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REVISTA AMOR Y RABIA Nº.71, «CONTRA EL ESTIGMA DE LA PROSTITUCIÓN»




..."Por último, la prostitución existe debido a la miseria sexual de un modelo de sociedad de carácter autoritario, que fomenta una moral sexual represiva y puritana. El anarquismo ha de luchar para acabar con ella, sustituyéndola por una sociedad sin propiedad privada en la que sea posible disfrutar de la sexualidad de la manera más libre posible. De alcanzarse ese objetivo, los motivos que dan lugar a la prostitución –la miseria económica y la miseria sexual- desaparecerían y, con ello, es posible que con ello dejase de existir. Pero, aunque carecemos de garantías de que ocurriese, ¿no merece acaso la pena luchar por ese modelo de sociedad en lugar de favorecer un modelo social y sexualmente represivo?"





O, también, para recibirlo en formato PDF
basta con solicitarlo a nuestra dirección email:

colectivo.editorial.ayr@gmail.com


Fuente: http://revistaamoryrabia.blogspot.com/2018/03/revista-amor-y-rabia-n71-contra-el.html

 


CONTRIBUCIÓN al debate sobre la AUTONOMÍA


"Autonomía es autoorganización proletaria,

 independencia de clase y ruptura

 con todo organismo capitalista o al servicio de la burguesía".

 

 



[...]Con este texto no pretendemos hacer apología de la violencia injustificada, gratuita o “sin causa”. No creemos, siquiera, que exista una relación directa entre ésta violencia gratuita y tan propia del Estado como de sus respectivas instituciones, y la ideología libertaria... Esta violencia propiamente estatal desemboca en muchos casos en la violencia justificada de la cual sí pretendemos hacer apología... Desde pequeños somos educados en los centros de enseñanzas de carácter burgués que como ya sabemos sólo busca crear mentes vacías y por ende mentes dóciles, rentables al mantenimiento del sistema estado-capital actual... Han logrado engañarnos con la desinformación absoluta que imponen los medios de comunicación y sus escuelas purgatorias con el mito de Ghandi y Mandela... para defender la no-violencia como medio o vía a la revolución social...

Hemos desarrollado y nos hemos apropiado de un concepto totalmente inapropiado para los miserables y pobres trabajadores que somos. Y han logrado que nuestros propios compañeros de esclavitud y condición servil defiendan su violencia legítima que “preserva el orden y las libertades y derechos de los ciudadanos” y repudien toda forma de rebeldía y de defensa, en definitiva. El Estado-capital y su mugriente élite de cerdos capitalistas fascistas han logrado lo que tanto ha deseado e intentando por diferentes y retorcidos medios el llamado “socialismo científico”, hacerle creer al pueblo que es libre y que sus gobernantes representan sus sueños e intereses...

Día a día vivimos expuestos a la más absoluta violencia y desigualdad, de manera que han logrado que ésta sea pan de cada día tras día y día, es decir, han logrado deshumanizarnos frente a ésto, frente a éste desorden que reina en la actualidad. Nuestro objetivo principal es volver a humanizarnos... Una vez llegado a esto, podemos plantearnos la idea de defendernos contra el sistema que nos violenta cada día. Cuando atacamos las máquinas no es para defender el trabajo, si no para acabar con la esclavitud. [...]

Extractos de la segunda edición de nuestro fanzine: "Del Kaos y la Violencia"

Con este fanzine pretendemos desacreditar y sacar a la luz la estupidez característica de las nuevas formas de anarquismo que tienen como único modelo a seguir y como única forma de "revolución social" a Ghandi y a Mandela, cuando se han visto en contadas ocasiones los intereses políticos y económicos que éstos escondían, como también las diferentes formas de resistencia activa y reaccionaria en sus respectivos tiempos históricos.También comentamos la innata relación que existe entre el anarquismo y el caos y la violencia. Cabe destacar que también hacemos una feroz crítica a las democracias liberales, comunismo autoritario (entendido como socialismo científico) y todo lo que pretenda imponer una forma de pensar, actuar, vivir sobre los individuos.

¡Por la anarquía y por nuestr@s compañer@s!

Para bajaros el fanzine completo:http://lacruznegrauvieu.blogspot.com.es/p/ediciones-la-cruz-negra_20.html



 
La Cruz Negra - Distribuidora.
 
 
 
 
 

UNIVERSIDAD ¡OBRERA Y ANTIESTATAL!

