“Instruiros, porque necesitamos de toda vuestra inteligencia.
Agitad, porque necesitamos de todo vuestro entusiasmo.
Organizaos, porque necesitamos de toda vuestra fuerza”
(A.    Gramsci: L’Ordine Nuovo)

 

CONTRA LA ALIENACIÓN, CONCIENCIA DE CLASE.  
…“Nos mean encima, dicen que llueve… y muchos se lo creen”.
… “No hay mayor idiota que un obrero de derechas”…

Estos mensajes, que nos transmiten algunas paredes, reflejan con claridad el significado del concepto de alienación: un trastorno de la conciencia que lleva a contradecir lo que pensamos con lo que debía esperarse de nuestra condición social. La alienación puede afectar a cualquier persona individual, pero también extenderse a colectivos enteros, y nos permite explicar, en buena medida, la relativa pasividad con que el conjunto de los trabajadores hemos respondido a la pérdida constante de nuestros derechos, a lo largo de la grave crisis económica del capitalismo que venimos padeciendo en este país.
Por su importancia, intentamos contribuir con este análisis a la recuperación de la conciencia de nuestra clase.

¿Dónde estamos y como se ha llegado hasta aquí?
Con el estrangulamiento y entrada en recesión de la economía española, el necio sueño neoliberal de prosperidad y paraíso de las oportunidades individuales, tan cacareado por el Partido Popular), se ha convertido en  pesadilla para millones de trabajadores y sus familias. Antes se había esfumado el cuento de los socialistas  de un estado del bienestar cuya sola mención actualmente resulta un sarcasmo y que, tras los infinitos recortes  de derechos y prestaciones sociales, se  ha transmutado en pura beneficencia. En este punto corresponde subrayar la responsabilidad compartida, matices al margen, de los dos grandes partidos gobernantes, pero también de los sindicatos y de los demás partidos parlamentarios, y el apoyo más o menos convencido de grandes sectores de la población, como señalábamos al comienzo. 

Desde los Pactos de la Moncloa y la entrada de España en la CEE,  a través de los sucesivos Gobiernos, de González a Rajoy, PSOE  y PP  se han comportado como un partido único, subordinando su política, a los intereses y directrices de la banca internacional, representada por FMI y el BCE,

-    accediendo a desmantelar todo nuestro tejido productivo (sector naval, siderurgia,  minería, sector pesquero…) con ridículas subvenciones al propio desguace, y limitando, con el mismo procedimiento, los cupos de producción agrícola y ganadera (cereales, leche, vino, aceite, cabaña ganadera….) hasta hacerlos deficitarios en la actualidad (en algunos de estos sectores) .

-    asumiendo una deuda creciente, tanto el Estado, en forma de deuda pública soberana, como la banca privada española, a favor de los organismos europeos y de países como Alemania o Francia (especialmente grande por los gastos en alta velocidad, tecnología militar y armamento), blindando además el pago de dicha deuda y sus intereses al introducirlo como un precepto más de la  sacrosanta Constitución (se ha hecho en plena crisis y de forma  casi clandestina durante el último mandato de Zapatero ). No bastando con eso, Rajoy ha avalado con el fondo estatal de pensiones el rescate a la banca privada española(los 65000 millones del aval, suponen un 95% de dicho fondo)Todo ello, sin otro margen al relanzamiento económico que financiar las  inversiones en el sector más especulativo de la economía, la construcción.
 
Con cargo a esa deuda y partiendo de la especulación del suelo,  se llevaron a cabo grandes obras públicas contrarias a cualquier sentido social, como la red del AVE,  mientras se desmantelaba en gran parte la red ferroviaria de medio y corto recorrido y de mercancías (….los trabajadores que usen  su coche y gasten gasolina, y con la misma volcaron las mercancías también a la carretera….), las nuevas autopistas de peaje, como las radiales de Madrid y la de Albacete; cuando no gastos cuantiosos en  proyectos estériles (aeropuertos de Castellón y Ciudad Real, circuito de F-1 de Valencia, el superpuerto de Gijón), multitud de Auditorios y pabellones de mantenimiento insostenible, y, antes, los despilfarros en las expo de Sevilla y Zaragoza… pudiendo así enriquecerse las grandes constructoras, y llevarse, legal y democráticamente, jugosas comisiones los diversos políticos a todos los  niveles de la Administración. Y sin salirse del mismo filón, se desarrolló la llamada burbuja inmobiliaria:
 
