Mostrando entradas con la etiqueta reflexión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reflexión. Mostrar todas las entradas


 

Después de unos meses de ausencia regresa el boletín Contra la Contra, esta vez con un breve balance sobre la situación mundial actual con la que los proletarios venimos lidiando día con día.


PDF de la publicación: https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/files/2020/12/Contra-la-contra-no4.pdf


*******

Translation in English: 

and in French:




La pandemia es domesticación




    "La palabra mágica “seguridad” se impone frente al delincuente como ante el terrorista y el virus, y la crisis sanitaria muestra hasta qué punto el Estado obtiene nuestra sumisión en nombre de la salud."
    Gilles Dauvé

En la sociedad del Capital los discursos que se nos presentan como “verdades” son expresados por diferentes portavoces de la clase en el poder, desde los medios masivos tradicionales hasta los supuestos medios alternativos, junto al sin número de redes sociales digitales. De este modo, el discurso informativo que nos advierte desde principios del 2020 acerca de la pandemia del Covid-19 evidencia que la información desde el poder se pretende inobjetable, a tal grado que no solo suscita consenso
entre los organismos de la burguesía, sino que ésta es aún reforzada a través de la opinión pública de las redes sociales y hasta de los supuestos medios disidentes.

La cuestión no es si la enfermedad es altamente infecciosa o si se deben seguir medidas de protección y cuidado o no. Es obvio que estamos frente a un virus que se propaga rápido y que en una minoría de personas infectadas causa la muerte. Aquí el problema es que el conjunto de información es tergiversado e instrumentalizado para validar cualquier acción del Estado capitalista. Desde encerrar obligatoriamente a una población, matar a personas que tuvieron el infortunio de salir durante
un toque de queda, justificar el hecho de que los individuos deben aislarse de sus seres queridos o recluirse sin tener qué comer; porque aquí, como en muchos lados sobre el planeta “cada uno se rasca con sus propias uñas”.

Desde que se expandió el virus por el mundo, los noticieros no hicieron otra cosa que bombardearnos con noticias de los miles de muertos, notas sobre hospitales a reventar de pacientes, ahondando en supuestos tan contradictorios que al día de hoy sólo causan estupor, más una cantidad de información improbable, confusa y sesgada venida de los “expertos”. Todo ello con un claro objetivo de perturbarnos para de este modo aceptar guardarnos en confinamiento. Sin cuestionar un ápice esta jodida situación. Sin importar que en nombre de la “salud pública” nos han quebrado la salud mental, y a lo sumo, han hecho cada vez más difícil la sobrevivencia del día a día.

 

La santa “verdad”

 Anteriormente cuando se nos quería hacer creer en algo, imponernos la fe o someternos al designio de un amo era necesario la biblia en la mano y la espada en la otra, hoy no han cambiado tanto las cosas, solo se ha cambiado la biblia por el argumento “científico” en boga, sin faltar el garrote y el fusil cuando éste no basta. Hoy día la visión positivista recalcitrante que antepone la nueva fe “científica” intenta hacernos creer que fuera de sus verdades (temporales y transitorias) no hay más verdad, y cualquier otra especie de interpretación o análisis que no esté certificado por los institutos o no haya sido validado en los  “papers” científicos carece de valor y debe descartarse a la primera.

¿Acaso el pensamiento científico o, mejor dicho, lo que han validado las instituciones burguesas y puesto ese sello, debería ser la base para regir, controlar y gestionar nuestras vidas, como si fuésemos sujetos de un experimento, sin más, simples ratones con los que se ejecuta el disciplinamiento social, el control y los diferentes proyectos de dominación sobre nosotros?

Entonces, ¿Por qué deberíamos creer que los designios sanitarios del capital ahora son neutrales si parten de una concepción burguesa de lo que es la higiene, la sanidad y la salud del cuerpo humano?; ¿Desde cuándo la OMS, la institución de la ciencia, los hospitales y la industria farmacéutica son los aliados de la humanidad?

En este sentido es necesario entender que la situación actual es una continuación de lo que comenzó en los orígenes del Capital: separar al ser humano de su propio cuerpo y de su ser colectivo, negándole la
subsistencia primero, y luego, negándole el control de sí mismo; es decir, creando instituciones para domesticar su salud física y mental, para desarrollar en nosotros la dependencia a los órganos de poder, como si fuésemos becerros necesitados del pastor que nos lleve a pastar. Bajo la dictadura del Capital, nuestros cuerpos no nos pertenecen.

 

Bendito sea el control social

El mejor ejemplo de manejo de la crisis del coronavirus es el que se desarrolló en varios países de oriente, en especial China, teniendo como excusa la enfermedad, se dio rienda suelta al aparato represivo y de vigilancia que desde hace años se ha perfeccionado en aquel país; primero para ocultar el desarrollo de la enfermedad y después para “contenerla”, haciendo énfasis en tratar como delincuentes a toda la población, sometiéndola a cuarentena extrema, toques de queda y controles suigéneris, como en los existentes en las películas de ciencia ficción.

Si no fuera eso ya catastrófico, lo peor de todo es que la opinión pública mundial no tardó en aplaudir dichas medidas y ponerlas como ejemplo de contención de la pandemia. Exacto, los aplaudidores
descerebrados ocultan los arrestos políticos, asesinatos y el maquillaje de cifras por parte de aquel país, además del ocultamiento de información y el lavado de geta de las instituciones represivas.

Si bien esas medidas de contención fueron consideradas un tanto “extremas” por las democracias occidentales, esto no fue impedimento para su implementación en varios países del globo, desarrollando el doble discurso del policía bueno y malo: “no actuamos con tanta represión como en China, por eso siéntete afortunado y quédate en casa… o te multamos o encarcelamos” (o asesinamos, falto decir).

 

La “mea culpa” del proletariado mundial

Por otro lado, la fórmula más fácil de la contención y que ha sido probada cantidad de veces es redirigir la culpa al proletariado, ya sea que se diga que la extensión de esta crisis es por su falta de
compromiso por salir de sus casas y no acatar la normalidad en pandemia, o por no ser lo suficientemente cauteloso, responsable y civilista al no ponerse un cubrebocas las 24 horas del día.

Al final de cuentas, el alarmismo reaccionario en las redes sociales se ha volcado en culpar y señalar al vecino que sale de su casa u organiza fiestas, a la persona que no usa un trapo en la boca o a los que se
aglomeran en los mercados a comprar sus insumos. Como si este hecho fuera el centro del problema, dejando de lado que la responsabilidad de esta situación y la forma en qué se obliga a la gente a relacionarse es gracias a la estructuración del Capital, y no depende de la elección de ningún individuo, ni grupo social.

Ahora bien, debe quedar claro que muy a pesar de la idealización de la contención y de la idiota creencia de que las medidas sanitarias son las fórmulas mágicas que nos van a salvar la vida, la realidad de la circulación mercantil y las relaciones capitalistas hacen imposible mantenerse a resguardo de cualquier virus o enfermedad. Aún más, si bien la infección de cualquier virus no es un hecho excepcional, sino la consecuencia del desarrollo de la vida orgánica en la tierra, no debemos
descartar que la generación de patógenos y su extensión están estrechamente relacionados al modo de producción. La devastación de la tierra sumado al continuo deterioro de la vida de los proletarios más la
dinámica de circulación de capital son el caldo de cultivo de las enfermedades que se expanden por el mundo desde hace ya varios siglos.