Los panfletos no sirven para entendernos. Las asambleas no sirven para debatir. Las consignas no sirven para argumentar. Las huelgas no sirven para definir un programa. Es necesario utilizar otros medios. Por ello nace este escrito. Este escrito nace del movimiento. En concreto del movimiento estudiantil. Este escrito nace de la lucha y nace para la lucha.
Este escrito quiere plantear la necesidad y las posibilidades del movimiento estudiantil de desterrar la lógica izquierdista de luchar “por lo público” de sus luchas cotidianas. En lo sucesivo el texto se referirá al contexto universitario, aunque tenga partes extensibles no solo al resto del sistema educativo sino al resto de estructuras y servicios públicos y estatales, desde las carreteras a la sanidad.
Por la pública
La defensa de la “educación pública” es una especie de moda que el movimiento estudiantil asume como propia desde hace casi 30 años. Es una especie de moda, dicho coloquialmente, porque aunque pudiera tener una justificación racional y estratégica como movimiento, viene impuesta por una corriente de opinión e ideológica que ha ido calando hasta hacerse hegemónica dentro del movimiento estudiantil. Esta defensa aparece en la década de los 80, especialmente con el nacimiento del movimiento estudiantil contemporáneo en la explosión del 86-87. Previamente las luchas estudiantiles tenían componentes políticos y sindicales íntimamente ligados a la ideología y las prácticas de la clase trabajadora en la que se desenvolvían. Esa ideología y esas prácticas se desarrollan durante todo el ciclo largo de lucha de los 70 con la influencia del 68. Pero la influencia del 68 queda reducida a una fachada espectacular cuando dentro del movimiento obrero gana peso la parte “formal” y lo pierde la parte “espontánea”. Esto es, crecen partidos y sindicatos frente a las asambleas, comandos y grupos autónomos que habían marcado el ritmo anteriormente. Eso significó una enorme aceleración de los procesos de recuperación por parte de la socialdemocracia que controlaba el estado español y un ciclo de pacificación social masiva.
En el preámbulo del estallido estudiantil del 86-87 aparece lo que luego se conocería como el Sindicato de Estudiantes. Esta estructura elaboró el discurso de la educación pública, a imitación de cómo se desarrollaba en otros territorios por parte de la izquierda europea más cercana al “estado del bienestar” que a la “dictadura del proletariado”. Desde que ese discurso nace y se generaliza acríticamente entre las asambleas estudiantiles que cíclicamente nacen y mueren ha sido el punto común de todas las luchas que ha vivido el movimiento estudiantil.
El discurso de “lo público” explica panfleto tras panfleto que la universidad pública está en peligro por la inminente reforma, sea cual sea. La universidad pública es entonces un derecho a defender por parte del estudiantado. Pasados unos años, tras varios ciclos como los de los 90, bricall, LOU…el discurso de la pública se tiñe de una cierta nostalgia. Se transmite la idea de que la universidad antes era más pública y estamos en medio de un proceso de privatización. La universidad pública es entendida como lo entendían los ilustrados: un espacio neutral para el aprendizaje y la investigación. Esta concepción, apoyada en una fuerte ideología, está muy vinculada a la creencia de que el conocimiento, la ciencia o la técnica son autónomas de la sociedad en que se desarrollan, es decir, son neutrales y sólo toman un sentido según la voluntad de quién las usa. El discurso de “la pública” se combina con un anticapitalismo de pega atribuyendo la misión de mantener neutral a la universidad al estado frente la parcialidad de “el mercado”. El estado, que en  nuestro caso es la monarquía parlamentaria con sus poltronas autonómicas, es entonces el garante de que la universidad sea un vergel de sabiduría del que podamos disfrutar los hijos y las nietas del proletariado.
Es cierto que se han puesto infinidad de matices a este discurso por parte de muchos de los sectores, organizaciones, asambleas e individuos implicados en las luchas. En el momento actual, mayo de 2013, en la paralización general previa a un cambio de ciclo de los movimientos sociales y en concreto los estudiantiles, es cuando más urgencia puede tener emprender un debate sobre el sentido de las luchas que hemos mantenido y sobre los palos de ciego dados. La superación de un discurso manifiestamente caduco e inútil pueda servir para romper esa parálisis.
¿Por lo estatal?
Los análisis algo más fundamentados y reflexionados sobre la universidad, su crisis y su futuro quedan encerrados en libros a los que el movimiento estudiantil no tiene mucha afición. Libros como “De la nueva miseria. La universidad en crisis y la nueva rebelión estudiantil”, “La universidad en conflicto. Capturas y fugas en el mercado global del saber”[1]  encierran unas herramientas de análisis para interpretar el papel de la universidad que no sólo rompen con el discurso de “la pública” sino que permiten elaborar nuevas herramientas tanto de análisis como de combate para las luchas antiautoritarias en el medio estudiantil.
Este análisis sobre la universidad, heredero del 68 y sus principales impulsores situacionistas, se fundamenta en la cosmovisión marxista de la sociedad de clases para explicar el papel de la universidad. Esta cosmovisión marxista sirve para entender la dominación económica vigente al explicar de forma bastante esquemática las relaciones entre la clase dominada, la trabajadora, y la dominante, la propietaria. Así se distinguen 3 funciones de la universidad en la sociedad de clases:
a)La universidad como aparato de la clase dominante para generar y extender la ideología dominante.
b)La universidad como aparato para la valorización del conocimiento transformándolo en capital.
c)La universidad como medio de producción de cuadros técnicos y de técnicas que servirán a la producción en el mercado capitalista.
Estas 3 funciones están interrelacionadas. En una determinada época de expansión de un sector económico, ese sector necesitará de cuadros técnicos. La formación de cuadros técnicos se hace asignando a las personas un conocimiento transformado en capital individual, un capital que el individuo interioriza y se hace oficial mediante el título. Esta transmisión de conocimiento, en forma de título, transmite ideología dominante al naturalizar la división del conocimiento en áreas, la división del trabajo en categorías patriarcales y asignar un valor a las personas en función de su capital académico. Este es un ejemplo de cómo interaccionan las 3 funciones de la universidad y de la complejidad de las interacciones entre las 3 funciones.
