Esbozo de la síntesis revolucionaria del futuro
(Más allá de la dicotomía marxismo/anarquismo)
Ver tambien:
Marxismo y Teoria Revolucionaria
Para una crítica a ciertas ideologías anarquistas desde una perspectiva “llamelecomoustedquiera”
Fragmentos Para Una Crítica Al Marxismo Como Ideología.(Parte I)
(Libro) Revolución hasta el fin
Tres notas a propósito de la “comunización” y su importancia para la Teoría Comunista
Fuente: http://hommodolars.org/web/spip.php?article5389
(Más allá de la dicotomía
marxismo/anarquismo)
Este es un primer borrador de un texto que sigue desarrollándose. Fue elaborado un poco a la rápida para ser expuesto en el foro “La falsa dicotomía marxismo/anarquismo. Superación de la ideología en pos de una teoría para la práctica revolucionaria”, realizado en la Academia de Humanismo Cristiano el 22 de julio del 2015.
Hacia una superación a priori de la dicotomía
Quienes hoy día creen necesario “elegir” entre marxismo y anarquismo, es porque ven un antagonismo radical entre ambas ideologías. Pero ellas fueron expresiones opuestas y complementarias de un mismo movimiento y de una misma época, que debemos superar.
Ese es el descubrimiento más importante contenido en el cuarto capítulo de La sociedad del espectáculo, de Guy Debord. Cualquier discusión sobre la dicotomía entre marxismo y anarquismo debe tomar ese argumento como su punto de partida. Pero a partir de ahí, hay que avanzar, hasta que se comprenda bien por qué alguien insistiría en reivindicar hoy una de esas dos corrientes o alguna de sus variantes. Seguir oponiendo marxismo y anarquismo para identificarse con uno de los dos términos en desmedro del otro, es refugiarse en una buena coartada para no participar en la necesaria producción de una nueva síntesis revolucionaria, una que extraiga su poesía del futuro.
¿Arqueología revolucionaria o esterilización preventiva?
La modernidad capitalista produjo en estos doscientos años una exuberante riqueza de aportaciones teóricas, poéticas y científicas, que anticipan y precisan los contornos de la vida futura. La riqueza de esas contribuciones sólo puede ser captada por las consciencias que no están perturbadas por compulsiones ideológicas, que no se obstinan en aprisionar las teorías dentro de categorías fijas para no arriesgarse a probar su compatibilidad y su eficacia. Ése es el desafío lanzado a los revolucionarios: deben aprender a servirse de las categorías (como las de marxismo y anarquismo) empleándolas para lo que sirvan, pero alejarse de ellas tan pronto como se interpongan en el camino de la creatividad revolucionaria.
Afirmar, por ejemplo, que el trascendentalismo místico de H. D. Thoureau y de R. W. Emerson es una forma de “anarquismo”, sólo sirve para disimular su parentesco con las concepciones “marxistas” de Walter Benjamin o de Ernst Bloch. Asimismo, saber que André Gorz era “marxista” puede servir para ciertos propósitos analíticos, pero es inútil si con ello se pretende opacar la afinidad de su imaginación futurista con el utopismo concreto de “anarquistas” como William Morris, Piotr Kropotkin o Colin Ward. Lo que importa más saber es que todos ellos expresaron una misma intuición sobre la actividad social espontánea, auto-dirigida y consciente, que es capaz de crear libremente su entorno material. Algunos de los desarrollos más fructíferos para la futura síntesis revolucionaria no encajan en ninguno de los compartimientos que los militantes disponen para entender el mundo, y sin embargo son desarrollos profundamente revolucionarios. Así, desde la óptica convencionalmente “revolucionaria”, se pasa por alto que las teorías biológicas de Lynn Margulis –que entiende la biósfera como una totalidad sistémica integrada– , o de Máximo Sandín –que percibe la cooperación como factor determinante en todas las interacciones entre organismos vivos–, así como las teorías antropológicas de Pierre Clastres o de Marshall Sahlins, por citar algunos ejemplos, confirman de manera contundente tanto las tesis más avanzadas de Marx como las intuiciones de los teóricos anarquistas más lúcidos. Si se considera la enorme potencia que podría tener una síntesis totalizadora de todas las perspectivas mencionadas aquí (y de muchas otras), la pretensión de usar los diversos desarrollos científicos para fundar una “biología marxista”, una “antropología anarquista”, etc., es una ridiculez.