Además, hay que remarcar que por más que fuese “nuestro deseo” el quedarnos aislados en casa, el proletariado no tiene la vida garantizada, es obligado a venderse como mercancía, y a circular como
tal en el espacio público. Está obligado a hacer su consumo de productos en los lugares donde se los vendan a menos costo, aunque estos espacios estén abarrotados, está supeditado a realizar trayectos en transporte público, porque no tiene de otra, y lo peor de todo, nadie tiene la capacidad de soportar el aislamiento de forma sana y los ejercicios y actividades que pretenden sustituir la actividad física y social de la población con alternativas virtuales tarde o temprano terminan en fracaso total.

 

La ilógica lógica del capital

 Hasta ahora cualquier análisis que se haya hecho sobre la pandemia solo ha recalcado cifras, muertos, políticas públicas, medidas de control y alarmismo a más no poder. En ningún momento, desde hace varios meses, ha habido alguna voz de peso que hable sobre la relación de esta crisis sanitaria con la estructuración política y social dentro de la economía del Capital. Y es obvio que nunca va a ocurrir. En este, como en tantos otros temas, los propagandistas del orden burgués se lavarán las manos y dirán que “la culpa no es del sistema, sino de la gente”.

Ahora bien, ¿cómo es que desde el capitalismo se ha respondido a esta calamidad más allá de las glorificadas medidas de control social, más allá de las cuarentenas, de los cubrebocas y las botellas
desinfectantes? Bien, pues tristemente no se ha hecho nada significante, y si se cree que medidas desesperadas (y a la vez añoradas) como una vacuna son la solución a este problema, estamos seguros de que muchos más morirán esperando su vacuna, y que de hecho está ni siquiera garantizará el retorno a la “normalidad”, ni mejorará un ápice las ya de por sí jodidas condiciones de existencia de la mayoría de la población mundial.

En el terreno de la economía (del capital) se pensaría que ha sido un año catastrófico para el mercado, la industria y las finanzas. Así es como lo expresan los noticieros y otros merolicos. Sin embargo, las
cifras actuales revelan que la producción de materias primas ha tenido un aumento histórico, los trabajadores de la industria están prolongando sus horarios de trabajo, así como los empleados de telecomunicaciones, farmacéuticas y otros sectores. Algo que a simple vista parece contradecir las intenciones de los gobiernos de “quedarse en casa”, cuando ha sido todo lo contrario para los trabajadores en general.

La cantidad de ganancias ha sido lo mejor que le ha ocurrido al Capital durante las últimas fechas, contrario a lo que la “lógica” diría, en esta pandemia quienes han quebrado no son los grandes conglomerados empresariales, sino solo los proletarios que viven al día y los pequeños comerciantes que tenían su fe puesta en el caprichoso dios de los negocios.

Pero sería reduccionista decir que todos los sectores de la producción y los servicios han tenido un repunte, en esta crisis como en tantas otras ha habido sectores afectados, como por ejemplo las tiendas
departamentales, los bares, gimnasios y comercios que dependen del servicio directo a clientes. Pero como bien sabemos, en la economía capitalista, mientras unos se derrumban otros se levantan omnipotentes en el escenario mundial.

Así mismo, es evidente que dichos acontecimientos son los signos de un nuevo reseteo económico o reestructuración. Algo que podemos constatar si tomamos como base los periodos de crisis y decadencia de la economía capitalista de finales del siglo XIX y principios del XX. Confirmando
que solo la dinámica de guerra para reventar fuerzas productivas, siendo remplazadas por otras, posibilitó la reconfiguración de la producción y la valorización de mercancías, brindándole nueva vida al cadáver de la economía mundial.

 

Antagonismo y debilidades del proletariado

Algo curioso que viene desarrollándose en la última década es la influencia mediática que ejercen los grupos de fundamentalistas cristianos, conservadores y neonazis que han multiplicado su retórica
conspiracionista seudo crítica. Dando la apariencia de que esas minorías ridículas son la “oposición” al orden establecido.

Bien sabemos que esos discursos están plagados de fantasías retorcidas donde villanos como los Bildenberg, Soros y los Rockefeller se enfrentan a sus príncipes azules como Trump, los cristianos blancos, y hasta ¡el gobierno ruso! Más allá de sus delirios, debemos comprender que estos
grupos y su propaganda es más que nada otra forma de expandir la confusión entre nuestra clase.

Su supuesto discurso crítico es sólo una conveniencia, su crítica al “nuevo orden mundial” solo se limita a señalar a los burgueses del “ala liberal”, dejando como unos santos a los burgueses conservadores y retrogradas. No está de más decir que estos sujetos en la pandemia son
protagonistas del negacionismo, y han ido más allá pretendiendo jugar el papel de ciudadanos “rebeldes” por la libertad. Sí, por la libertad de reabrir sus negocios y sus centros de esparcimiento para regresar a su normalidad anterior.

Y como era de esperarse, la respuesta a este tipo de contestación conservadora vino de parte de la ciudadanía, igual de conservadora, pero sumida en la dependencia del discurso oficial. Lo cual ha jugado un papel extraordinario en el ámbito de las posibilidades de superar esta situación; pues si te enfrentas al discurso y la razón dominante no eres más que un “conspiranoico”, para así hundirte en el pantano del discurso oficial y validar las medidas de represión, la inmovilidad de la lucha proletaria y la aceptación de las condiciones de miseria existentes.

Cabe mencionar que incluso muchos compañeros que se autoproclaman antagonistas, anarquistas y críticos al Capital, fueron presas en un comienzo del terrorismo mediático que, a inicios de este año, presentó al virus y la pandemia como los “monstruos enemigos de la humanidad”, calando psicológicamente y reforzando la atmosfera de miedo, incertidumbre y terror.  Resultó una ironía que, tras años de prédica anti-estatal ahora se secundaba el discurso y accionar del Estado, exhortando también a “quedarnos en casa” y cerrar filas para obedecer las medidas sanitarias dictadas por la OMS.

La cuestión ante este hecho no es enfrascarnos en un burdo juego de ver quién es más ultra o más “radical” ante el problema. De lo que se trata es entender que si una teoría (en este caso, una teoría radical adversa al Estado y al Capital) debe ser desechada al primer obstáculo que pone la realidad, entonces no sirve.

Sabemos que la velocidad con que avanzó el actual proceso no ha tenido precedentes desde hace décadas, por lo que se hizo imposible digerirlo y entenderlo en lo inmediato. No obstante, nuestra percepción nunca puede partir de la razón ni de la lógica de nuestro enemigo de clase. A estas
alturas donde son más visibles las contradicciones y falacias del Capital y su pandemia, ya no hay justificación en un repliegue y consenso a la dictadura sanitaria que impuso el capital.

 

Sobre la lucha proletaria en tiempos de contención

 Como ya se ha remarcado, la situación de la pandemia ha significado un deterioro de las condiciones de vida del proletariado, ya sea que por un lado haya sectores obligados a aumentar su jornada de explotación, así como del otro lado muchos proletarios hayan terminado en la cola del paro.