Estas 3 funciones sitúan la universidad como una herramienta de dominación de la clase capitalista independientemente de la gestión estatal, autogestionaria o privada de esta institución. La literatura estudiantil de estos últimos 30 años se ha centrado más en la cuestión pasajera de quién gobierna la universidad que en el problema fundamental que es la función de la universidad. La gestión de la academia es un tema importante que conviene tratarlo con una perspectiva más amplia que mirando solo las consecuencias inmediatas de quién y cómo se gestiona la institución en cada momento.
El avance de las políticas liberales lo que están modificando es la gestión de la institución, para que mantenga sus 3 funciones mientras se gestiona según unos criterios que permiten sacar pasta de la clase trabajadora a la que la patronal fuerza a adquirir una serie de títulos como requisito para ser empleada.
En retroceso y decadencia se presenta el modelo socialdemócrata del estado del bienestar, en que la universidad se gestiona como un recurso que el estado ofrece a la clase trabajadora para adquirir esos títulos que la patronal la exige. Esta concepción, que tiene como fundamento la idea de que el estado es una providencia neutral que mediante la democracia parlamentaria puede ser útil y beneficioso para la clase trabajadora; se sitúa dentro de la ideología dominante en la que la dominación económica del capitalismo es una verdad intocable, como también lo sería el estatismo.
Otro punto de vista que defiende la gestión estatal, más propio de las ideologías anticapitalistas, es el que defiende que la universidad “de masas” es una conquista de una parcela de poder de la clase dominada frente a la dominante y por tanto la gestión estatal la manera más factible de obtener unas ciertas cuotas de control de la institución. Así las relaciones mercantiles que se dan en la universidad –la compra de títulos- siguen la lógica de los servicios públicos y no de la empresa privada, lo que es mejor para la clase dominada. Este punto de vista se ha ido sedimentando en ciertas corrientes pretendidamente anticapitalistas hasta perder de vista que la cuota de poder de clase que se puede tener sobre cierta institución se va desgastando si no supone una ofensiva constante y expansiva a la sociedad de clases, que es precisamente lo que ha ocurrido en estos 27 años de defensa de la “pública”.
Una crítica más dura merecen quienes dentro de un anticapitalismo estético han querido resolver la evidente incongruencia que supone defender lo que percibimos que es una herramienta de dominación con la receta mágica y ambigua de la autogestión o de lo popular. Ante el proceso privatizador y frente al decadente estado del bienestar  se acepta renunciar a la palabra “público” por ser un vocablo desgastado por las corrientes ideológicas antes descritas y se reemplaza por la universidad autogestionada o popular, sin un mayor análisis. Es un síntoma de la inercia que llevan los movimientos anticapitalistas que hace que sus luchas sean estéticas y espectaculares el hecho de que el discurso que se presenta en el ámbito universitario para romper con la corriente hegemónica en el movimiento estudiantil sea caer en la trampa de discutir el modelo de gestión sin entrar a discutir el objetivo de esa gestión o haciéndolo muy de pasada para rellenar líneas en un panfleto. En todo caso, si esta postura supone un peligro enorme para el movimiento estudiantil es por la falta de pensamiento estratégico y táctico que supone. Ni desde el punto de vista de clase económica dominada, ni desde el punto de vista del individuo coartado, emprender una lucha en el medio estudiantil por la autogestión de la universidad puede llevar ni individual ni colectivamente a trazar estrategias de victoria porque obvian la naturaleza absolutamente dependiente de la academia, eje de la universidad, del resto de la sociedad tanto por su naturaleza material(falta de recursos) como por lo intelectual(contexto en que se da).
Saltemos la trampa.
Tenemos ante nuestro movimiento la necesidad de sacudirnos de un lastre teórico y es que no tenemos programa para la universidad en la que luchamos. Como se ha apuntado hasta ahora en este escrito la cuestión del carácter público-privado-popular de la universidad no debe ser el eje principal de nuestro discurso sino una consecuencia de este. El eje principal de nuestro discurso debe contemplar sobre todo el objetivo de la universidad y debe atravesar nuestra vida actual, sin idealizaciones, y llegar a la vida que aspiramos, sin matices. Eso significa ser radicalmente sinceras con nuestra situación de estudiantes y con nuestras aspiraciones anticapitalistas. Clarificar la cuestión de nuestra situación nos servirá para trazar estrategias y definir nuestras aspiraciones para concretar los fines de la lucha.
Ser sinceras con nuestra realidad como estudiantes: El movimiento estudiantil no deja de ser un movimiento social, colectivo y con aspiraciones colectivas, por lo tanto lo más inteligente es articular nuestra conciencia como colectivo, como estudiantado. Siendo estudiantado y según las 3 funciones llegamos rápidamente a la conclusión de que los estudiantes somos mercancía desde el punto de vista del sistema universitario. Desde nuestro punto de vista, ver la universidad como una institución por donde la gente de nuestra clase debe pasar para poder acceder luego a unas condiciones laborales algo mejores, nos sitúa como clientes de la universidad. Desde nuestro punto de vista, y en esto hay que ser sinceras, si estamos en la universidad es por el título. La romántica afirmación de que a la universidad se va a aprender por voluntad propia es un enemigo del movimiento estudiantil que tenga conciencia de clase, porque niega u obvia que en la sociedad autoritaria no hay espacio para nuestra voluntad si no se conquista luchándolo. En concreto niega que dentro de la dominación capitalista, la clase dominada se vea forzada a seguir unos ritmos de vida impuestos por la producción, que es precisamente lo que ocurre con la juventud forzada a comprar títulos universitarios para cumplir la función que la patronal espera para ella.
