●---Introducción
●---El
parlamento y la lucha por los sóviets
(Carta circular del Comité Ejecutivo de la III Internacional Comunista,
del 1 de septiembre de 1919)
●---La
Tercera Internacional y el Parlamentarismo (De «Il Soviet», año III,
nº11 del 11-4-1920; reproducida también en la «Historia de la Izquierda
Comunista 1919-1920, cit., pp 525-527)
●---La
nueva época y el nuevo parlamentarismo (Introducción de Trotsky a
las Tesis sobre los partidos comunistas y el arlamentarismo, II Congreso
de la IC 1920)
●---Tesis
sobre el Parlamentarismo (Presentadas por la Fracción Comunista
Abstencionista del Partido Socialista Italiano - II Congreso de la IC
1920)
●---Preparación
revolucionaria o preparación electoral
(De l'«Avanti!», 14/09/1919)
●---1921.
Elecciones
(A.
Bordiga, «Il Comunista» del 14/04/1921)
●---Manifiesto
del Partido Comunista de Italia para las elecciones políticas de 1921 (Manifiesto
publicado en «Il Comunista» del 21 de abril de 1921)
●---El
cadáver todavía camina (De opúsculo «Sul filo del tempo», Partido
Comunista Internacional, mayo de 1953)
Introducción
Este trabajo fue publicado en nuestro periódico para Italia, Il Comunista.
Aquí continuamos la publicación de los materiales recogidos en un opúsculo
de partido, en 1976, titulado precisamente Las razones de nuestro
abstencionismo, a los cuales sumamos otros materiales para completar
mejor el tema.
En aquel año hubo elecciones políticas en Italia que pusieron en evidencia
dos elementos de un cierto significado: la confesión del PCI en lo que se
refiere a su vocación de gobernar por cuenta de la clase dominante burguesa,
y la ayuda electoral de la mayoría de los grupos llamados
extraparlamentarios al PCI («para vencer a la DC», «para vencer a la
derecha») o el acaparamiento de candidaturas y de puestecillos
privilegiados, algunos justificando su propio «parlamentarismo» en las
Tesis sobre el «parlamentarismo revolucionario» de la Internacional
Comunista de 1920.
Estas tesis fueron escritas por Lenin y Bujarin, y respecto a ellas la
Izquierda comunista italiana –en 1920 , Fracción Comunista Abstencionista
del PSI- concordaba plenamente en el principio del antiparlamentarismo
(por esto se definían las tesis del parlamentarismo revolucionario),
insistentemente reclamado tanto en las Tesis como en los discursos de
introducción y de réplica de Lenin, Bujarin y Trotsky, pero disentía acerca
de la táctica parlamentaria que la Internacional pedía que fuese aplicada,
también, en los países de larga tradición democrática y parlamentaria del
occidente capitalista desarrollado. Aquí, la tradición socialdemócrata y
reformista, en sustancia antirrevolucionaria, estaba muy extendida y esto
volvía muy dura la formación de partidos comunistas marxistas. La primera
guerra imperialista mundial reveló cuán profundo era el abismo entre los
social traidores de la IIª Internacional y los elementos revolucionarios
consecuentes, mientras el éxito de la revolución bolchevique en Rusia y la
constitución de la nueva Internacional Comunista hacían las veces de
catalizadores no sólo de muchos revolucionarios sinceros sino también de
muchos oportunistas que intentaban reciclarse en los nuevos partidos
comunistas, a los cuales no habían logrado impedir nacer.
La táctica propuesta por la Izquierda comunista italiana era la de
preparación revolucionaria en antítesis a la preparación electoral, táctica
que fue llamada abstencionismo, es decir, la táctica del boicot de
las elecciones para dedicar todas las fuerzas a la preparación de la
revolución y de la insurrección para abatir al poder político burgués. Tal
táctica no estaba, y no lo está tampoco hoy, confundida con el
antiparlamentarismo típico de los anarquistas, quienes son
antiparlamentarios porque son contrarios a cualquier forma de poder. Queda
explicitado que el disenso sobre la táctica parlamentarista de la IC era
entendido por la Izquierda comunista italiana como un disenso sobre la
táctica y no sobre los principios, por lo cual no había motivo para «romper»
con la IC. La disciplina que la Izquierda comunista italiana demostró al
aplicar la táctica del parlamentarismo revolucionario votada por mayoría en
el congreso de 1920 de la IC, no fue una disciplina tontamente burocrática,
sino política. A través de ella se remachaba la adhesión a los principios de
la revolución y de la dictadura proletaria como elementos de neta distinción
entre comunistas y oportunistas en la lucha contra el poder burgués y sus
métodos de gobierno, por lo tanto también contra la democracia burguesa y
sus instituciones; identidad programática que podría prever que sobre una
cuestión de táctica existiesen disensos, que serían en cualquier caso
resueltos con la correcta aplicación y el correcto balance sucesivo. En
aquel momento histórico en el cual se abrió un periodo favorablemente
revolucionario, hubiese sido extremadamente contraproducente dividir las
fuerzas revolucionarias en debates infinitos en lugar de usarlas en la
preparación revolucionaria común. El otro aspecto del problema era el de ser
disciplinados a una táctica única, centralizada, por el cual el método de la
misma Izquierda comunista italiana luchó para que en las Condiciones de
admisión de la Internacional Comunista estuviese evidenciado el vínculo a
las resoluciones de los congresos de la IC de cualquier partido adherente
(y, de hecho, la condición número 16 afirma que «Todas las resoluciones de
los congresos de la Internacional comunista, como por ejemplo las
resoluciones de su Comité ejecutivo, son vinculantes para todos los partidos
pertenecientes a la Internacional misma») y fuese claramente declarado que
todos aquellos que rechazaban las tesis y las condiciones de la IC fueran
inmediatamente expulsados (como de hecho afirma la condición de admisión
número 21).
