Sobre la falta de rigor analítico en nuestros medios

                  “Me dirijo, en esta forma, a las individualidades colectivas,
                  tanto como a las colectividades individuales y a los que,
                  entre unas y otras, yacen marchando al son de las fronteras o,
                  simplemente, marcan el paso inmóvil en el borde del mundo.”
                  César Vallejo, Poemas en prosa. Conscientes de la necesidad de
                  una transformación radical del actual sistema económico, y
                  conscientes de que tal transformación implica un choque
                  frontal con los intereses del mercado internacional, con los
                  intereses de las oligarquías de cada Estado-Nación, y contra
                  la integración cada vez más acentuada del proletariado,
                  consideramos de suma importancia la puesta a punto y
                  desarrollo de la capacidad analítico-científica, artística y
                  revolucionaria, y su articulación en un movimiento con unas
                  capacidades defensivas superiores a la maquinaria de guerra
                  que posee el Capital. Para tales fines es necesario evitar
                  tanto el exceso de culturalismo proveniente de capas de la
                  sociedad que vinculadas a movimientos alternativos mantienen
                  aún una cultura burguesa bajo la máscara del nihilismo o
                  revolucionarismo, como el exceso de anti-intelectualismo
                  proveniente de egos minusválidos que tratan de encubrir su
                  minusvalía bajo la máscara de una ideología de la acción.
                  Ambas posiciones sólo conducen al bloqueo y liquidación de
                  cualquier posibilidad de una auténtica acción dirigida a la
                  construcción de los elementos necesarios para provocar el
                  cambio social; tan sólo tienden a reproducir la última moda en
                  anti-moda y la miseria cotidiana de lo mismo que
                  pretendidamente se trata de transformar, esto es, las formas
                  actuales de dominación. Tales excesos y desviaciones burguesas
                  hacen que se desatienda el trabajo de la verdadera cultura
                  proletaria, que parte del trabajo explotado y ha de tender a
                  la revolución comunista. El resto son pamplinas. Para los
                  proletarios, cualquier tipo de formación que no vaya
                  encaminada a fortalecer y desarrollar la lucha de clases, es
                  un desvío hacia el individualismo burgués. Estamos hasta los
                  cojones de hijos de concejales corruptos o hijos de
                  empresarios que viven “alternativamente” y montan sus negocios
                  de “comercio justo”, o que se convierten en pequeños
                  productores hortelanos de cultivo “ecológico”, para luego
                  lanzar lo que producen al mercado –todo ello, claro está, con
                  el colchón auxiliar del nido familiar o alguna sabrosa
                  subvención estatal; así es fácil-. Para los proletarios
                  salvajes no hay comercio justo, sino justo el comercio que
                  queremos destruir porque nos explota, bajo la forma que sea.
                  Lo mismo nos da que nos estafen en un bar de pijos que en otro
                  que tenga una foto del Che en la pared. También estamos hasta
                  las narices de gilipollas que tienen que hacerse 10.000 u
                  8.000 kilómetros para darse cuenta de la miseria que hay en el
                  mundo y que caen en el más absurdo relativismo defendiendo por
                  ejemplo el derecho de una iraní a ser una reaccionaria; como
                  si no hubiera gente en su país encantada de serlo, ni muertos
                  de hambre, ni miseria... y no hacemos esta crítica por no ser
                  internacionalistas, sino porque lo somos; tampoco
                  menospreciamos la labor del voluntariado que le da por ayudar
                  a otra gente a mejorar sus condiciones de vida, simplemente no
                  queremos ver delante a aquellos que pecando del más flagrante
                  etnocentrismo utilizan los foros izquierdistas
                  chachis-megaguais para contarnos que el mediterráneo existe.