Esta visión de nuestra situación actual nos abre varios frentes de actuación que chocan con la ambigüedad con la que se emprenden luchas a día de hoy.
Primero: Las luchas estudiantiles puramente materiales, como las que giran en torno a los precios de matrícula, las normativas académicas, la estructura de las titulaciones, la carga de trabajo, la propiedad intelectual…se pueden enfocar desde un punto de vista netamente sindical y aplicar toda la experiencia organizativa y de combate acumulada por el movimiento obrero sin necesidad de matices. A día de hoy, las luchas supuestamente sindicales en el medio universitario se tiñen de estudiantiles y todas se ven fuertemente influenciadas por la defensa del modelo “público” como antes se ha descrito. Actualmente, en época de recortes como vía rápida para la reestructuración y puesta en marcha de la universidad-empresa, los conflictos surgidos como la subida brutal de tasas se están gestionando como ataques a la universidad “pública” y como situación colateral, ataques a la clase trabajadora. Desde un punto de vista de clase como el propuesto, la subida de tasas es una consecuencia de unos cambios en la universidad que van en contra de la universidad como manera de redistribuir los beneficios, facilitando la compra de títulos a las trabajadoras, y por tanto una reconquista de la clase dominante de un terreno perdido en los 70. En este ciclo de transformaciones regresivas en la universidad podría, desde el propuesto punto de vista, articular la respuesta tanto defendiendo la adquisición “barata” de títulos para nuestra gente como atacando sindicalmente a las empresas y sectores que exijan a sus empleados haber comprado unos títulos que ahora nos son inaccesibles. Además, al resituar el debate en términos de clase como condición material se hace tabla rasa entre estudiantes de lo público, de lo privado y de lo autogestionado. Esto abre un campo de lucha tabú hasta ahora en el movimiento estudiantil que son por un lado los centros privados y la gente que va a ellos, muchas veces bajo la banalización de afirmar que quién va ahí es gente adinerada cuando no la realidad es que es la misma gente que va a la “pública”; y por otro lado la inclusión en el movimiento estudiantil a toda la gente que participa de la educación no formal que se da dentro de todos los movimientos sociales de forma más o menos explícita.
En suma, esta propuesta de acción en la universidad significa dejar de defender una universidad pública para defender una universidad que sirva a las clases dominadas y a nadie más, pues eso precisamente es arrebatarles parcelas de poder al capital y al estado. Que las luchas estudiantiles giren en torno al sometimiento de la universidad a los intereses de los trabajadores llevará sin duda a clarificar las posiciones de las clases en conflicto en la actualidad, todo lo contrario que lo que se consigue con discursos ciudadanos y demócratas.
Merece una mención el hecho de que dentro del contrapoder sindical que podría suponer un movimiento estudiantil declaradamente clasista, la reivindicación de la defensa de la gestión “pública” podría ser parte de un programa estratégico a corto plazo. Desde el punto de vista de clase se puede defender la gestión “pública” de las instituciones universitarias como mal menor frente a lo privado, pero sin perder de vista que esta defensa de la gestión pública es circunstancial, no fundamental, y que es una mínima parte de lo que está en juego.
Segundo: El otro frente que permite desarrollar esta concepción es “liberar a la academia”. Al desvincular nuestra relación con la universidad con toda inquietud académica y reduciéndola a lo material dejamos un campo enorme de actuación que es la estructuración de realidades que nos permitan, no solo como movimiento estudiantil sino como clase dominada, la socialización del conocimiento y la creación embrionaria de la “universidad” anticapitalista. Al negar que sea la universidad como institución el campo en el que deba socializarse el conocimiento, por ser esta institución una mera herramienta de dominación, nos forzamos a crear herramientas de aprendizaje e investigación colectivos. Esto no significa que se deba renunciar a la infraestructura física ni intelectual de la universidad actual, pero si necesariamente a su sistema de funcionamiento. Eso significa que el movimiento estudiantil puede y debe desarrollar sistemas de aprendizaje colectivo en las facultades y escuelas, con el conocimiento que se maneja e instrumentaliza en ellas, pero lejos de la reglamentación y la lógica que impone y reproduce la universidad, osea, sin títulos. Queda claro, que dentro de esta vía de actuación no hay espacio alguno para la defensa de la “pública”.
Ser sinceras con nuestros fines como anticapitalistas: La visión clara sobre nuestros fines a lo que nos conduce a reconstruir el comunismo y la anarquía, ambas metas que las clases dominadas se han marcado como objetivos a lo largo de la historia, con esos o con otros nombres. En el área de la universidad el objetivo es importante definirlo porque sirve para trazar los métodos y estrategias de la “liberación de la academia”. La universidad que el movimiento estudiantil define como modélica, dentro de los desvarios de confundirla con la “pública”, es ese espacio imposible en una sociedad autoritaria en la que la universidad es un espacio donde el conocimiento, su transmisión y expansión, se realizan en libertad de estudio, cátedra e investigación. Eso significa resituar las funciones de la universidad en su posición ideal de espacio neutro en donde encontrar conocimiento y técnica, por lo que estamos ante una universidad anárquica, sin autoridades académicas ni influencia de dominación alguna. Pero ello, y no debe perderse nunca de vista, será imposible en la  sociedad patriarcal -que nos somete por género-, capitalista –que nos somete por nuestra necesidades económicas- y estatista –que nos somete por el lugar en que vivimos-. Eso sitúa al movimiento estudiantil que aspire a esta universidad anárquica como un movimiento necesariamente rupturista con la universidad actual dado que es parte del entramado de la dominación que hoy padecemos.
La propuesta aquí presentada es la de llegar a la ruptura mediante una lucha estudiantil muy proletaria y la construcción de la universidad anárquica en paralelo. Que ya va siendo hora de que empecemos a tomarnos en serio nuestra capacidad de transformar las cosas.