A esto se suma que el mismo trabajo a distancia o la escuela virtual también han reforzado el hecho de que solo unos cuantos tienen la posibilidad de adaptarse a los bruscos cambios que se implementan bajo
este modo de producción. Sin embargo, ni siquiera quienes cuentan con las herramientas necesarias para cumplir con los designios del tele-trabajo o la tele-educación se han salvado del deterioro físico y
mental que esto ha ocasionado. Y no es que reivindiquemos el trabajo y la educación de la “vieja normalidad”, sino que hacemos hincapié en el aumento de la moral del autosacrificio hasta reventar.

Pero contrario a lo que se pensaría esto también ha desembocado que grupos proletarios, con todo y la cuarentena encima, tomen las calles y se desplieguen frente a las fuerzas del orden, no porque “regrese la normalidad” sino por el hambre y la vida de mierda a la que nos tienen sometidos desde mucho antes de la pandemia. La enfermedad ha intensificado las revueltas en respuesta a los asesinatos de la policía
en las calles o por los controles abusivos que impiden que siquiera se pueda obtener unas monedas para la sobrevivencia, disparándose el racismo y la misoginia estructural. Teniendo claro que habiendo o no
pandemia, nuestras vidas están marcadas por la violencia de un orden asesino e inhumano.

Ante este clima de crispación, donde nuestra clase se alza contra sus enemigos de siempre, aún con todas las medidas de sometimiento “voluntario”, pregonar el “quédate en casa” es contribuir a reforzar
este desastre amorfo y contradictorio gestionado por la clase dominante, porque incluso va más allá de consensuar el poder militar y control social que ejerce el Estado. Es aceptar toda la estupidez e ignorancia a la que estamos siendo sometidos, conllevando a  volvernos un panóptico delator, ciudadanos paranoicos defensores de la pulcritud y la pureza donde cualquier persona conocida o desconocida funge como enemigo por ser un posible agente infeccioso… en suma su pandemia nos advierte que “todos son el enemigo”. El “Quédate en casa” es negar la responsabilidad del único y verdadero culpable que es el Capital y su Estado. Es de hecho, reforzar la atomización y el aislamiento, un sálvese quien pueda desde la individualidad, para que con el encierro permanezcamos pasivos
y expectantes, aterrados y castrados en cuerpo y mente.

Es importante y necesario hacer desde ya, una ruptura con la razón dominante, para avanzar y reconstruir la lucha en comunidad, misma que ha sido mermada por este proceso.  El Capital no caerá por sí solo y retroceder en los momentos de mayor necesidad es sinónimo de aceptar que no hay más esperanza que la que nos quieran otorgar nuestros enemigos. Y más allá de las vacías discusiones sobre cómo sería óptimo gestionar esta miseria, de nuestra parte negarnos a aceptar las supuestas alternativas y preferir plantear la respuesta a esto secundando los brotes de rabia donde se presenten, promoviendo la conjunción autónoma de clase, luchando sin hacer concesiones. Señalando que debemos
permanecer en la perspectiva de revolución social mundial para acabar de una vez por todas con esta infamia asistida.

 


[recibimos y publicamos]




Les dejamos a continuación con dos folletos en PDF que compilamos con textos de Agustín Guillamón, ambos  acerca de los acontecimientos del 19 de Julio de 1936 en Barcelona, así como su posterior desarrollo.


De los comités de defensa al análisis de los órganos de poder de la Revolución de 1936 / Los Amigos de Durruti
https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/files/2019/07/De-los-comit%C3%A9s-de-defensa-al-an%C3%A1lisis-de-los-%C3%B3rganos-de-poder-de-la-Revoluci%C3%B3n-de-1936.pdf

Tesis sobre la Guerra de España y la situación revolucionaria creada el 19 de julio de 1936 en Cataluña
https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/files/2019/07/Tesis-sobre-la-Guerra-de-Espa%C3%B1a-y-la-situaci%C3%B3n-revolucionaria-creada-el-19-de-julio-de-1936-en.pdf

Filosofía en el tocador | Miquel Amorós | Argelaga
140 páginas | ISBN: 978-84-608-5532-3 | PVP: 6 euros
Distribución: Virus editorial:
C⁄ Junta de Comerç, 18 bajos (08001, Barcelona)
Tlf. ⁄ fax: 93 441 38 14
http://www.viruslibreria.net/
e-mail: info@viruseditorial.net




Con la desvalorización del conocimiento histórico objetivo se buscaba borrar del imaginario social todo lo que el pensamiento revolucionario había vuelto consciente y que por el bien de la dominación tenía que caer en el olvido [...] La reflexión académica seudorradical se convirtió entonces en el instrumento idóneo para empujar la historia a la clandestinidad y hacer que el orden volviera al terreno de las ideas gracias a la recuperación de fragmentos críticos convenientemente desactivados [...] Así pues, los pensadores de la clase dirigente se defendían de la subversión llevando los acontecimientos fuera de la historia, integrándolos en su visión del mundo como metarrelatos, es decir, como categorías literarias atemporales.
[...] La tarea inmediata de la crítica consistirá entonces en denunciar los mecanismos psicopolíticos de contención y la mentalidad mesocrática conformista en la que se anclan. Pero la reflexión no marcha separada de la pasión: el deseo de razón parte de la razón del deseo. Kafka, Anders, Marcuse, Reich, Sade y los surrealistas pueden ser de gran ayuda. Sin embargo, la labor de más largo alcance es la de afrontar la crisis de la idea de Progreso, de la Historia y de la misma Razón –la crisis de la sociedad capitalista– sin volver al redil cayendo en la irracionalidad, en un escapismo estético o ruralizante, en un antihumanismo naturalista y sociófobo...

***
Miquel Amorós es historiador, teórico crítico y militante anarquista. En 1968 se dio a conocer en la agitación universitaria valenciana, lo que le valió un juicio en el Tribunal de Orden Público y pasar algún tiempo en las cárceles franquistas, para luego exiliarse a Francia. En la década de los 70 participó en la fundación de varios colectivos: Bandera Negra, Tierra Libre, Barricada, Los Incontrolados y Trabajadores por la Autonomía Obrera y la Revolución social. En los primeros años 80 colaboró con la revista L’Assommoir (denuncia de la nuclearización del mundo y apoyo a los obreros polacos) y con Guy Debord en una campaña por la liberación de los presos autónomos y libertarios. Entre 1984 y 1992 formó parte del equipo redactor de la revista «anti-industrial» Encyclopédie des Nuisances junto a Jaime Semprún y Pierre Lepetit. Después, mantuvo una relación directa con las ediciones de la EdN hasta 2008. Ha pronunciado multitud de conferencias sobre cuestiones sociales, principalmente en la perspectiva antidesarrollista, en la crítica del ciudadanismo y en la defensa del territorio, la mayor parte reproducidas en la prensa libertaria o compiladas en forma de libro. Muchos escritos suyos han sido traducidos en varios idiomas y publicados en distintos países. Ha prestado su apoyo a las luchas contra el Tren de Alta Velocidad y los tendidos de Muy Alta Tensión. También tiene publicadas varias obras sobre la guerra civil revolucionaria española y otras sobre los anarquistas y el movimiento obrero asambleario durante los años 60 y 70. En 2012 fundó con otros compañeros la editorial Les Amis de la Roue. Desde el 2013 es coeditor de Argelaga, revista antidesarrollista y libertaria.

indulto e indulgencia
20 oct 2015
Estos últimos años, numerosos episodios represivos en el territorio español han golpeado incluido a movimientos antagonistas, antifascistas, libertarios, anarquistas... operaciones policiales se han impulsado, a veces con gran resfuerzo de propaganda mediática, ha habido detenciones, alguno/as compañero/as fueron y están todavía encarcelados, se llevaron a cabo juicios, algunas condenas cayeron...