                  Para nosotros, los comunistas sin partido, las apreciaciones
                  izquierdistas sobre el proletariado resultan dañinas respecto
                  al objetivo de emancipación social. El izquierdismo sigue
                  siendo la enfermedad infantil del comunismo, pues no responde
                  a las condiciones objetivas y sigue evidenciando su
                  incapacidad de aplicación práctica de sus adorados y sectarios
                  principios. Pruebas de la falta de apreciación de las
                  condiciones objetivas del proletariado por parte del
                  izquierdismo las encontramos en afirmaciones como que el
                  “ser-proletario” y la lucha de clases ya no existen. Señores
                  izquierdistas posmodernos, vayan a decirle a un hipotecado
                  obrero de la construcción que el “ser-proletario” no existe, a
                  ver qué les contesta... El que haya gente perteneciente al
                  proletariado que sea feliz con su hipoteca o que tengan un
                  nivel adquisitivo mayor que las capas más bajas del mismo, no
                  cambia su condición de proletarios, otra cosa es que sean
                  malos obreros... Las putas de lujo, no por ser de lujo dejan
                  de ser putas... En tales apreciaciones, existe por parte del
                  izquierdista una tremenda confusión entre lo que es la
                  conciencia de clase, el proletariado y la lucha de clases.
                  Tales nociones se pueden reinterpretar lo que se quiera, pero
                  siguen manteniendo, bajo distintas formas, la actualidad y
                  vigencia tal como aparecieron en la obra de Karl Marx;
                  cualquier otra interpretación es revisionismo barato e
                  intoxicador. Y esto vale tanto para el izquierdismo como para
                  los actuales partidos comunistas oficiales, los cuales
                  demuestran su inutilidad y anacronismo, incapaces de librarse
                  del aparataje burocrático que les otorga el poder sobre la
                  militancia. En lugar de limitarse a pasear retratos de Lenin
                  (e incluso de Stalin los muy inmorales) mejor aprendieran algo
                  de estrategia; claro que hay Secretarios Generales que están
                  muy cómodos con su vida de puteros cocainómanos. Los actuales
                  partidos comunistas realmente flaco favor le hacen al
                  comunismo, cosa que llevan demostrando con sus constantes
                  traiciones desde que usurparon los términos y las acciones del
                  conjunto social obrero y se dedicaron a liquidarlo al
                  someterlo a los intereses del Partido... A continuación, vamos
                  a dar las definiciones pertinentes para evitar confusiones.
                  Tales definiciones, lejos de ser antiguallas de la tradición
                  marxista, siguen siendo verdaderas e indiscutibles. Lo que sí
                  es discutible son las formas bajo las que aparecen hoy día,
                  que gran parte del proletariado de los países europeos vive
                  totalmente integrado en el bienestar de la ideología del
                  consumismo, y la lucha de clases cobra formas subrepticias
                  cada vez más sutiles, lo que genera más y más alienación entre
                  la clase obrera –el campesinado y ganaderos tradicionales, al
                  estar en contacto directo con la producción de los bienes de
                  uso del sector primario, están menos sometidos a la
                  alienación, pero eso lo dejamos para otra ocasión. Vayamos con
                  las definiciones... Capitalismo: sistema económico dentro del
                  cual los medios de producción y el aparato de distribución de
                  bienes están en manos de algunos poseedores, los capitalistas,
                  y los manejan a su arbitrio con fines de lucro. El capitalismo
                  genera así la lucha de clases al introducir la explotación en
                  el cuerpo social. El capitalismo produce una acumulación de
                  capital que conduce a los monopolios y a la creación de la
                  oligarquía financiera, es decir, al poder y la dominación de
                  unos cuantos banqueros. El desarrollo de los monopolios
                  conduce al imperialismo, que es la última fase del
                  capitalismo, en la que se pone más en evidencia su principal
                  contradicción: la que existe entre el trabajo que es social,
                  realizado por muchos, y el capital, medios de producción que
                  pertenecen a unos pocos. Explotación: dominación de una clase
                  social sobre otra a partir de la apropiación del trabajo
                  impago, del tiempo de trabajo excedente y del plusvalor. En el
