de fabricación de la opinión pública [los "mass media" -públicos y 
privados- y la academia].
Y
 sin embargo, ¡es tan fácil de entender que el trabajo es esclavitud, 
que la economía nacional está en contraposición con el ser humano, que 
el Estado es siempre opresor!" (Extractos de la Presentación del Editor.)
***
Más claro, imposible.
Por
 nuestra parte, sólo agregaremos que la actual situación mundial 
confirma en la práctica la vigencia de la teoría de la crisis del 
capitalismo (superproducción, desempleo, subconsumo, desvalorización, 
caída de la tasa de ganancia, aumento de la explotación, intervención 
del estado...) y de la lucha de clases de Marx. Tanto lo uno como lo 
otro hoy son hechos evidentes, incontestables e inseparables, puesto que
 "la lucha de clases es el motor de la historia", en este caso el motor 
de la crisis del capitalismo, la que a su vez desnuda el carácter 
estructuralmente contradictorio, catastrófico, asesino e histórico o 
transitorio del mismo, de su progreso y su democracia. Es decir, esta 
sociedad de explotación, opresión, alienación, espectáculo y muerte no 
es eterna, pero en cambio tampoco morirá de muerte natural, sino a manos
 de su único sepulturero histórico y mundial: el proletariado, el cual 
hoy reemerge como tal en las luchas y revueltas proletarias en todas 
partes. 
Revueltas
 que, en lugar de apagarse (como quisieran los burgueses y los 
bomberos-socialdemócratas), son como un fuego vivo que comienza a dejar 
atrás décadas de contrarrevolución y que, probablemente -de aquí a largo
 plazo-, no se extinguirá sino hasta dejar a la bestia capitalista 
reducida a cenizas para entonces construir y vivir la comunidad humana 
real y mundial: el comunismo, la anarquía. Como dicen unos compañeros: 
la sociedad futura existe -o, al menos, se prefigura- en actos en las 
luchas y revueltas proletarias del presente.
Dadas
 la magnitud y la gravedad de la catástrofe capitalista en la actualidad
 -cuyas aristas más visibles son la catástrofe económico-política y la 
catástrofe ecológica-, la revolución comunista hoy no es una utopía 
-nunca lo fue-, sino una cuestión de vida o muerte para la humanidad y 
el planeta. Más que "socialismo o barbarie", el dilema inexorable de hoy
 en día sería, como dicen otros compañeros: "revolución proletaria 
mundial o catástrofe; destrucción del Capital, el Estado y toda sociedad
 de clases o perecer"; comunismo -como plan de vida para toda(s) la(s) 
especie(s)- o suicidio planetario... 
Mientras,
 en esta hacienda neocolonial del capitalismo histórico-mundial llamada 
ecuador, absolutamente todas las acciones, planes, políticas, proyectos,
 leyes, códigos, discursos, declaraciones de cualquier índole 
(laborales, salariales, económicas, políticas, legales, ambientales, 
educativas, ideológicas, morales, etc.) del actual gobierno, también le 
dan la razón a Marx cuando afirmaba que una contrarrevolución consiste 
básicamente en "la reacción del Estado contra la sociedad" para 
conservar o mantener su poder y, por implicación, en que éste se 
"modernice", se blinde y se defienda sólo a sí mismo a fin de 
evitar, con "zanahoria y garrote" así como "pan y circo" 
"revolucionarios" (?!), que el proletariado luche y se autoemancipe del 
yugo capitalista y estatal, logrando así manipularlo, dominarlo y 
anularlo como sujeto revolucionario. Precisamente esto, y administrar 
tecnocrática y policialmente la crisis y reestructuración del 
Capital-Estado, es lo que ha hecho y hace el gobierno de la 
Contrarrevolución Ciudadana, sin duda el más capitalista y 
contrarrevolucionario de la historia de este país. Enemigo en primera 
fila del proletariado que (sobre)vive y –a veces- lucha aquí. 