Indulto e indulgencia

Estos últimos años, numerosos episodios represivos en el territorio español han golpeado incluido a movimientos antagonistas, antifascistas, libertarios, anarquistas... operaciones policiales se han impulsado, a veces con gran resfuerzo de propaganda mediática, ha habido detenciones, alguno/as compañero/as fueron y están todavía encarcelados, se llevaron a cabo juicios, algunas condenas cayeron...
Todo esto no tiene nada de sorprendente. La represión policial, mediática y judicial hacen parte del arsenal del Estado que desenfunda regularmente contra aquellas y aquellos que lo cuestionan, en su totalidad o en algunos de sus aspectos. Desde hace ya un tiempo, varios gobiernos afirman por lo demás claramente su voluntad de acabar con toda contestación no entrando en los marcos legales que no dejan de endurecer.
La solidaridad que ha podido expresarse y desarrollarse frente a estos distintos golpes del poder, si ella ha calentado innegablemente los corazones, tampoco es de extrañar en cuanto tal: ella constituye, con la acción directa, una de las armas de aquellas y aquellos que apuestan por la autoorganización para entablar el conflicto.
No, la sorpresa viene más bien ocasionada por unos trámites de pesadas consecuencias y literalmente aberrantes provenientes de las filas de movimientos llamados «radicales» y por lo tanto que se supone que quieren tomar los problemas desde la raíz: las demandas de indulto tras una o varias condenas.

Para hablar muy concretamente, pedir ser indultado/a, es solicitar el perdón del vencedor; esto viene en este caso a apelar a la indulgencia del poder (bajo su forma judicial, gubernamental, real...) y en consecuencia de aquellos que combatimos y a quienes, de alguna forma u otra, nos oponemos.
No nos interesa demasiado entrar aquí en los detalles administrativos del procedimiento en cuestión.Tapar lo que corresponde antes que todo a elecciones políticas bajo montones de términos y formularios burocráticos se inscribe demasiado bien en la manera en que el sistema entiende hacernos funcionar y vuelve esencialmente a dar largas al asunto.
Dejaremos también voluntariamente de lado el argumento falaz que invoca a decisiones personales para hacerlas escapar a toda crítica. No se trata evidentemente para nosotras de negar el carácter individual de las elecciones, contrariamente a los ámbitos incondicionales del «todo colectivo» por los que algunos actos son objeto de desconfianza y de críticas por el solo hecho de ser llevados de manera individual. Por nuestra parte, -y también por que tomamos en cuenta la dimensión individual de posiciones y actos en cada ocasión y no sólo como una oportunidad tras la cual atrincherarnos- no vemos porqué se debería avalar con el silencio planteamientos que consideramos como nocivos por todo lo que ellos suponen y significan.
Por lo demás, las peticiones de indulto en cuestión han tenido lugar tras llamadas a la solidaridad (generalmente bajo la forma de «campañas») lanzadas de un modo antagónico antes, durante y después del juicio, llamadas asumidas por una buena parte de dichos movimientos, y no atañen por lo tanto a las solas personas condenadas.
Visto que estas campañas pretenden generalmente establecer o prolongar una correlación de fuerzas elaborada en la lucha, se comprende tanto menos cómo ellas pueden acabar con este tipo de trámites, por lo menos incoherentes con los objetivos afirmados precedentemente.
Un primer elemento de explicación podría residir en la noción misma de lo que se llama «correlación de fuerzas» y sus objetivos. En efecto, si sólo cuenta un resultado a muy corto plazo y lo que únicamente importa es procurar que algunas personas no entren en prisión, podemos imaginar que todos los medios son buenos para llegar a ello y pasar sin hacerse demasiadas preguntas -y sea dicho de paso sin tampoco ninguna garantía de que esto «funcione»- de manifestaciones en la calle contra la represión del Estado a los intentos de mediar sus efectos con él.
Al contrario, si la correlación de fuerzas está concebida desde una perspectiva más amplia, es entonces la continuidad de una actitud de confrontación con el poder, así como ciertas propuestas y métodos de lucha que están en juego individual y socialmente.
Hacer un llamamiento por ejemplo para impedir que tenga lugar una sesión parlamentaria, no por peticiones o recursos jurídicos sino por una intervención directa, implica al menos un cuestionamiento del juego normal de la democracia parlamentaria. Por un bonito efecto de contagio podría también tener un impacto social que desbordase la situación inicial. Defender y poner en práctica el hecho de actuar directamente contra lo que nos oprime, es entre otras cosas reavivar el rechazo- fruto de ideas antiautoritarias y de la experiencia histórica- de las instituciones y de la delegación, es alentar la voluntad de retomar las riendas de la propia vida, de decidir como propio aquello que combatimos, porqué y cómo.

Del lado opuesto, el Estado percibe muy bien el peligro que puede representar este potencial para el conjunto de su organización social. Va a buscar entonces por todos los medios acabar a la vez con el conflicto puntual y con todas las posibilidades que éste puede abrir.
En su arsenal hay, para empezar, la represión policial y judicial que pueden abatirse de distintas maneras: bien golpeando a ciegas -a golpe de porra, pelotas de goma o balas reales si es necesario- bien picando a la puerta de alguno/as- incluso a posteriori. Todo está destinado a sembrar el miedo y a hacer algunos ejemplos a los ojos de todas y de todos. Pero olvidamos demasiado a menudo que una de las armas, bien democrática, de la que dispone es la de la recuperación política. Una de las estrategias bien conocidas para hacer caber la contestación en sus grilletes consiste en intentar separar a los «bueno/as oponentes», susceptibles de integrarse en su juego, de los «malos» determinado/as a continuar el conflicto. Llevar el antagonismo social al terreno de la negociación, satisfacer algunas reivindicaciones, incitar a la disociación e incluso a la delación frente a los contenidos y a los métodos más ofensivos son formas bastante clásicas de aislar a estos últimos para aplastarlos mejor.
Si se quiere hablar de correlación de fuerzas en el caso de represión de una lucha, ésta trasciende pues ampliamente las personas concernidas en primer lugar, así como la detención o la continuación del combate, en el momento en que el Estado decide silbar el fin del partido, tiene sus incidencias más allá de los individuos que participan directamente en él.
Les toca a aquellas y aquellos que inician el enfrentamiento el estar preparado/as a responder a estos obstáculos de una forma que, lejos de negar este, sea su prolongación. Haciendo caso omiso de esta continuidad en la conflictualidad, los indultos van simplemente en el sentido inverso.