Pese a todo, la dicotomía marxismo/anarquismo sigue teniendo una gran utilidad en un campo bien preciso: la arqueología del movimiento obrero. Más allá de eso, opera como un dispositivo de bloqueo que obstaculiza la libre asociación entre las mejores contribuciones teóricas, poéticas y científicas de nuestro tiempo. La fijación en las categorías marxismo/anarquismo es uno de los mecanismos con que esta cultura se protege del futuro, impidiendo que diversas ramas del saber acumulado se fecunden entre sí y se actualicen en la práctica. Es una auténtica esterilización preventiva: los conceptos mismos de “marxismo” y “anarquismo” son los anticuerpos que esta cultura opone al virus revolucionario.
La dicotomía superada en un sentido reaccionario
Mientras la crisis capitalista se agudiza en todas partes, un nuevo poder político de recambio se prepara para gestionar el desastre. Su programa consiste en salvar a como de lugar el núcleo de las condiciones socio-económicas actuales: la producción de mercancías, el trabajo asalariado, el Estado. Este poder de recambio está formado por esos marxistas y anarquistas que, ante la crisis del socialismo real, reaccionaron alejándose de la teoría revolucionaria y abrazando ese revoltijo de liberalismo democrático conocido como “teoría de los nuevos movimientos sociales”. Así superaron ellos la dicotomía marxismo/anarquismo: rechazando el núcleo crítico de ambas tradiciones y reivindicando sus aspectos más deficientes y superficiales.
A partir de esa superación reaccionaria, los neo-reformistas sólo pueden hacer una cosa: seguir disciplinadamente, yendo hacia atrás, la huella trazada antes que ellos por la socialdemocracia y el estalinismo. Perseguir la imposible restauración del Estado keynesiano, es su manera de subirse al ascensor del nihilismo pasivo en su caída triunfal hacia el abismo: ésa es su contribución a la síntesis contrarrevolucionaria del siglo veintiuno.
La dicotomía superada en un sentido revolucionario
La superación de la dicotomía marxismo/anarquismo puede ser reaccionaria, como acabamos de ver; o puede ser revolucionaria, como veremos a continuación.
Dicha superación es revolucionaria cuando reconoce, para empezar, que la crítica del mundo alienado gravita en torno a estos tres ejes:
• Auto-emancipación consciente del proletariado
• Abolición del sistema productor de mercancías
• Destrucción del Estado
Recuperar este núcleo crítico implica superar no sólo la tradicional dicotomía marxismo/anarquismo, sino también abandonar los residuos de cualquier ideología revolucionaria del pasado. La división entre marxismo y anarquismo está perdiendo la importancia que tuvo en una época anterior. No basta con tomar nota de ello y explicarlo: hay que contribuir activamente a que la pierda por completo.
Las fuentes de una síntesis anterior
La síntesis revolucionaria más avanzada del siglo diecinueve resultó de la recombinación dialéctica de tres movimientos intelectuales:
• Filosofía alemana
• Economía política inglesa
• Socialismo francés
Pero no se trató en absoluto de una operación meramente intelectual; de ser así, nadie habría oído nunca hablar de Marx. El trabajo teórico del viejo fue la síntesis, inmanente y totalizadora al mismo tiempo, de los movimientos prácticos que en esa época prefiguraban las grandes transformaciones del futuro:
• Pensamiento de la historia humana auto-consciente
• Puesta en marcha de la producción industrial tautológica
• Actividad auto-emancipadora de las clases explotadas
Estos movimientos prácticos fueron, desde luego, la expresión contradictoria del auge explosivo del sistema productor de mercancías, en su primera fase de expansión planetaria.
Preliminares para un esbozo de la síntesis futura
La síntesis revolucionaria que nos permitirá dejar atrás el siglo veinte, con sus dicotomías y sus escombros ideológicos, será también la recombinación de movimientos prácticos que están presentes y desarrollándose ya en nuestra época. Las expresiones intelectuales de estos movimientos son:
• Nueva crítica radical del valor
• Teoría de la comunización
• Ecología social radical
Aunque en un primer momento esta síntesis se exprese necesariamente en forma teórica, tampoco puede ser ella misma un ejercicio meramente intelectual. Será la síntesis inmanente y totalizadora de unos movimientos prácticos que ya prefiguran, contradictoriamente, el fin de una época y la emergencia de otra nueva. Estos movimientos son:
• Agotamiento del proceso de producción de valor abstracto
• Crisis de la relación de explotación entre las clases
• Pensamiento biológico de la especie auto-consciente
Estos movimientos expresan contradictoriamente el declive del sistema productor de mercancías en su primera fase de disolución catastrófica, y el desarrollo aun incipiente, y también contradictorio, de formas y relaciones sociales post-capitalistas.