De
 manera que, tanto aquí como en todas partes, la revolución no será 
"ciudadana" sino proletaria. No será política (ni económica) o parcial, 
sino social o total. No será para "dignificar" el trabajo asalariado, 
sino para abolir esta forma moderna de la esclavitud. No será con o 
desde el Estado, sino contra el Estado (la dictadura revolucionaria del 
proletariado será social, antiestatal, mundial y autoabolicional). No 
será nacional, sino internacional o mundial ("el proletariado no tiene 
patria", "¡proletarios de todos los países: uníos!"). No será para 
“igualar las clases sociales”, sino para abolirlas (empezando por la 
autosupresión revolucionaria del proletariado como clase para entonces 
devenir comunidad humana real). No será para que unos hombres vuelvan a 
explotar y dominar a otros ni a la naturaleza, sino para la 
reunificación y reconciliación de la humanidad consigo misma y con la 
naturaleza. 
Y
 a cualquier estrategia contrarrevolucionaria de la dictadura 
democrática y progresista del capital (como la del "socialismo del buen 
vivir" por estas tierras), los proletarios habremos de oponerle la 
acción directa y autónoma por nuestros intereses y reivindicaciones de 
clase; por imponer las necesidades humanas -y de la naturaleza- sobre 
las necesidades de la economía (administración de la escasez y la 
muerte); por la reapropiación, defensa y disfrute comunitarios de la 
vida y de todas las condiciones que la hacen posible; por una vida sin 
explotación ni dominación, sin capital ni estado, sin dinero ni 
cárceles, sin clases ni patrias, sin religiones ni ideologías, sin 
guerras ni desastres; por una comunidad humana-natural real. Es decir, 
la lucha por el comunismo y la anarquía, aquí y en todas partes, 
mundialmente. 
Insistimos:
 dado que el capitalismo se ha vuelto cada más incompatible con la vida,
 cada vez más catastrófico y mortal, todo esto no es una utopía, sino 
una lucha de clase por las necesidades vitales que, con el tiempo, se 
asumirá como lucha revolucionaria y será una cuestión de vida o muerte: 
revolución social y mundial comunista o perecer. 
Aunque
 hoy estemos a contracorriente y seamos "malditos" (como lo fue Marx y 
todos los revolucionarios en su tiempo), la agudización de la catástrofe
 capitalista -incluida una tercera guerra o masacre mundial- y la lucha 
de clases –“guerra civil más o menos oculta”- real se encargarán de 
demostrar estas tesis. Es cuestión de tiempo. Al buen decir de Marx: 
"todo lo sólido se desvanece en el aire"... Y entonces, que los 
burgueses y los socialdemócratas de todo pelaje y color tiemblen de 
miedo ante "el fantasma del comunismo", el cual -como también lo dejó 
claro Marx- no es una ideal ni una utopía, sino el movimiento real de 
negación y supresión del orden social capitalista. Movimiento histórico y
 mundial del proletariado que, a pesar de sus contradicciones y 
debilidades actuales, hoy goza de vitalidad y perspectiva, ya que ha 
"regresado" para quedarse... El comunismo, y sus militantes históricos 
como Marx, están vivos. Y seguirán siendo vigentes, invariantes, 
intransigentes y beligerantes hasta que el capitalismo no sea destruido y
 superado por la revolución proletaria mundial. 
¡Contra el Trabajo, el Progreso, la Patria, el Estado y la Democracia!
¡Contra Toda Forma de Capitalismo y de Socialdemocracia!
¡Por la Recuperación de Nuestra Memoria y Nuestro Programa Históricos:
a "volver a Marx" y a empuñarlo como una Arma Contra el Capital, 
sus Defensores y sus Falsos Críticos!
¡Por la Guerra de Clases!
¡Por la Revolución Proletaria Mundial!
¡Por el Comunismo y la Anarquía!