En relación con esto, es necesario evocar otro factor que atraviesa el conjunto de la sociedad, movimientos «radicales» incluidos: el espíritu demócrata y ciudadanista. Querer tomar los problemas sociales desde la raíz implica sin duda alguna la crítica a la representación y a la delegación, fundamentos de la democracia, a través de la auto-organización y de la acción directa. Esto significa también dejar de considerar al Estado y a todos sus representantes, institucionales y para-institucionales, como eventuales interlocutores que a fin de cuentas podrían hacer la figura de árbitro en un conflicto en el que ellos son parte interesada -y de forma nada desdeñable. Rechazar el diálogo con aquellos que nos oprimen no es una postura, es la afirmación en acto de la continuación del conflicto irreductible entre los poderosos y los desposeídos. Esto tiene especialmente como consecuencia desembarazarse de toda ilusión con respecto a la izquierda, quien ha sido siempre la sepulturera de las luchas reales, sin ni siquiera hablar de los intentos de trastorno social.

En este marco, los indultos, como otras prácticas equívocas, no hacen sino añadir más a la confusión y participan de pleno a rehabilitar a estos dos adversarios de peso. Sea cuál sea su decisión, el Estado sale ganando: dar el «golpe de gracia» rechazando el indulto le da la oportunidad de exhibir su inflexibilidad cara a la rendición a sus exigencias; acordarlo le permite rehabilitar su imagen- en toda buena sociedad, que reposa en principios religiosos, ¿qué hay de más magnánimo que perdonar a aquellos que le han ofendido, pero siempre con sus condiciones? En los dos casos, el Estado se verá reconfortado en el rol de mediador de las relaciones sociales que demasiada gente le otorga ya. Lo mismo para la izquierda. No podemos ignorar que sus partidos, sindicatos y asociaciones tienen regularmente la necesidad de rehacerse una legitimidad supuestamente contestataria, regularmente empañada por sus canalladas de gestores del poder. Apelar a ellos para apoyar las demandas de indulto no puede sino contribuir a reconocerlos como aliados potenciales en lugar de tratarlos como los enemigos que en realidad son. Es el retorno de la política como forma de gestión del conflicto.
De este modo, se contribuye a enterrar las propuestas de auto-organización y de lucha sin mediaciones y a aplazar a las calendas griegas las perspectivas que esas puedan abrir. No serían entonces más propuestas válidas para hoy, en la vida que nosotros llevamos aquí y ahora, sino simplemente buenas para un mundo ideal proyectado en un futuro lejano. Si, por el contrario, se trata de propuestas reales, coherentes y serias -en el sentido que corresponden el máximo posible a la transformación de las relaciones sociales existentes y que anticipan el porvenir al que aspiramos-, ¿cómo podría ser puesta en tela de juicio su validez en cuanto el viento cambia de dirección?

Al igual que la forma de luchar, la de hacer frente a la represión es a la vez individual y colectiva y ciertamente no separada del contexto social en el que está inscrita.
Si encerrar a oponentes encarnizado/as, a veces durante decenios, permite al Estado castigarles y apartarles físicamente del combate en la calle, esto no le basta todavía. Uno de los objetivos de estos castigos ejemplares reside indudablemente en la función de amenaza dirigida a aquellas y aquellos que querrían continuar peleando. El paso siguiente consiste en intentar obtener de los rehenes, de los que ha hecho ejemplos, una confesión de arrepentimiento o al menos el reconocimiento de que ellas o ellos estarían equivocada/os en sus caminos de lucha. Vemos bien el beneficio que el Estado puede sacar a la vez de la despersonalización de individuos que se han enfrentado a él y del hecho de poder presentar públicamente su renuncia a convicciones supuestamente pasadas. La negación por parte de alguno/as de sus aspiraciones y de sus perspectivas -especialmente revolucionarias- o de métodos que cuestionan el orden establecido apunta y contribuye a dar por definitivamente terminada su razón de ser y de este modo a hacerlos desparecer mejor, tanto de la memoria como del presente. A enterrarlos como los símbolos de un paréntesis obsoleto que no vendrá más a rondar el horizonte cerrado del Estado y del Capital.
Rechazar este odioso chantaje, la “oferta” basada generalmente en unos años menos de cárcel, no es -como les gustaría hacer creer a los partidarios del realismo de la razón de Estado a los pseudo estrategas de altos vuelos- la prerrogativa de algunos locos furiosos aspirantes al martirio. Esto corresponde tanto a la necesidad de mantener su integridad individual frente a la voluntad de aplastamiento total de un poder que exige que renunciemos incluso a lo que somos, como a la lucidez en cuanto a los desafíos planteados por el conjunto de este proceso.
La peticiones de indulto no se hacen independientemente de estos desafíos. Mientras que el Estado endurece todavía sus leyes -entre ellas la ley de seguridad ciudadana y el código penal hace poco- mientras que al mismo tiempo promueve la perpetuidad y encarcela hasta por multas impagadas, mientras que intenta paralizar mediante el miedo toda expresión de revuelta, mientras que su administración, incluida la penitenciaria, exige cada vez más la sumisión del mayor número de personas, es imposible ignorar que la concesión de un indulto no podría ser sino la excepción que confirma y refuerza la regla. Esta excepción no es gratuita; no sólo el Estado se fundamenta en las garantías más o menos explícitas -especialmente de “vida normal e insertada” -que le son proporcionadas, sino que el indulto se inscribe también de hecho en una lógica de pacificación social, por el mantenimiento del statu quo.
En definitiva, presentar el recurso de gracia como “un medio como otros” sin grandes consecuencias corresponde o a una buena dosis de mala fe o a una ceguera (¿voluntaria?) sobre la realidad de la guerra social en curso.