[1] De la nueva miseria. La universidad en crisis y la nueva rebelión estudiantil. Joseba Fernández, Carlos Sevilla y miguel Urbán. Akal. Madrid. 2013.
La universidad en conflicto. Capturas y fugas en el mercado del saber. Edu Factory y Universidad Nómada. Traficantes de sueños. Madrid. 2010.
BARCELONA, MAYO DE 2013
NIHIL
nihil.org@gmail.com

Rescatamos estos textos para el debate entre compañeros y compañeras. Respuestas y anotaciones, críticas, debates realizados en torno a 2003-2004 (o por ahí)... 1. Más aún que la necesidad de analizar las prácticas y teorías pasadas, para anclar en ellas nuestra realidad y nuestro hacer histórico, se hace necesario (el “más aún” es un “junto a” también) una apuesta decidida por el análisis dialéctico del realmente existente. El posicionamiento ante conflictos más o menos ciertos como el actual marco de relaciones Euskalherria-España, la miseria del obrerismo en sus últimos estertores (el caso Fontaneda es más que típico), la lógica ecológico-capitalista de buena parte de los grupos de la izquierda esclerótica, etc. etc. Si en el pasado debemos asentar nuestras carnes y cabezas para entender y atacar con una lógica revolucionaria propia (no burguesa, teniendo en cuenta que nuestras cabecitas como nuestros deseos están impregnados de apestoso perfume burgués-pequeño propietario), tan cierto como esto es que debemos tender a una asumción de nuestro papel histórico y dejarnos de florituras-papelerías para apostar seria y decididamente por la constitución del comunismo mundial en tanto que movimiento real de destrucción-negación de lo existente. La clarificación del programa, ciertamente, no puede ser entendida como una “posibilidad”, sino como una necesidad real del movimiento. Es bien cierto que “cada paso del movimiento real vale más que una docena de programas”. Pero también es cierto que ese paso del movimiento real es en sí mismo ya una clarificación del programa revolucionario en tanto que la práctica y la teoría no pueden ser separadas (tan sólo dialécticamente, para volver a unirse en una más alta realidad). Aceptamos la “centralización” como el primer paso de la clarificación programática: la total negación de cualquier pensamiento sectario, de toda ideología, de cualquier sigla o partido que se reclame”el Partido” (que no es otra cosa que el movimiento real, centralizado y organizado, de la clase explotada, el comunismo). Por tanto, no oponemos la centralización a la clarificación prográmatica. De hecho, nuestra práctica, nuestros intentos de crear una verdadera comunidad de lucha revolucionaria en nuestro aquí y nuestro ahora, han provocado: 1º. La discusión y posterior clarificación de nuestras intenciones, métodos y modos, tarea en la que debemos seguir envueltos en la medida en que asumimos que no hay panaceas y que el movimiento se hace andando-rompiendo con todas las falsificaciones (sobre todo, con nuestras propias falsificaciones); 2º. La clarificación programática en torno a una serie de “principios básicos” que posibilitan la centralización en torno a ellos. Es decir, la comunidad y la unidad en la lucha sólo se pueden conseguir con la gente que, antes, ya o luego (pronto), adopte unos determinados principios teórico-prácticos. De todas formas estos principios que aquí señalamos son sólo una propuesta que nos gustaría ver respondida por los compañeros (el resto, por favor, que se calle): · La consigna “abolición del trabajo asalaridado y del dominio de la mercancía” como centro del programa revolucionario (y como afirmación de ruptura con toda secta socialdemocráta, izquierdista, anarquista, etc.). · La asunción de la violencia de clase como forma de la negación práctica asumida ya por los sectores más avanzados del movimiento a nivel internacional. · La comprensión del terrorismo separado (entendemos terrorismo separado en la medida en que lo ejerce una organización separada) como negación de la propia violencia revolucionaria ejercida por la totalidad del movimiento en marcha. Aquí sería necesario quizás decir algo más pero creemos que el papel del terrorismo como perfecto enemigo público del sistema capitalista está asumido por los compañeros. ·La afirmación rotunda del carácter social de la revolución, en la medida en que lo social encierra en sí todas las separaciones (lo económico, lo político, lo militar, etc.). ·La crítica y el cuestionamiento de los conceptos de autoritarismo y antiautoritarismo en los que se han “sectarizado” anarquistas y comunistas (la certeza de que sin la imposición brutal de nuestros deseos -la dictadura del proletariado- no puede haber verdadera revolución comunista) ·La negación de las siglas y los partidos formales como negación de la posible y necesaria constitución autónoma del proletariado y de su centralización revolucionaria a todos los niveles (local, nacional, internacional, Mundial) En principio, tampoco queremos añadir más, sólo sugerir unos puntos tomados de unos compañeros canadienses en los que apuestan por tareas específicas concretas como forma de desarrollar, ampliar, extender en la práctica el comunismo (movimiento real como decimos, el que lo entienda como un estado a alcanzar está hablando de cosas distintas que nosotras). Dejamos la palabra a los compañeros: “En conclusión la acción directa es la única esperanza para l@s excluid@s, el único medio disponible para la supervivencia y la dignidad. Nuestras estrategias para llevar esta lucha hacia adelante deben centrarse en tres áreas: -Ataques conscientes a las instituciones causantes de la opresión. -Propaganda. -Esfuerzos permanentes para organizar grupos de afinidad y grupos de base con objetivos explícitamente revolucionarios.” Quizás también sobre todas las cosas: asumir nuestro papel histórico, potenciar la creación de situaciones de imposible retorno (aún en revueltas-conflictos parciales, puntuales fácilmente asimilables en apariencia), Conspiremos con verdad, compañeros, UHP. Castilla o la desolación de la quimera. 2. RESPUESTA A LA PROPUESTA SOBRE EL PROGRAMA Coincidimos plenamente en que la clarificación programática no puede ser entendida simplemente como una posibilidad, sino como una necesidad real del proletariado. y recibimos positivamente ese posicionamiento en favor de la centralización de las minorías proletarias, algo indispensable para nuestra clase. Sin embargo, no podemos dejar de anotar ciertos aspectos que consideramos erróneos en tal iniciativa y que representan trabas en el avance hacia la centralización de estas minorías. La centralización de las minorías proletarias que están desparramadas en el mundo ha tenido y tendrá siempre como objetivo el unificar bajo un mismo cuerpo las practicas comunes que esas minorías hacen de forma separada rompiendo con el estado de aislamiento, creando una comunidad de lucha. Esa centralización solo tiene sentido exclusivamente entre aquellos que efectivamente llevan a cabo una practica común. Si esto es así, es erróneo plantear una serie de principios para organizar tal centralización, ya que es esa práctica común la que nos posibilita la centralización y no tales principios. Además, no podemos pensar que en todos los países el proletariado posea el mismo desarrollo ni la misma forma de expresarse. Y lo que es peor no hay nada mas propicio que unos principios para los oportunistas, para aquellos que aceptando esos principios de forma teórica llevan una práctica totalmente contraria a nuestra clase. Bajo esta afirmación de que lo que se trata no es en absoluto de centralizarse en torno a unos principios, sino en base a una actuación real existente; es bajo la que proponemos lo siguiente: 1. Respuesta ante los diversos ataques que la burguesía lanza masivamente contra nuestra clase en el aislamiento (guerra en albania, en Afganistán, la que se esta preparando de nuevo en Irak...). 