Marxismo y Teoria Revolucionaria
Para una crítica a ciertas ideologías anarquistas desde una perspectiva “llamelecomoustedquiera”
Fragmentos Para Una Crítica Al Marxismo Como Ideología.(Parte I)
(Libro) Revolución hasta el fin
Tres notas a propósito de la “comunización” y su importancia para la Teoría Comunista
Fuente: http://hommodolars.org/web/spip.php?article5389
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Esbozo de la síntesis revolucionaria del futuro
(Más allá de la dicotomía
marxismo/anarquismo)
Este es un primer borrador de un texto que sigue desarrollándose. Fue elaborado un poco a la rápida para ser expuesto en el foro “La falsa dicotomía marxismo/anarquismo. Superación de la ideología en pos de una teoría para la práctica revolucionaria”, realizado en la Academia de Humanismo Cristiano el 22 de julio del 2015.
Hacia una superación a priori de la dicotomía
Quienes hoy día creen necesario “elegir” entre marxismo y anarquismo, es porque ven un antagonismo radical entre ambas ideologías. Pero ellas fueron expresiones opuestas y complementarias de un mismo movimiento y de una misma época, que debemos superar.
Ese es el descubrimiento más importante contenido en el cuarto capítulo de La sociedad del espectáculo, de Guy Debord. Cualquier discusión sobre la dicotomía entre marxismo y anarquismo debe tomar ese argumento como su punto de partida. Pero a partir de ahí, hay que avanzar, hasta que se comprenda bien por qué alguien insistiría en reivindicar hoy una de esas dos corrientes o alguna de sus variantes. Seguir oponiendo marxismo y anarquismo para identificarse con uno de los dos términos en desmedro del otro, es refugiarse en una buena coartada para no participar en la necesaria producción de una nueva síntesis revolucionaria, una que extraiga su poesía del futuro.
¿Arqueología revolucionaria o esterilización preventiva?
La modernidad capitalista produjo en estos doscientos años una exuberante riqueza de aportaciones teóricas, poéticas y científicas, que anticipan y precisan los contornos de la vida futura. La riqueza de esas contribuciones sólo puede ser captada por las consciencias que no están perturbadas por compulsiones ideológicas, que no se obstinan en aprisionar las teorías dentro de categorías fijas para no arriesgarse a probar su compatibilidad y su eficacia. Ése es el desafío lanzado a los revolucionarios: deben aprender a servirse de las categorías (como las de marxismo y anarquismo) empleándolas para lo que sirvan, pero alejarse de ellas tan pronto como se interpongan en el camino de la creatividad revolucionaria.
Afirmar, por ejemplo, que el trascendentalismo místico de H. D. Thoureau y de R. W. Emerson es una forma de “anarquismo”, sólo sirve para disimular su parentesco con las concepciones “marxistas” de Walter Benjamin o de Ernst Bloch. Asimismo, saber que André Gorz era “marxista” puede servir para ciertos propósitos analíticos, pero es inútil si con ello se pretende opacar la afinidad de su imaginación futurista con el utopismo concreto de “anarquistas” como William Morris, Piotr Kropotkin o Colin Ward. Lo que importa más saber es que todos ellos expresaron una misma intuición sobre la actividad social espontánea, auto-dirigida y consciente, que es capaz de crear libremente su entorno material. Algunos de los desarrollos más fructíferos para la futura síntesis revolucionaria no encajan en ninguno de los compartimientos que los militantes disponen para entender el mundo, y sin embargo son desarrollos profundamente revolucionarios. Así, desde la óptica convencionalmente “revolucionaria”, se pasa por alto que las teorías biológicas de Lynn Margulis –que entiende la biósfera como una totalidad sistémica integrada– , o de Máximo Sandín –que percibe la cooperación como factor determinante en todas las interacciones entre organismos vivos–, así como las teorías antropológicas de Pierre Clastres o de Marshall Sahlins, por citar algunos ejemplos, confirman de manera contundente tanto las tesis más avanzadas de Marx como las intuiciones de los teóricos anarquistas más lúcidos. Si se considera la enorme potencia que podría tener una síntesis totalizadora de todas las perspectivas mencionadas aquí (y de muchas otras), la pretensión de usar los diversos desarrollos científicos para fundar una “biología marxista”, una “antropología anarquista”, etc., es una ridiculez.