Este mundo reposa verdaderamente sobre la dominación y sobre la represión generalizada. Todos los días años de prisión se abaten por todo tipo de delitos -entre otros relacionados con la propiedad- y ¿habría que hacer como si la lucha contra el sistema o ciertos de sus aspectos pudiera eludirle y a cualquier precio?
Esta relación con la represión revela por lo menos el abismo que existe entre las pretensiones de movimientos que se pretenden radicales y su manera de afrontar la realidad. Si hablamos de afrontarla, está claro que no se trata de aceptarla. Hace falta pues ponerse de acuerdo sobre los caminos que son practicables y sobre aquellos que no lo son, especialmente por que tienen un costo mucho más elevado que la prisión misma. Es por esto que es indispensable afinar los análisis, compartir las reflexiones, imaginar prácticas y maneras autónomas del poder capaces de aportar respuestas mientras se continúa a llevar a cabo el conflicto.
Partiendo del principio que una batalla iniciada, individual o colectivamente, en el campo social no le abandona cuando viene reprimida, podríamos preguntarnos cómo atacar los aspectos represivos dentro y por la propia lucha. Si consideramos que ésta no se detiene necesariamente una vez pasadas las puertas de las prisiones, la cuestión podría ser la de su articulación en el interior y al exterior de los muros. El hecho de proseguir el antagonismo a pesar de los golpes del poder, puede sin duda contribuir, hoy como ayer, a asumir sus consecuencias carcelarias -a menudo desgraciadamente inevitables- sin sentimiento de abandono, ni como un sacrificio o un paréntesis separado, sino más bien como uno de los episodios de un recorrido de lucha.
El retroceso generalizado de los lazos de solidaridad es producido por mecanismos de poder en sí mismos alimentados por un gran número de capitulaciones frente a él. Pero deducir de esta cruel constatación que la única “solución razonable” sería acompañar este movimiento de retroceso aceptando y reforzando el timo del Estado no haría sino cavar un poco más la tumba de nuestras ideas ácratas y de prácticas que derivan de ellas. El hecho que algunos principios y métodos de acción sean cada vez más minoritarios (lo que está por demostrarse) ¿les privaría de su validez y significaría que hay que renunciar a ellos? Nosotra/os pensamos al contrario que se trata más que nunca de contribuir, poniéndolos en práctica, a extenderlos y a difundirlos. Igual que la acción directa, la solidaridad en una perspectiva antiautoritaria es un reto crucial, por los tiempos presentes y por los que llegarán. Esta solidaridad no puede concentrarse en el solo hecho represivo particular y significa sobre todo continuar a llevar, en palabras y actos, ideas y prácticas subversivas en las que ciertamente no somos los únicos en reconocernos. Esto podría ser un punto de partida para propagar este conjunto en el seno de la conflictualidad social.
Vista bajo este ángulo, la cuestión de la solidaridad no puede ser resuelta entablando alianzas políticas contra natura y totalmente contraproducentes para el cuestionamiento de las relaciones existentes, como tampoco reclamando la atención de una ilusoria “opinión pública” por fuerza espectadora. La cuestión sería más bien buscar complicidades fructíferas en el espacio abierto por la continuidad de luchas sin mediación. Insertar la cuestión de la solidaridad en perspectivas propias forma parte del equipaje del combate contra la dominación. Preservar esta continuidad no significa querer guardarla celosamente en un entre sí para enorgullecerse, pero permite en cambio llevarla en tanto que propuesta para transformar la realidad en lugar de adaptarse a ella.
Si la relación con la represión policial y judicial no constituye sino una parte de la lucha, es por desgracia con frecuencia también reveladora de ambigüedades y de falta de perspectivas más profundas.
Poner en claro nuestras ideas, los porqués y los comos de los combates que queremos llevar a cabo, las luchas y métodos que proponemos (con todas sus implicaciones) es entonces más necesario que nunca. Banal cuestión de fines y medios en suma, urgente plantearse en todos los momentos del enfrentamiento contra el poder.

indulto.rtf (67 k)
Alguna/os anarquistas
Octubre 2015

 

 Luchas históricas y reflexiones









- La huelga general revolucionaria de Vigo en 1972: http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2002/09/09/1224115.shtml
 
- La huelga de 1973 en San Adrián de Besós: http://hemeroteca.lavanguardia.com/previewPdf.html?id=34229871

- Huelga general Baix Llobregat, 1974: http://www.elpais.com/articulo/economia/CATALUNA/dia/consolido/cordon/rojo/elpepieco/19840708elpepieco_16/Tes

- Huelga general en Navarra, 1974: http://amarauna.org/uztariz/pdf/artikuluak/aldizkaria1405.pdf


- La huelga de Roca 1976: http://ejercitonegro.blogspot.com/2008/07/la-huelga-de-roca-1976_28.html

 - Huelgas en Madrid, 1976 (huelga "salvaje" trabajadores del metro, CASA, RENFE, Telefónica, Chrysler, Standard, Siemens, etc.): http://es.scribd.com/doc/28302850/Diaz-Cardiel-V-et-al-Madrid-en-huelga-Enero-1976-1976

- La huelga general de Sabadell, 1976: http://www.ahistcon.org/docs/murcia/contenido/pdf/13/ricard_martinez_i_muntada_taller13.pdf

- VIVA LA AVENTURA. (Historias de la FASA): sobre las movilizaciones y la huelga en FASA RENAULT (Valladolid, 1976).

- La huelga de la construcción en Asturias, 1977: http://huelgadelaconstruccion.blogspot.com/

- La huelga de Ascón, 1977: http://www.alasbarricadas.org/antigua/modules.php?name=News&file=article&sid=3503
 
- La batalla de Euskalduna, 1984, astilleros: http://www.youtube.com/watch?v=BtPVQABjDKU

- Altos Hornos Sagunto, 1983: http://www.youtube.com/watch?v=zUf7DRS-u-k

- Reinosa, 1987: http://www.youtube.com/watch?v=e4LkWknnRRU


- Revuelta Cartagena, 1992: http://indysureste.wordpress.com/2011/02/24/cartagena-galeria-de-fotos-la-revuelta-obrera-de-1992-y-la-quema-de-la-asamblea-regional/

- Cádiz 1995, astilleros: http://www.elpais.com/articulo/economia/ASTILLEROS_DE_SESTAO_/_ASTAO/ASTANO_/_ASTILLEROS_DE_FERROL/JULIANA_/ASTILLEROS_DE_GIJON/ASTILLEROS_DE_CADIZ/ASTILLEROS_ESPANOLES/_SA/Catorce/heridos/disturbios/causados/trabajadores/astilleros/Cadiz/elpepieco/19950927elpepieco_22/Tes

- Coruña, 2000, bomberos: http://www.youtube.com/watch?v=4kQwKjKfGuM
 
- Vigo, 2007, metal: http://www.youtube.com/watch?v=DWNf2LXXMwI



[ La mayor parte ha sido EXTRAÍDA de: http://politicospartidos.blogspot.com.es/ ]


Sale el Nº2 de la publicación Coraje

Reflexiones y reacciones a partir de la operación piñata.
Este es el segundo número de la publicación Coraje y sí ha salido después de lo previsto es debido a los cambios de última hora que hemos tenido que hacer, en las informaciones previstas a publicar, tras las buenas noticias de los últimos días.
En concreto, el día 1 de junio fueron puestos en libertad 3 de los 5 compañeros que estaban presos desde el 2 de abril de 2015 en el marco de la operación Piñata.
Hoy 11 de Junio ha salido de prisión Javier Grijalbo Adán. Quedando únicamente Paul Jara Zevallos encerrado por la operación Piñata. Esperamos que nuestro compañero sea puesto en libertad en los próximos días.
Con esta recopilación de textos pretendemos ir informando de lo que ha estado sucediendo desde el día de las detenciones que se produjeron por esta operación y la entrada en prisión de 5 compañeros. Alejándolo de las malversaciones de los medios de comunicación, aportando una visión política que nos ayude a entender el porqué de la represión e intentando infundir ánimo, templanza y aliento ante la coyuntura en la que nos encontramos.
Animamos a que imprimáis ejemplares para repartir en centros sociales, universidades, institutos, la calle, bibliotecas… allá donde consideréis que puede ser útil.
Pincha aquí para leer/descargar la publicación.