2. Respuesta a las diversas sublevaciones proletarias que tengan lugar (Argelia, Argentina...) 3. Intercambio de informaciones (prensas, publicaciones, criticas, informaciones de luchas…) Hablar de centralización tan pronto seria un poco ilusionista. Conformémonos con empezar a coordinar ciertas funciones fundamentales, tales como estas y establecer ciertas estructuras organizativas para afrontarlas. Será con el funcionamiento coordinado de diversas actividades con el que se avanzará hacia esa centralización, avanzando hacia la discusión programática, hacia la centralización de la prensa... Respecto a la práctica común cabe señalar a que práctica nos referimos: 1. Nos referimos a todos los que luchen contra todas las formas del capitalismo, se presente bajo la forma democrática o bajo la forma dictatorial que no es más que la tapa externa para esconder la dictadura de la burguesía. 2. Nos referimos a todos los que luchan fuera y contra los partidos que no hacen mas que seguir la lógica de la separación burguesa puesto que no son mas que engranajes de la maquinaria capitalistas para dividir y someter al proletariado. 3. Nos referimos a todos los que luchan fuera y contra los sindicatos pues los reconocen como los intermediarios y negociadores del grado de explotación del trabajador. 4. Nos referimos a los que rompiendo con todas las ideologías llevan a cabo una lucha por recuperar la autonomía de clase del proletariado 5. Nos referimos a todos los que ven en la lucha de sus hermanos de clase de otros países su lucha y actúan para unificar dichas luchas. 6. Nos referimos a todos los que ponen por delante de los intereses particulares de tal fase del desarrollo del proletariado los intereses del movimiento proletario en su conjunto. 7. Nos referimos a todos los que mantienen viva la práctica comunista de nuestra clase, sabiendo que el antagonismo de esta sociedad se resume en uno: proletariado-burguesía, comunismo-barbarie. Solo para los que llevemos esta práctica común nos es posible establecer contacto para avanzar en esa centralización. Ninguna clase de principios puede asegurar la consolidación de una centralización realmente efectiva del proletariado, solo la practica pone a cada uno en su sitio juzgando la verdad de sus posiciones teóricas (ambas efectivamente se funde en una). Lo que si que habría que hacer si es que esto sigue hacia delante seria el concretar efectivamente ese tipo de respuestas, el poder crear un encuentro. Una última cosa, respecto a las palabras de los compañeros canadienses creemos que no son adecuadas para esta iniciativa. Especialmente su primer punto ("Ataques conscientes a las instituciones causantes de la opresión.") debido a la diferente fuerza y organización del proletariado en los diversos paises. (compañeros del Arde) 3. Considero que el "análisis dialéctico de lo realmente existente" va a conllevar inevitablemente el análisis de las teorías y las prácticas pasadas precisamente por ser dialéctico; por ejemplo no se puede analizar la alienación mercantil del deseo (base real del sistema ideológico) sin atender tanto al desarrollo histórico de la mercancía como a la negación por el deseo. La apuesta es pues por el análisis de la realidad, para ello se parte de lo tangible como concreción actual del movimiento histórico y de ahí se llega a la historia no ya como abstracción (algo que la ideología leninista en su versión actual hace: parte del pasado y con él justifica el presente) sino como desarrollo material que culmina hoy. Entiendo por posicionamiento nuestra existencia en la historia que,en su momento actual, se presenta bajo formas como las que sirven de ejemplo (Fontaneda, etc) Es la actuación consciente en los conflictos que existen, abiertamente y con claras intenciones que no han de verse subyugadas bajo lo inmediato (aquí la conciencia). Esto lleva a la disolución de falsos problemas cuyos términos afrontados desde una perspectiva revolucionaria (es decir, desde la conciencia de clase) se replantean en otro plano superior. Nuestra acción ha de tender a realizar este nuevo problema que se planteará (lo cual quiere decir que no sólo hace falta analizar la realidad y hacerla evidente sino también resolverla lo cual implica medios técnicos e inteligencia). Esta es la lógica revolucionaria, la negación de la negación, y ella nos distingue de cualquier reformismo , pues es una totalidad que trata a su contrario como totalidad (esto subyace en toda acción) y de ideologías pues no se trata de ningún intento constructivo -debemos guardarnos ante todo de ser constructivos- sino en la negación concreta de las circunstancias concretas (se hace pues "sobre la marcha"). “Necesidad de centralización" es una tautología: hay centralización en el movimiento real, luego es necesaria. Pero el movimiento real no está sobredeterminado más allá de él (sentido teleológico de Hegel) sino que es una producción, el fruto de nuestra actividad. Así pues nuestra actividad lleva a la centralización (es su tendencia) y por lo tanto la centralización se hace consciente primeramente como necesidad. Existe su posibilidad (la hemos creado)pero como mero momento de su existencia que no puede ser sorteado (no hay otras posibilidades para avanzar) sino rebasado u olvidado junto a todo lo demás. Hay que realizar la centralización como exigencia histórica y no como cabala, la necesidad parte de la realidad. Hay que entender la centralización como algo que se concreta con cada paso del movimiento y es obvia la unidad teórico-práctica que éste es. La realidad de la centralización contiene la realidad del comunismo pues éste sólo tiende a ella (experiencia histórica). Pero se hace necesario aclarar un punto: el comunismo es la expresión de la esencia del proletariado que se realiza superando ésta su última forma alienada. Esto no quiere decir que todo el proletariado sea comunista, ni ahora ni en momentos revolucionarios sino que es la posición más consciente y coherente. Hoy en día es asumida por unos pocos que por lo tanto se sitúan, de hecho, en la vanguardia. Así pues hay que asumir la centralización de la vanguardia negando los sectarismos, ideologías, etc (y con esto me refiero a su aniquilación real, con la fuerza que sea necesaria) como manifestaciones en un mundo no revolucionario de la negación de la revolución. El papel de la vanguardia ha de ser