Pese a todo, la dicotomía marxismo/anarquismo sigue teniendo una gran utilidad en un campo bien preciso: la arqueología del movimiento obrero. Más allá de eso, opera como un dispositivo de bloqueo que obstaculiza la libre asociación entre las mejores contribuciones teóricas, poéticas y científicas de nuestro tiempo. La fijación en las categorías marxismo/anarquismo es uno de los mecanismos con que esta cultura se protege del futuro, impidiendo que diversas ramas del saber acumulado se fecunden entre sí y se actualicen en la práctica. Es una auténtica esterilización preventiva: los conceptos mismos de “marxismo” y “anarquismo” son los anticuerpos que esta cultura opone al virus revolucionario.
La dicotomía superada en un sentido reaccionario
Mientras la crisis capitalista se agudiza en todas partes, un nuevo poder político de recambio se prepara para gestionar el desastre. Su programa consiste en salvar a como de lugar el núcleo de las condiciones socio-económicas actuales: la producción de mercancías, el trabajo asalariado, el Estado. Este poder de recambio está formado por esos marxistas y anarquistas que, ante la crisis del socialismo real, reaccionaron alejándose de la teoría revolucionaria y abrazando ese revoltijo de liberalismo democrático conocido como “teoría de los nuevos movimientos sociales”. Así superaron ellos la dicotomía marxismo/anarquismo: rechazando el núcleo crítico de ambas tradiciones y reivindicando sus aspectos más deficientes y superficiales.
A partir de esa superación reaccionaria, los neo-reformistas sólo pueden hacer una cosa: seguir disciplinadamente, yendo hacia atrás, la huella trazada antes que ellos por la socialdemocracia y el estalinismo. Perseguir la imposible restauración del Estado keynesiano, es su manera de subirse al ascensor del nihilismo pasivo en su caída triunfal hacia el abismo: ésa es su contribución a la síntesis contrarrevolucionaria del siglo veintiuno.
La dicotomía superada en un sentido revolucionario
La superación de la dicotomía marxismo/anarquismo puede ser reaccionaria, como acabamos de ver; o puede ser revolucionaria, como veremos a continuación.
Dicha superación es revolucionaria cuando reconoce, para empezar, que la crítica del mundo alienado gravita en torno a estos tres ejes:
• Auto-emancipación consciente del proletariado
• Abolición del sistema productor de mercancías
• Destrucción del Estado
Recuperar este núcleo crítico implica superar no sólo la tradicional dicotomía marxismo/anarquismo, sino también abandonar los residuos de cualquier ideología revolucionaria del pasado. La división entre marxismo y anarquismo está perdiendo la importancia que tuvo en una época anterior. No basta con tomar nota de ello y explicarlo: hay que contribuir activamente a que la pierda por completo.
Las fuentes de una síntesis anterior
La síntesis revolucionaria más avanzada del siglo diecinueve resultó de la recombinación dialéctica de tres movimientos intelectuales:
• Filosofía alemana
• Economía política inglesa
• Socialismo francés
Pero no se trató en absoluto de una operación meramente intelectual; de ser así, nadie habría oído nunca hablar de Marx. El trabajo teórico del viejo fue la síntesis, inmanente y totalizadora al mismo tiempo, de los movimientos prácticos que en esa época prefiguraban las grandes transformaciones del futuro:
• Pensamiento de la historia humana auto-consciente
• Puesta en marcha de la producción industrial tautológica
• Actividad auto-emancipadora de las clases explotadas
Estos movimientos prácticos fueron, desde luego, la expresión contradictoria del auge explosivo del sistema productor de mercancías, en su primera fase de expansión planetaria.
Preliminares para un esbozo de la síntesis futura
La síntesis revolucionaria que nos permitirá dejar atrás el siglo veinte, con sus dicotomías y sus escombros ideológicos, será también la recombinación de movimientos prácticos que están presentes y desarrollándose ya en nuestra época. Las expresiones intelectuales de estos movimientos son:
• Nueva crítica radical del valor
• Teoría de la comunización
• Ecología social radical
Aunque en un primer momento esta síntesis se exprese necesariamente en forma teórica, tampoco puede ser ella misma un ejercicio meramente intelectual. Será la síntesis inmanente y totalizadora de unos movimientos prácticos que ya prefiguran, contradictoriamente, el fin de una época y la emergencia de otra nueva. Estos movimientos son:
• Agotamiento del proceso de producción de valor abstracto
• Crisis de la relación de explotación entre las clases
• Pensamiento biológico de la especie auto-consciente
Estos movimientos expresan contradictoriamente el declive del sistema productor de mercancías en su primera fase de disolución catastrófica, y el desarrollo aun incipiente, y también contradictorio, de formas y relaciones sociales post-capitalistas.