No es por casualidad que el Partido Comunista de Italia, bajo la guía de la
Izquierda comunista, fue el único partido de la IC en Europa occidental que
aplicó la táctica del parlamentarismo revolucionario exactamente como era
requerido por la Internacional, es decir, continuó colocando el mayor peso
de sus fuerzas en la preparación revolucionaria y su movilización y el
encuadramiento de las masas proletarias –comprendido el encuadramiento
militar del partido para afrontar de la manera más eficaz los ataques de las
escuadras fascistas- y condujo al mismo tiempo en el parlamento la obra de
denuncia y de puesta en contradicción de las funciones mismas del parlamento
burgués que la IC exigía en todo país de todo partido adherente. Son los
exponentes del Partido Comunista de Italia, y Bordiga en particular, quien
en la polémica con Bujarin sostuvieron que habían aplicado disciplinada y
concienzudamente la táctica del parlamentarismo revolucionario querida por
la IC, pero auguraban, al mismo tiempo, que la IC no debería extraer en
seguida un balance del todo negativo para la revolución proletaria de esta
experiencia.
Por otra parte, el mismo Bujarin, y los bolcheviques en general, contaban
con el hecho de que la revolución proletaria en Europa habría resultado
victoriosa con la conquista del poder en, al menos, uno de los países más
avanzados (y los ojos miraban sobre todo a Alemania), y esto habría
permitido superar, al calor de la revolución, todas las cuestiones
ligadas a la utilización de los parlamentos burgueses, simplemente porque
los parlamentos habrían sido destruidos y sustituidos por los soviets. Pero
no fue así.
La historia sucesiva del movimiento comunista internacional, y del
movimiento proletario mismo, ha demostrado ampliamente que la corrupción
democrática, electoralista, parlamentaria ha tenido efectos devastadores
sobre la lucha revolucionaria, en particular en los países europeos de vieja
tradición democrática. No pensamos identificar con la táctica del
parlamentarismo revolucionario de los años veinte del siglo pasado, en los
países de capitalismo evolucionado, los golpes de la degeneración del
movimiento comunista internacional, hasta la cesión completa a las
adulaciones burguesas en el obsceno abrazo de la unión sagrada de la
segunda masacre imperialista, de la cual la «resistencia antifascista» no
fue sino una de sus consecuencias. Pero aquella táctica, acompañada de otras
tácticas como la del «gobierno obrero», el «frente único político», en una
situación en la cual el movimiento del proletariado revolucionario no
lograba dar cuenta de las clases enemigas, contribuyó seguramente a la
degeneración de los partidos de la Internacional.
Es cierto que, ya en los años veinte era evidente para cualquier comunista
que la lucha entre las clases se desarrollaba fuera de los parlamentos y no
dentro de aquellas lujosas estancias, y es aún más evidente hoy que el
parlamento burgués no solo es una impotente algarabía, sino que está a
kilómetros de distancia de representar aún sólo mínimamente los verdaderos
intereses de las diversas clases sociales. Las decisiones, ayer como hoy y
mañana, la burguesía dominante no las toma en el parlamento, no se deja
condicionar por los tiempos y los ritmos parlamentarios: las toma en
reuniones organizadas ex profeso, en secreto y lejos de cualquier mirada.
Los parlamentos, como cualquier otra institución democrática, sirven de caja
de resonancia de la propaganda de la democracia con la que la clase
dominante estupidiza a las masas proletarias y trata de paralizarlas no sólo
en la lucha general contra el capitalismo, sino también en la lucha de
defensa inmediata.
Como partido teníamos y tenemos la tarea de distinguir claramente respecto a
otros reagrupamientos políticos que se definen «antiparlamentaristas»,
reclamando la posición exacta de la Izquierda comunista, en las polémicas
sobre el parlamentarismo revolucionario de Lenin y Bujarin. El opúsculo de
partido de 1976 sigue siendo uno de los instrumentos de propaganda de
nuestras posiciones; por eso han sido recogidos los textos más
significativos de aquella discusión lejana. Lejana, si se piensa que
estábamos en 1920, pero cercanísima si pensamos que la cuestión
«parlamentaria» aún hoy coloca en dificultades o en situaciones embarazosas
a muchos elementos que se declaran comunistas revolucionarios.
Los textos que traducimos son documentos de la
Internacional Comunista de 1919-1920 (El parlamento y la lucha por los
Sóviets; La Tercera Internacional y el parlamento; La introducción de
Trotsky a las Tesis sobre los partidos comunistas y el parlamentarismo;
respecto al opúsculo de 1976, damos aquí la traducción en forma completa
hecha en su momento por el partido de las Tesis sobre los partidos
comunistas y el parlamentarismo aprobadas por el congreso de 1920 de la
IC) y los textos de la Fracción Comunista Abstencionista del Partido
Socialista Italiano de 1919-1920 y del Partido Comunista de Italia de 1921 (La
III Internacional y el parlamentarismo –que añadimos respecto a los
textos del opúsculo de 1976- Tesis de la Fracción Abstencionista sobre el
parlamentarismo, presentadas al 2º congreso de la IC; Preparación
revolucionaria y preparación electoral; Manifiesto para las elecciones
políticas de 1921). Cierra esta serie de textos el artículo de Amadeo
Bordiga de 1953 titulado El cadáver
todavía camina.
www.pcint.org
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