Bancos y Cajas de Ahorros se lanzaron a esa carrera vertiginosa, financiando la construcción de viviendas, por un lado y arrastrando a grandes sectores de la población a secundar esta fiebre del ladrillo. Millones de familias se convirtieron  así en rehenes de esta política, suscribiendo créditos a largos plazos y consintiendo la sobrevaloraciòn de “sus viviendas”. Mientras se hinchó de forma inflacionista dicha burbuja, corría el dinero, dando una falsa impresión de prosperidad económica... (…”crecemos a un ritmo superior a la media europea”, presumían los gobernantes…). El ingreso en nuestro país de 3 millones de inmigrantes, aun en condiciones de  gran sobre explotación, contribuía a disfrazar a nuestros ojos la crisis subyacente, pues, paradójicamente, seguía siendo constante la destrucción de puestos de trabajo industriales, en proporciones similares a los que se creaban con la burbuja ( coexistiendo  así el desempleo, con los eventuales y cada vez peor pagados puestos de nueva creación que iban ocupándolos inmigrantes) .
 
El crecimiento de la economía  financiera  a expensas del sector terciario, los servicios, facilitó, aún más, la invitación al consumo y ahí, de nuevo las entidades de crédito tomaron a la población como objeto de su negocio, llevando la locura consumista  a limites increíbles (ya  no basta con los pisos… ahora.. nuevo coche… muebles… bodas y bautizos… viajes….). Muchas personas, a pesar de  que su puesto de trabajo estaba amenazado y sus  salarios y derechos laborales caían en constante regresión, tras haber hipotecado su vida, su conciencia y dignidad, necesitaban estúpidamente seguir creyendo en el engaño y siguieron comportándose como clase media , mediante el mantenimiento de altos niveles de consumo a  crédito, hasta el último día…

… Hasta que estalló la burbuja… y  de la noche a la mañana se han visto en la calle, frecuentando los bancos de alimentos y la comida de los contenedores. Y pueden comprobar  ahora que su mirar para otro lado ante la cara más sucia del sistema, no ha impedido que sus condiciones laborales y de vida hayan caído  hasta igualarse a los niveles de esclavitud  con que se trajo a los inmigrantes, y aún con un  dramático añadido, ya que, mientras Rajoy rescató el pufo de la banca, (ante el silencio de toda la oposición) con el aval del Fondo Estatal de Pensiones, las deudas contraídas por la población con las entidades bancarias siguen intactas e intocables. Muchos pensionistas y funcionarios  tampoco se quedaron atrás, y dejaron sus escasos ahorros en el timo de las inversiones preferentes. Además, ambos colectivos han visto reducido su poder adquisitivo, viéndose los funcionarios obligados  a trabajar más y cobrar menos. En sanidad y educación los recortes son brutales (antes ya se dieron en Correos,  transporte público, etc..)
La reflexión obligada para los trabajadores  supone ahora comenzar a despojarnos de cuantas ideas han venido perjudicando nuestros intereses como clase explotada, empezando por dejar de creernos el discurso de los opresores que nos transmiten diariamente a través de los medios de intoxicación,  desde donde nos  repiten machaconamente cada día lo que les interesa que pensemos, lo que debe preocuparnos y hasta cómo entretener los escasos tiempos de ocio; esto es especialmente visible con la televisión, que ocupa el papel de adoctrinamiento que tuvo la Iglesia en épocas pasadas, (de tal forma que sus distintos expertos, politólogos, tertulianos, comunicadores… son los curas sin sotana de la actualidad,  recibiendo buenos sueldos por su trabajo, mientras los conductores de magazines de entretenimiento nos  abruman metiendo en nuestra casa las chorradas que hacen los famosos de turno, o nos cuentan toda clase de desgracias para que  veamos que siempre hay alguien que está peor que cualquiera de nosotros).
 