                  capitalismo, aunque la clase trabajadora logre salarios
                  “altos”, sigue siendo explotada. Clases sociales: grandes
                  conjuntos de seres humanos que comparten un mismo modo de vida
                  y una misma condición de existencia. Se diferencian, se
                  enfrentan entre sí, construyen su propia identidad social y se
                  definen tanto por su posesión o no posesión de los medios de
                  producción como por sus intereses, su cultura política, su
                  experiencia de lucha, sus tradiciones y su conciencia de clase
                  (de sí mismos y de sus enemigos). Las clases explotadoras
                  viven a costa de las explotadas, las dominan y las oprimen,
                  por eso están en lucha y conflicto permanente a lo largo de la
                  historia. Proletariado: conjunto de la clase obrera cuyos
                  medios de existencia dependen por completo de la venta de su
                  fuerza de trabajo, y no de los beneficios del capital. Los
                  proletarios carecen de todo medio de producción, ya que no son
                  propietarios de las máquinas ni de la tierra que trabajan. Por
                  esto no pueden trabajar por su cuenta, sino que dependen
                  totalmente de la demanda de trabajo, lo que les pone a total
                  merced de los capitalistas. Por ello, el proletariado es la
                  clase más explotada por el sistema capitalista, y por ello
                  mismo es la única clase verdaderamente revolucionaria. Lucha
                  de clases: conflicto histórico entre grandes conjuntos de
                  individuos. Esta confrontación divide a la sociedad en
                  opresores y oprimidos: esclavistas y esclavos, patricios y
                  plebeyos, señores feudales y siervos de la gleba,
                  terratenientes y campesinos, burgueses y trabajadores; entre
                  poseedores y desposeídos de los medios de producción. Esta
                  contradicción impulsa el desarrollo de la historia, desde que
                  ésta es historia de la dominación. Marx demostró cómo toda la
                  existencia de estas clases esta estrechamente relacionada con
                  el grado de desarrollo de la producción en una época
                  determinada. Conciencia de clase: Identidad cultural y
                  comprensión política, pensada, vivida y sentida por cada grupo
                  social sobre sus intereses a largo plazo. No se adquiere ni se
                  logra por decreto, sino a partir de experiencias históricas,
                  tradiciones y luchas políticas. Nunca está dada. Jamás
                  preexiste. Se va construyendo a partir de los conflictos. La
                  mayoría de las veces se genera a saltos. Cuando se logra, la
                  clase trabajadora puede pasar de la necesidad económica a la
                  voluntad política. La conciencia de clase es parte beligerante
                  en la lucha de clases. Empezar a construirla es comenzar a
                  ganar la lucha. Alienación: [ = enajenación]: Proceso
                  histórico-social en el cual el producto del trabajo humano se
                  independiza, se vuelve autónomo, escapa al control racional y
                  termina siendo hostil contra su creador. Aunque Marx los
                  utiliza como sinónimos, etimológicamente “alienación” tiene un
                  origen psicológico y “enajenación” económico. Hegel define
                  “alienación” como “otro distinto de sí mismo”. En Hegel su
                  contenido no es negativo. En Marx, sí. Además de una pérdida,
                  expresa el desgarramiento, la escisión y la fragmentación del
                  ser humano. Algo está alienado o enajenado cuando ya no nos
                  pertenece. Ideología: En el marxismo “ideología” tiene dos
                  significados distintos: [1] concepción del mundo que implica
                  una determinada perspectiva de vida ligada a los intereses de
                  las clases sociales, una escala de valores, junto con normas
                  de conducta práctica. [2] Falsa conciencia, obstáculo para el
                  conocimiento de la verdad, error sistemático, inversión de la
                  realidad por compromisos con el poder establecido. El marxismo
                  es una concepción ideológica del mundo vinculada a los
                  intereses de los trabajadores (significado [1]) que cuestiona
                  toda falsa conciencia ideológica de la burguesía (significado
                  [2]). “Padecemos en la medida en que somos una parte de la
                  naturaleza que no puede concebirse por sí sola, sin las demás
                  partes.” Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico.