analizado más extensamente. Por otra parte la centralización real de las luchas del proletariado es por ahora nuestra actividad. -La consigna "abolición del trabajo asalariado y del dominio de la mercancía" no ha de ser tal consigna sino consciencia (realmente dudo que en esa frase halla un error de otra índole que el gramatical y por despiste). Marca, además, nuestro nivel cualitativo: es una concreción del concepto "emancipación de clase" la superación del comunismo tosco diría Marx) que señala con quíen podemos relacionarnos de igual a igual y con quién de otro modo determina pues una diferenciación táctica) -“La asunción de la violencia de clase..." LA violencia de clase es la existencia de la clase trabajadora que de por sí es la contradicción (aquí la violencia) del capitalismo. Los métodos que ya son asumidos por los sectores más avanzados (¿sectores de qué? sobre esto hay mucho que discutir) están basados en esta violencia y son su desarrollo. Hay que afrontar la violencia así, no como una actividad sino como la esencia de la actividad. (compañeros del Dies Irae) 4. EN primer lugar, estamos de acuerdo con el hecho de que la centralización no se produce en torno a principios sino a hechos. Esto implica que no hay una determinación teleológica de la actividad sino que resurge contínuamente en todos los contextos y tiende a unificarse no como repetición sino como una búsqueda nueva que se reencuentra con las anteriores por su coincidencia. Así pues no hay una necesidad exógena que sobredetermine nuestro movimiento (decimos nuestro porque lo realizamos nosotros) y, de hecho, todo intento de solidificarlo en esa idea ha de ser combatido: precisamente ése es el proceso de ideologización. Pero es necesario señalar que no se trata de "unificar bajo un mismo cuerpo las prácticas comunes que estas minorías hacen de forma separada". Esto supondría un mero aumento cuantitativo, siendo, en verdad, la centralización (que es claramente un término descriptivo y no un principio como hemos dicho más arriba) un movimiento cualitativo. Es decir, las prácticas aisladas no se unen exponencialmente en un cuerpo común sino que salen de su aislamiento mediante una ruptura con lo que de aislante tiene su propia actividad, superándola y hallando en la centralización no sólo una coordinación sino, más allá, un momento superior en el que permanece sólo lo realmente efectivo de la práctica anterior. Esto se realiza mediante una clarificación teórica, un contraste histórico de experiencias y, muy especialmente, la realización de las nuevas posibilidades que se presentan. ¿Cuál es el sentido actual de la centralización? la unión de los comunistas. La creación de una vanguardia efectiva que realice la tarea histórica que le corresponde. Ésta dista mucho de los puntos propuestos pues son una mera reacción ante la realidad mientras la vanguardia comunista (en el sentido de Marx y no de ningún tipo de leninismo teórico o estructural) es durante su tiempo histórico (al que ella dará comienzo y, menos claramente, fin) el motor revolucionario. No se limita a analizar pasivamente la realidad o a "defender" algo (su clase, su territorio político... es todo lo mismo) sino que trabaja por la destrucción de lo existente y este trabajo histórico es consecuentemente real (es decir, se puede ver su resultado en la realidad que modifica). La vanguardia avanza y con ello clarifica el posible camino revolucionario. Así, la I.S. afirmaba que ellos traerían la revolución. El trabajo de los revolucionarios es la creación. Nuestra propuesta en este sentido es la de crear una unión activa que no se limite a la coordinación de unas prácticas que no son pobres por estar aisladas sino que están aisladas por ser pobres (pensar lo contrario es simplemente maniqueísmo). Por último, discutir el punto 6 de los propuestos: los intereses particulares de una fase del desarrollo del proletariado son los intereses del movimiento proletario en su conjunto. Precisamente lo son porque el desarrollo del proletariado lleva a ese “proletariado en su conjunto". No se trata pues de anteponer unos a otros sino de llevar a cabo una actividad dialéctica en todo momento que ayude a la superación de las limitaciones iniciales. (compañeros del Dies Irae). 5. Lo que creo que se repite bastante en los textos que han circulado (sólo tres por ahora -los tres primeros- pero intensos) es la concepción inmovilista (adialéctica) de los planteamientos sobre la acción en forma de centralización. Se ha concebido en gran parte como tendencia “necesaria”, es decir, como un producto del sino. Pero no es así, es una actividad (la nuestra) que si se descuida, se lleva mal a cabo, etc., dará unos resultados negativos. Hay que exponer claramente la realidad de que la acción es un trabajo (es decir, una producción social) que no se mueve por sí misma y que como trabajo histórico es decisión y no capricho. Esto implica que la centralización hay que realizarla con conciencia de su “necesidad” (término qie refleja una tautología: se impone luego es encesaria) como conocimiento de su realziación. Hay que concretar los términos en los que hay en día queremos realizarla, aquí está la diferencia entre algo que se da y algo que avanza como creación: es maleable y exige su concreción. Creo que hoy en día es necesaria una unión de los comunistas con vistas a una acción llamémosla de vanguardia, es decir, la clarificación de la realidad. Con esta clarificación me refiero tanto al análisis que construye una teoría como a su comunicación continua, lo que podríamos llamar la acción en la realidad en base a esa teoría tanto obviamente no es un trabajo científico del tipo matemático (me refiero a esto tal y como lo concibe Hegel) ya que existe dentro del desarrollo revolucionario como un momento de él, luego hay que olvidarse de la evangelización y aceptar que la realización de la teoría y su comunicación superándose así las posturas de propaganda típica ya que se comprende que la actividad ya ya subversiva es una exigencia de la teoría técnicamente: un panfleto y una pedrada o una exporpiación son métodos utilizables por igual. Yo propongo la unión ya de los comunistas, formalizándola de inmediato mediante la actividad concreta inmediata. Proyectos concretos y tangibles es lo que se necesita. (contribución de un compañero a título individual). 