Este trabajo vio la luz por primera vez en la primavera del 2003 cristiano bajo el nombre de “El sendero aborigen”. Se sacó originariamente en fotocopias, es decir, en formato fanzine. Su difusión hasta el momento ha sido bastante artesana (boca a boca, fotocopia de los originales, charlas, venta en bares y “distribuidoras alternativas”, etc....).
Durante este tiempo han sido muchas las personas que me han animado a sacarlo en un formato más inteligible y atractivo (el reducido formato original tenía una letra muy pequeña, comencé vendiendo fotocopias sujetas por un clip, la maquetación se realizó a base de tijeras y pegamento, etc....). Pues bien, aquí lo tenéis. He doblado la rodilla. Me
como mis palabras y he hecho un libro.
[Ndr. Lo rescatamos en este 2019 para su difusión necesaria y como aporte a los diversos debates que nos rodean]
Como hemos comprobando hasta ahora, muchos miles de años antes ya existía
una cultura mucho más avanzada y universal que la helénica y que además no
necesitaba de esclavos ni de guerreros para mantenerse. La mitología Griega está
elaborada con retales de saberes y creencias muchos miles de años anteriores a la
elaboración de esos famosos mitos. Estos saberes y creencias (de los cuales
hablaremos más adelante) tienen su origen, como poco a poco se irá
descubriendo, en los pueblos aborígenes europeos. Más tarde, los griegos y otras
culturas guerreras readaptaron la milenaria cosmovisión indígena y distorsionaron
su contenido (pues su conocimiento les llego fragmentado), simbolizando
metafóricamente en sus mitos el triunfo de la revolución patriarcal sobre las
condiciones de vida anteriores, en las que la mujer tenía un protagonismo social
que en modo alguno se corresponde con lo que nos quieren
una cultura mucho más avanzada y universal que la helénica y que además no
necesitaba de esclavos ni de guerreros para mantenerse. La mitología Griega está
elaborada con retales de saberes y creencias muchos miles de años anteriores a la
elaboración de esos famosos mitos. Estos saberes y creencias (de los cuales
hablaremos más adelante) tienen su origen, como poco a poco se irá
descubriendo, en los pueblos aborígenes europeos. Más tarde, los griegos y otras
culturas guerreras readaptaron la milenaria cosmovisión indígena y distorsionaron
su contenido (pues su conocimiento les llego fragmentado), simbolizando
metafóricamente en sus mitos el triunfo de la revolución patriarcal sobre las
condiciones de vida anteriores, en las que la mujer tenía un protagonismo social
que en modo alguno se corresponde con lo que nos quieren
hacer creer los libros de historia.
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