                  Los conceptos definidos, si bien se pueden ajustar más o
                  menos, son rigurosamente fieles a la realidad analizada y
                  establecen las condiciones objetivas desde las que toda
                  crítica que se pretenda rigurosa, tanto del sistema
                  capitalista como del movimiento obrero, debe partir si no
                  quiere alejarse del conocimiento verdadero y transformador de
                  la realidad. Y afirmamos esto con la serenidad de no caer en
                  un detestable dogmatismo que flaco favor le hizo a la
                  tradición marxista. Hoy, que decir la verdad se ha convertido
                  en un acto revolucionario, no tememos pecar de violentos ni de
                  intolerantes para con la ideología (en tanto que falsa
                  conciencia) que pretende la negación y bloqueo de cualquier
                  investigación auténticamente científica en base a un
                  pretendido humanismo y una hipócrita tolerancia, que no tiene
                  vergüenza de reivindicar su derecho a expresarse libremente
                  mientras pone en la picota cualquier análisis serio de la
                  realidad social, mientras viven de los beneficios de las
                  empresas de sus antepasados. Son los mismos perros que desde
                  su autocomplacencia burguesa piden caridad cristiana para con
                  los muertos de hambre y represión para los que ponen en
                  cuestión su reducida racionalidad que no es otra que la que
                  genera y planifica las carencias y necesidades. Estos mierdas
                  nada quieren saber de la solidaridad –actividad y concepto que
                  desgraciadamente brilla por su ausencia también en los medios
                  obreros. Hoy día los herederos de los intelectuales de
                  izquierda buscan privar a los trabajadores de los instrumentos
                  de emancipación, informándonos de que el proyecto de los
                  enciclopedistas ha muerto, que debemos abandonar las ilusiones
                  de la ciencia y de la racionalidad –un mensaje que llenará de
                  gozo a los poderosos, encantados de monopolizar esos
                  instrumentos para su propio uso-. De este modo, el
                  posmodernismo ha contagiado a gran parte de la población con
                  el síndrome de inmunodeficiencia mental, que aniquila nuestras
                  defensas racionales, haciéndonos vulnerables a cualquier idea
                  inadecuada, por débil que sea. Cabe recordar que este síndrome
                  tiene vacuna y prevención: el uso de la razón. Con el repaso
                  de estas nociones pretendemos colaborar en la recuperación de
                  la conciencia de clase del proletariado, piedra angular para
                  cualquier movimiento real que pretenda subvertir el estado de
                  cosas imperante. Por eso, aunque se pueda decir con otras
                  palabras que no suenen a tiempos pasados, volvemos a tales
                  categorías ante la desorientación que muchos pretendidos
                  compañeros padecen a la hora del análisis social. Cierto es,
                  como decíamos líneas arriba, que en el capitalismo más
                  avanzado, la propia evolución técnica de la producción ha
                  conducido a una amplia diversificación profesional, y
                  consecuentemente a ella, a una compleja estratificación
                  social. Entre la burguesía capitalista y la última escala del
                  proletariado existe una variada gama de subclases (pues se
                  derivan unas de otras) o grupos sociales que, aunque todas son
                  clases explotadas, poseen niveles económicos y culturales muy
                  distintos, lo que provoca que entre ellas apenas haya un débil
                  sentimiento de solidaridad. La consecuencia inevitable de esta
                  nueva estructuración social que se forma bajo el
                  neocapitalismo, es que la revolución proletaria no puede
                  surgir espontáneamente y condicionada únicamente por
                  motivaciones económico-sociales, sino que hace falta además un
                  elemento considerable de actividad y voluntad
                  político-ideológica; es decir, hace falta una clara toma de
                  conciencia por parte de todas las clases subyugadas de una u
                  otra forma, de que cada vez es más necesaria una lucha
                  decidida por un mundo más humano y más justo en el que no sean
                  posibles el hambre y la pobreza, las guerras, la tiranía... y
                  que ello sólo podrá conseguirse con la eliminación
                  revolucionaria del capitalismo. Claro que tal toma de
                  conciencia, fácil en los proletarios menos favorecidos, sólo
                  será realizada de manera significativa entre los proletarios
                  totalmente integrados y entre los pequeños propietarios y
                  autónomos cuando éstos empiecen a notar la pérdida de
                  bienestar y privilegios que el capitalismo irá continuamente
                  provocando con sus necesarias “vueltas de tuerca” para que las
                  oligarquías financieras y las corporaciones multinacionales no
                  pierdan terreno ante la posible ascensión de una clase media
                  fuerte que posee, gracias al avance tecnológico, sus medios de
                  producción –vinculados siempre al sector terciario-; esta
                  clase de privilegiados viven en una burbuja de aparente
                  autonomía. Y decimos de aparente autonomía porque dependen
                  totalmente del mismo sistema que les facilitó los medios de