[...]Con este texto no pretendemos hacer apología de la violencia injustificada, gratuita o “sin causa”. No creemos, siquiera, que exista una relación directa entre ésta violencia gratuita y tan propia del Estado como de sus respectivas instituciones, y la ideología libertaria... Esta violencia propiamente estatal desemboca en muchos casos en la violencia justificada de la cual sí pretendemos hacer apología... Desde pequeños somos educados en los centros de enseñanzas de carácter burgués que como ya sabemos sólo busca crear mentes vacías y por ende mentes dóciles, rentables al mantenimiento del sistema estado-capital actual... Han logrado engañarnos con la desinformación absoluta que imponen los medios de comunicación y sus escuelas purgatorias con el mito de Ghandi y Mandela... para defender la no-violencia como medio o vía a la revolución social...

Hemos desarrollado y nos hemos apropiado de un concepto totalmente inapropiado para los miserables y pobres trabajadores que somos. Y han logrado que nuestros propios compañeros de esclavitud y condición servil defiendan su violencia legítima que “preserva el orden y las libertades y derechos de los ciudadanos” y repudien toda forma de rebeldía y de defensa, en definitiva. El Estado-capital y su mugriente élite de cerdos capitalistas fascistas han logrado lo que tanto ha deseado e intentando por diferentes y retorcidos medios el llamado “socialismo científico”, hacerle creer al pueblo que es libre y que sus gobernantes representan sus sueños e intereses...

Día a día vivimos expuestos a la más absoluta violencia y desigualdad, de manera que han logrado que ésta sea pan de cada día tras día y día, es decir, han logrado deshumanizarnos frente a ésto, frente a éste desorden que reina en la actualidad. Nuestro objetivo principal es volver a humanizarnos... Una vez llegado a esto, podemos plantearnos la idea de defendernos contra el sistema que nos violenta cada día. Cuando atacamos las máquinas no es para defender el trabajo, si no para acabar con la esclavitud. [...]

Extractos de la segunda edición de nuestro fanzine: "Del Kaos y la Violencia"

Con este fanzine pretendemos desacreditar y sacar a la luz la estupidez característica de las nuevas formas de anarquismo que tienen como único modelo a seguir y como única forma de "revolución social" a Ghandi y a Mandela, cuando se han visto en contadas ocasiones los intereses políticos y económicos que éstos escondían, como también las diferentes formas de resistencia activa y reaccionaria en sus respectivos tiempos históricos.También comentamos la innata relación que existe entre el anarquismo y el caos y la violencia. Cabe destacar que también hacemos una feroz crítica a las democracias liberales, comunismo autoritario (entendido como socialismo científico) y todo lo que pretenda imponer una forma de pensar, actuar, vivir sobre los individuos.

¡Por la anarquía y por nuestr@s compañer@s!

Para bajaros el fanzine completo:http://lacruznegrauvieu.blogspot.com.es/p/ediciones-la-cruz-negra_20.html



 
La Cruz Negra - Distribuidora.
 
 
 
 
 



SOLIDARIDAD DE CLASE nº 10
Primavera 2014.

Revista de la ccordinadora de CAJAS DE RESISTENCIA y COMITÉS DE SOLIDARIDAD 

 

 

 

ÍNDICE:

p. 5 - La SITUACIÓN laboral como consecuencia de una práctica anticlase

p. 10 - Sobre el CONFLICTO en la empresa de Transportes Urbanos de Zaragoza (Ausza)

p. 15 - HUELGA INDEFINIDA de la limpieza viaria y la jardinería de Madrid

p. 20 - El SECTOR público... 

p. 23 - El comienzo de la REVUELTA proletaria en medio de los territorios del feudalismo minero progresista

p. 26 - Apuntes para la reflexión sobre las formas de INTERVENCIÓN y LUCHA en el ámbito laboral actual

p. 31 - Citas y referencias 




Beyond Amnesty es un texto único que disecciona la dura realidad de la autolesión y el absoluto deterioro de la salud mental de los habitantes de los países capitalistas occidentales. Una oportunidad para romper tabúes, una lectura que perturba y obliga a pensar...
Avisamos al lector: posiblemente te duela lo que leas, es el precio a pagar cuando no se quiere mirar a otro lado y hacer como si nada.



[Texto completo]