Algunos ejemplos de manipulación ideológica:  
-    Con verdades a medias, se introduce la idea de la desaparición de la clase obrera y por tanto de la lucha de clases. (Es cierto que, sin grandes fabricas y cada vez menos obreros industriales, ya no se pueden juntar en un mismo espacio y tiempo grandes contingentes de trabajadores, como pasaba hasta hace 30 o 40 años. Hoy estamos más dispersos, y muchas veces aislados en compartimentos estancos, debido a las nuevas relaciones laborales. Pero estos cambios no han hecho sino facilitar un aumento de las condiciones de explotación y el grandísimo número de parados vive su drama como una muchedumbre de sombras individuales que deambulan cada una a su aire y compitiendo  entre sí cuando se juntan en busca de algún empleo, como los jornaleros de siglos pasados).
Así que “… ya no hay clase obrera…”, pero la explotación que sufrimos es comparable a la de hace 100 años; lo de la moderna clase media de nuestro país ya sabemos dónde y cómo está ahora.
 
-    Nos han contado los expertos económicos que cuantos más beneficios para los empresarios mejor para toda  la sociedad, pues eso es sinónimo de más trabajo y blablablá. Pero hemos podido comprobar lo contrario, es decir  una evolución contrapuesta entre la renta salarial y el beneficio empresarial, pues los suculentos  balances de beneficios de los más ricos se han acompañado del aumento del desempleo y del empobrecimiento cada vez mayor de los trabajadores.
 
-    La supuesta desaparición de la lucha de clases, anunciada por los politólogos, no significa que vivamos en una Arcadia feliz, donde reinan la justicia, la solidaridad  y el respeto a los ciudadanos, sino todo lo contrario: ellos sí practican esa lucha, pero en una sola dirección, negando nuestro derecho a resistirla, y utilizan sin ningún escrúpulo toda la violencia que les parezca necesario para imponerse.
 
Por otra parte, el conjunto de los políticos presuponen que no existe otra forma de democracia que delegar en ellos su ejercicio, mientras establecen las reglas de juego y las leyes que más les convienen, siempre sumisas a la clase explotadora dominante, y la defensa de los derechos laborales no puede salirse de la linde que garantizan sus serviciales sindicatos, hasta el punto de que la propia huelga, encorsetada en sus normas, y aislados unos conflictos de otros, apenas surte efectos… salvo casos excepcionales, en que se saltan esos límites, como pasó con el transporte en Madrid o en el último conflicto minero (en donde  se sumaba la tradición de lucha en el sector con su negro futuro…)
 
En todo caso, la más mínima transgresión del orden individual o colectivo es duramente reprimida por la policía, condenada por los tribunales y castigada con las cárceles, tratando siempre de ejemplarizar con la represión (por ejemplo, con los ecos apagados de la lucha y a expensas de que vuelva, más de 100 mineros se enfrentan ahora a multas judiciales y penas de cárcel por los últimos conflictos, al igual que pasa con los jornaleros andaluces que “expropiaron simbólicamente” comida en los hipermercados ) mientras el embudo de la justicia es siempre ancho para ellos, como  lo demuestran el garantismo y la lentitud de los procesos a los ladrones de cuello blanco.
 
Comprender todo esto, es condición indispensable para recuperar la conciencia de ser explotados, y, a partir de ahí, despertar una ideología y práctica emancipadoras, frente a  un sistema corrompido e irreformable y en donde valores como la solidaridad cobren de nuevo sentido y dejen de estar prostituidos por los mismos que nos oprimen  .
 
Y no vale, compañero con levantar la bandera de la indignación, y de seguido, transitar de plaza en plaza como pollos sin cabeza o lo que es peor, resucitando caducas ideas folklórico-pacifistas, (…. como meterles el dedo en la boca a los antidisturbios, diciéndoles que no den palos y otras ingenuidades por el estilo… ), con  las que han pretendido sorprender el llamado 15M o las  distintas mareas de los funcionarios .Hay que luchar, no faltaba más, pero, aprendiendo en  ella,  contra quién cómo luchamos , lo que queremos y qué estamos dispuestos a exponer para conseguirlo.
 
Acabamos este primer análisis con otro mensaje libre de sus intoxicaciones:
… “ellos dicen mierda, nosotros amén, amén…a menudo llueve…”         

(Continuará)
 

Por el combate en el ámbito laboral

SOLIDARIOS DE LA SANIDAD PÚBLICA

De la memoria reciente de la lucha de clases

Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com

















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