                  producción, y por otro lado están totalmente separados del
                  sector primario y secundario sin percibir que una crisis
                  fuerte de ambos sectores echaría a pique su superficial modo
                  de vida. Queremos con ello apuntar que sólo cuando estos
                  grupos sociales empiecen a entrar en crisis porque ya no se
                  les deja “ascender” más socialmente, empezarán a tomar
                  conciencia de la condición objetiva en la que se encontraban y
                  será posible que pasen a luchar del lado del proletariado. Por
                  otra parte, la proletarización cada vez más intensa de
                  sectores que antaño gozaban de la protección estatal, como son
                  las instituciones académicas, y que su producción no estaba
                  directamente dirigida hacia la mercantilización, contribuirá
                  progresivamente a la toma de conciencia del movimiento de la
                  burguesía de privarnos de los medios que acabarían por
                  destruirla. La mercantilización y destrucción del sistema
                  educativo no es más que una evidencia de lo que decimos. Las
                  escuelas y las universidades cada vez se distinguen menos de
                  las cárceles y las fábricas. Trabajar por la conciencia de
                  clase hoy día supone librarse en primer lugar de los falsos
                  prejuicios de que tales términos y cosas no existen. Esto es
                  fácil entre los obreros y entre los que padecen día a día la
                  explotación laboral y la asfixia económica. Entre los
                  proletarios que gozan de una mayor flexibilidad económica la
                  cosa se complica y es dónde se encuentra la verdadera
                  problemática que bloquea la lucha de clases. ¿Cómo mostrar que
                  su bienestar es aparente y que se sustenta en los miles de
                  muertos del Capital? Dejamos abierta la cuestión. En lo que a
                  conciencia de clase se refiere, al contrario que Marcuse, no
                  confiamos en la potencia revolucionaria del
                  lumpenproletariado. Pues si bien es una subclase susceptible
                  de ser revolucionaria, ya que es la más explotada y la que más
                  padece la miseria, también lo es de ser contrarrevolucionaria,
                  cosa más fácil que la primera, ya que para quien vive en la
                  más absoluta miseria cualquier cosa le vale para conformarse.
                  Hoy es difícil que el lumpen devenga revolucionario, ya que
                  las aspiraciones del mismo son tenazmente burguesas y se
                  encuentra desplazado de la injusticia social de la producción,
                  por lo que desconoce lo malo del capitalismo y sólo conoce su
                  confort. Cabe recordar que los mineros asturianos que en 1934
                  participaron en la insurrección contra el Estado, eran los
                  mejor pagados de toda España, sin embargo quisieron ser dueños
                  de sus vidas y no esclavos de un salario, aunque esté les
                  asegurará unas condiciones de vida relativamente pasables
                  comparadas con las del resto del Estado, tenían conciencia de
                  lo que hacían. Sin embargo, fueron muchos los ignorantes y
                  pobres diablos desclasados que por un plato de lentejas
                  pasaron a integrar las líneas de las fuerzas de choque de la
                  reacción más bestial durante la guerra civil española. Por
                  último, consideramos de suma importancia la recuperación y el
                  trabajo de una noción duramente combatida por la actual
                  estructura social de la ideología dominante. Hablamos de la
                  solidaridad. El sistema capitalista fomenta una fuerte
                  ideología de la competitividad y de la lucha por la vida como
                  supervivencia del más fuerte, invirtiendo la “costumbre”
                  biológica que cabezona ella, hace que prime el funcionamiento
                  de solidaridad sobre el de lucha por la vida, en pro del
                  mantenimiento de la especie. En este sentido, la solidaridad
                  obrera es la ayuda material o moral que se expresa entre todos
                  los proletarios del mundo en un solo combate: el de la
                  liberación total de la clase proletaria. La ayuda económica a
                  los obreros en lucha es la forma más conocida de solidaridad,
                  pero no la más importante. La forma de solidaridad más
                  perfecta es el hecho de ponerse en lucha por el mismo hecho
                  que ha llevado a otros a la lucha de clases. U.H.P.








      Este artículo proviene de Klinamen :: Portal por la autogestión editorial
      http://www.klinamen.org

Por el combate en el ámbito laboral

SOLIDARIOS DE LA SANIDAD PÚBLICA

De la memoria reciente de la lucha de clases

Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com

















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difunde y practica

La crítica no arranca de las cadenas las flores imaginarias para que el hombre soporte las sombrías y escuetas cadenas, sino para que se las sacuda y puedan brotar las flores vivas. La crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, para que actúe y organice su realidad como un hombre desengañado y que ha entrado en razón, para que gire en torno a si mismo y a su sol real. La religión es solamente el sol ilusorio que gira en torno al hombre mientras éste no gira en torno así mismo. (...)
Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem , y argumenta y demuestra ad hominem cuando se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo. [K. Marx]