6. Queridos compañeros: Hemos leído con mucho interés la polémica entre ustedes a pesar de no tener disponible el "texto sobre el programa" al que hacen referencia. Queremos aquí subrayar nuestro total acuerdo con los compañeros que dicen que la centralización que interesa a nuestra clase no puede partir de principios, ni de ningún programa formal sino que la misma solo tiene sentido entre quienes ya desarrollan una práctica común. También estamos de acuerdo en la propuesta de base que los compañeros efectúan, en los criterios de práctica común elaborados (los criterios se basan en la lucha común contra los enemigos comunes y no en precondiciones ideológicas) y en que los primeros pasos debieran ser la coordinación de ciertas acciones de clase en coherencia con las sublevaciones proletarias o/y contra los ataques burgueses e intercambios de informaciones, creación de estructuras organizativas internacionales mínimas, etc. En esa dirección podríamos en el corto plazo elaborar consignas demarcatorias, generales y unificadoras que los diferentes grupos o compañeros incorporen en todo material publicado y que vayan caracterizando nuestra perspectiva común. Como lo hemos desarrollado en trabajos anteriores para nosotros es crucial que la centralización se opere sobre la base de la comunidad de prácticas comunes y no sobre la base de principios o de acuerdos de congreso. Aprovechamos la oportunidad para contarles que nos fuimos apropiando de esta posición de base en contraposición con el congresismo desarrollado entonces por grupos como Battaglia Comunista y la CCI y en base a elementos históricos pero también intuitivos de ruptura proletaria. Basándonos en la experiencia general del proletariado internacional, en la contraposición acción directa versus parlamentarismo y congresismo y particularmente en la contraposición existente en los años 30 entre creación formal de la Internacional (posición del trotskismo y de otros sectores de la oposición de izquierda) y las posiciones de la izquierda comunista en diversos países utilizábamos al principio la misma terminología que éstos últimos. Así oponíamos al congresimo la comunidad de trabajo. Por supuesto que nos referíamos a la comunidad de trabajo militante, pero el significado no era claro y en algunos idiomas, como en alemán, dicha expresión (comunidad de trabajo) es idéntica a la utilizada por la socialdemocracia primero, por el nazismo luego para designar el esfuerzo productivo conjunto de patronos y obreros. El horror a esta interpretación/confusión nos empujó a definir mejor toda la concepción y a buscar expresiones terminológicas más claras hasta que adoptamos definitivamente el termino comunidad de lucha. Ahora bien el termino comunidad de lucha contra el capital y el estado es evidentemente mucho más amplio de cómo lo utilizamos en esta discusión y es importante aclararlo. La comunidad de lucha tal como la entendemos define una fuerza histórica en constitución independientemente de la conciencia que acerca de la misma tienen sus protagonistas. Está compuesta por decenas (y tal vez hasta centenas) de miles de proletarios que asumen la lucha contra el capital. Pero esa inconsciencia de constituir una sola comunidad con objetivos comunes es evidentemente su mayor debilidad. Por eso, al interior de la misma, nos dirigimos a las minorías que no solo forman parte de ella (por su práctica, evidentemente), sino que además actúan en forma voluntaria, permanente y consciente para que dicha comunidad se desarrolle, se centralice, se fortifique hasta transformarse en una fuerza (el proletariado constituido en partido) capaz de destruir la sociedad capitalista. En ese sentido pensamos que es más correcto no hablar de "crear una comunidad de lucha revolucionaria" sino de asumirnos como parte de la comunidad de lucha realmente existente, en la que no tenemos intereses particulares diferentes a los otros compañeros de la misma. Nuestra acción no es la de aportar la conciencia al proletariado, sino la de actuar en toda lucha proletaria poniendo siempre adelante los intereses generales del proletariado y el proyecto revolucionario frente a toda tentativa de parcializar (y liquidar) la acción o los objetivos de la lucha proletaria. La cuestión crucial hoy es que la comunidad de lucha proletaria no se asume como tal que los proletarios que en diferentes partes del mundo enfrentan a su enemigo histórico no saben que sus hermanos en otras partes luchan contra lo mismo y por lo mismo. En general cree que lo que sucede en otra parte tiene otros objetivos. Toda la estrategia de dominación se basa precisamente en la reproducción ampliada de esa inconsciencia de formar una misma comunidad, todos los aparatos de dominación (partidos, sindicatos, medios de información, iglesias, gobiernos, ong...) buscan separar al proletario del proletario, intentan atribuirle objetivos parciales y parcializadores al movimiento social de cada región (nacionalismos, reformismos, objetivos étnicos, religiosos...)... Al respecto no estamos de acuerdo con decir que la "necesidad de la centralización es una tautología hay centralización en el movimiento real, luego es necesaria". El problema es que no la hay, la comunidad de lucha es tan inconsciente que no se asume para nada la centralización necesaria. Por eso si el objetivo consciente de nuestros enemigos es que no nos reconozcamos en nuestro movimiento, nuestro objetivo es exactamente el opuesto la unificación del movimiento realmente existente, el desarrollo de su propia fuerza, de su propia conciencia de ser un solo movimiento, la coordinación, la centralización ... En esa perspectiva acordamos e insistimos en proponer como base concreta de delimitación práctica los 7 puntos expuestos por los compañeros y buscar la forma de concretar lo antes posible los puntos de acción propuestos en la misma carta. Claro que la redacción de aquella delimitación es perfectible y que en la medida que avancemos en la coordinación de la acción común seguiremos mejorando dichos puntos. Acordamos e impulsaremos los puntos propuestos para "el funcionamiento coordinado de diversas actividades que se avanzará hacia esa centralización, avanzando hacia la discusión programática, hacia la centralización de la prensa"... y en ese proceso proponemos la elaboración de consignas claras y delimitatorias como afirmamos antes. Al respecto nos parece muy importante afirmar "la abolición del trabajo asalariado y del dominio de la mercancía" (nosotros diríamos más prosaicamente de la mercancía misma, o de toda la sociedad mercantil). También consideramos imprescindible levantar consignas complementarias de aquella como: "dictadura revolucionaria del proletariado", "destrucción del estado" y en forma más concreta todavía consignas contra la guerra y por la revolución (tu enemigo está en tu propio país... es "tu propia" burguesía o estado) que unifiquen al proletariado contra el sistema social que en todo el mundo contiene la civilización de la guerra: el capitalismo. En concreto vemos la posibilidad de 4 o 5 consignas claras (y tal vez una central) que acompañen diferentes acciones, publicaciones, volantes, en todas partes en las que cada vez más compañeros (como UHP) comiencen a reconocerse. Las mismas podrán empezar o concluir textos o volantes, utilizarse en pintadas o en cualquier otra expresión que trate de cuestiones más locales dándoles siempre una perspectiva más internacional y en la afirmación de esta práctica coordinada ir desarrollando la conciencia de todos de conformar una misma organicidad revolucionaria. Abrazos internacionalistas. (GCI).

Por el combate en el ámbito laboral

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De la memoria reciente de la lucha de clases

Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
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