“Si unx no sabe cómo hablar es porque unx no sabe qué decir y viceversa. Y unx no sabe cómo hablar y qué decir porque todo ha sido banalizado, reducido a mero símbolo, a apariencia. El significado, que ha sido considerado una de las grandes fuentes para la revuelta, una forma de energía radiante, ha sido erosionado. Lo han roto, molido y pulverizado… ¿Qué dice unx? ¿Qué hace unx en medio de un desierto? Despojadx de palabras para expresar la rabia por el sufrimiento que se ha vivido, despojadx de esperanza para superar la angustia emocional que devasta la existencia diaria, despojadx de deseos con los cuales luchar contra la razón institucional, despojado de sueños hacia los cuales dirigirse para barrer la repetición de lo existente, muchos sujetos se barbarizan en la acción. Una vez que la lengua se paraliza, las manos tiemblan por hallar alivio a la frustración. Inhibido de manifestarse, el impulso hacia la alegría de vivir se trastoca, transformándose en su opuesto, el instinto de muerte. La violencia explota y, al carecer de significado, se manifiesta de una manera ciega y furiosa, contra todo y contra todos, trastocando cualquier relación social. Donde no hay una guerra civil, están las piedras que se lanzan desde los puentes a las autopistas o los asesinatos de padres, amigxs o vecinxs.”
Crissus & Odosseus. Barbarians: Disordered Insurgence
A veces me pillo riendo… y el sonido de la alegría en el espacio muerto y amurallado que es el mundo civilizado queda atrapado en mi garganta.
Será provocador o polémico decir que hay veces en que quisiera tener un enemigo visible. Que mi alma anhela ser una guerrillera, una insurgente, vivir una insurrección. Y, con ello, que también acepto que mis amigos o yo podríamos resultar heridos, encarcelados o muertos en la batalla, pero que lo haremos con una alegría de líneas claramente marcadas y la sensación de que algo mejor que esto pueda llegar. Mi cuerpo desea luchar y liberarse. Moverse. Escalar. Bailar. Hacer el amor. Atravesar e ir más allá. Correr. Destrozar.
Quiero vivir entre gente que es consciente de que vivimos en guerra. Una guerra contra la vida. Contra el espíritu. Quiero vivir entre gente que no se mire a las manos ni evite tu mirada cuando hables de lucha o insurrección porque, en el fondo, saben que han claudicado, y porque -tal vez, sólo tal vez- nunca han odiado realmente el sistema. Entre personas que no hayan sido compradas. Que no comieron las pastillas que les ofrecían porque preferían luchar con su sensación de angustia patologizada que vivir en la zona muerta. Que no fingen estar luchando cuando es obvio que lo que están haciendo es convertir un campo de batalla en un jardín. Quiero estar en un lugar en donde la guerra sea admisible.
Me encuentro con alguien a quien no había visto en 5 años. Hablamos sobre gente que conocemos y gente que no – cómo les va, qué hacen. Muchxs de ellxs están quebradxs. Deprimidxs, perdidxs, al borde. Algunxs se han suicidado. Otrxs se han asentado y están satisfechos, entablando un compromiso emocional con el sistema porque, como un amigo escribió, si fuera fácil no lo llamarían lucha, y algunas veces te cansas demasiado de luchar contra el fantasma.
No necesitas una pistola para matar a alguien.
No necesitas ladrillos para hacer una cárcel.
Quiero un enemigo que no sea yo, que no sea los enemigos en que convierto mis relaciones. Quiero que mi sensación de tensión y belicosidad – mi sensación política y emocional de estar sitiada, de estar bajo ocupación – se refleje en el exterior. Alguien dijo una vez que ir a Palestina era un alivio porque, de repente, la realidad exterior iba a la par con su experiencia emocional cotidiana en el Reino Unido (RU): una situación de crisis. Y yo también siento esto. En disturbios, en grupos, en acciones. En donde vivo, el enemigo es tan grande que engloba todo, incluso a mí misma. No hay esperanza más allá de esta realidad. Después de todo, éste es un lugar a donde la gente viene buscando asilo. Sigue siendo una tierra prometida en donde las calles están pavimentadas con oro. ¿Cómo se pelea contra eso? No hay ningún dentro o fuera del sistema. Y parece que no hay salida.
Uno de los sucesos más conmovedores para mí en los últimos años fueron los disturbios de París – o al menos las noticias que leí sobre ellos. Un joven describía su rabia, su grito de rechazo. Muchos no podían entender sus acciones – había quemado los coches de sus amigos, había destrozado el lugar en el que vivía. ¿Estaba confuso? No lo creo. Para él no había futuro, ni ninguna esperanza de cambio, así que destrozó lo que odiaba. Su vida. Al igual que los suicidios y autolesiones “sin sentido” que tienen lugar cada minuto en el RU y el resto del mundo, fue un acto de rabia, desafío y tristeza. Fue un intento de ser efectivo, aunque el acto en sí mismo pueda parecer inútil y caótico.
Algunas veces lo único que nos queda es chillar con la esperanza de que algo se haga añicos.
Estoy intentando entender la política de la violencia autoinfligida en el RU y, como siempre, mi escritura es un pensamiento extendido, una idea, una perspectiva, una intuición, un trabajo en curso y, por supuesto, está basado en mi propia experiencia y posición dentro de la vida y la sociedad. Algunas veces, cuando estoy mejor, me siento muy lejos de las ideas que aquí exploro. Y entonces vuelvo a tropezar, mi habilidad para levantarme decae y vuelvo a estar en el más oscuro de los lugares; es allí donde nació este texto, y es allí donde vuelve a tener sentido. Así que toma de él lo que quieras en donde sea que te encuentres.
Lo que originalmente me inspiró a escribir fue sospechar que la idea de que somos unos privilegiados por vivir en un estado capitalista avanzado como el RU persiste incluso entre aquellos que consideran que tienen una postura política radical, o sea, anticapitalista y/o antiestado. Esto se revela en los comentarios más casuales, por la insistencia de alguna gente, cuando hablamos acerca de salud mental y de la vida en el RU, en que no puedo comparar el vivir aquí con vivir en el Tercer Mundo o en un país en desarrollo. Hay indignación. Hay una cierta postura… defensiva. ¿Cómo me atrevo siquiera a comparar estas cosas? Y también me siento un poco incómoda con lo que estoy escribiendo porque, aunque no estoy intentando entablar una comparación, la propaganda del privilegio también ha echado raíces en mí. Claro está, puedes tener un puesto privilegiado dentro del marco de referencia de un sistema particular – por ejemplo, ser un hombre blanco con dinero es muy distinto a ser un hombre negro y pobre en una sociedad capitalista. Pero esto es distinto a pensar que de todos los posibles sistemas sociales, políticos, espirituales, emocionales y económicos de los seres humanos, nosotros en el RU hemos creado el sistema en el cual somos capaces de alcanzar nuestro potencial humano y satisfacer nuestras necesidades y deseos.
No quiero hacer ninguna comparación de experiencias, ni infravalorar los horrores, la pobreza, y la lucha de la gente en otros países…, tampoco glorificarlas. Está claro que hay gente de otros países que arriesga su vida para llegar aquí y, algunas veces, encuentra refugio de otros sistemas políticos y una mejor calidad de vida y salud. Sin embargo, creo que es posible y vital señalar el impacto que tiene sobre nuestra humanidad, libertad y salud el vivir en una sociedad capitalista, tecnológicamente avanzada y de alta-vigilancia, e intentar desafiar cualquier noción de privilegio, sin entrar en una competencia entre mundos, entre experiencias en diferentes escenarios del capitalismo global.
Si no lo hacemos, la gente de aquí siempre luchará por “la otra/el otro”, debilitando la resistencia genuina, haciendo que las expresiones de solidaridad escondan un sentido taimado de “qué suerte tenemos”, de paternalismo, y se vuelvan una excusa para no impulsar la lucha de aquí. Hay cientos de personas en una noche de solidaridad con luchas latinoamericanas, pero sólo veinte en un evento de apoyo a presos encarcelados como consecuencia de luchas en Occidente.
Creo que la poca salud mental de una gran parte de lxs británicxs desmiente cualquier idea de que exista un buen sitio para estar en el capitalismo. Los problemas de salud mental son pandémicos, pero yo sólo sé cómo es crecer y vivir aquí, así que éste es el lugar que analizaré. La depresión es una de las principales causas de muerte en Occidente. Donde yo vivía, en el noreste de Leeds, de una población de 170.000 personas, aproximadamente el 25% sufre o ha sufrido en algún momento (es decir, ha buscado ayuda) problemas de salud mental. Son muchxs.
La primera cosa que quiero hacer al despertar es destruir las paredes…
…la segunda es destruirme a mí misma.
Al lado de mi cama hay un gráfico colgado en la pared. Muestra cuántos pacientes han sido atendidos en el departamento de urgencias de este hospital en los últimos 6 meses y la razón por la que fueron ingresados. Sólo en este hospital de urgencias casi 1600 personas llegaron tras haberse autolesionado.
Cientos de miles de personas se autolesionan cada año en el RU y se estima que alguien se quita la vida en esta isla cada 82 minutos. El despotismo de los modelos biomédico, farmacológico y psicoterapéutico de salud mental continuará intentando persuadirnos de que el problema está dentro de nosotros, como individuos, como organismos desajustados que están fallando. Puedo estar de acuerdo con esto, en cuanto a que nuestras condiciones existenciales tienen un efecto devastador en nuestra salud física y mental: nutrición pobre, ambientes estresantes, relaciones inestables, polución (aire, luz, material y ruido), agresiones generalizadas, soledad, trabajo y tecnología omnipresente; todo esto dificulta, a mi parecer, extraordinariamente, nuestra capacidad para crear y mantener una buena salud, un buen cerebro, unas buenas relaciones sociales y un buen humor. Pero, por otra parte, creo que nuestra salud mental, o la falta de ella, es sobre todo una respuesta normal a unas circunstancias anormales y constituye, de alguna manera, la línea de frente, las trincheras, en la guerra contra la humanidad llevada a cabo por el estado-nación y la masacre económica.
Hay 23 paredes en mi piso de una sola habitación. Hay 6 ventanas, 4 cuatro de ellas permiten que entre algo de luz, todas están en frente de más paredes. Hay techos y suelos. Hay 4 pisos en mi bloque, sin contar los dos bajos. Casi nunca veo a la gente que vive en ellos. Hay una puerta eléctrica pesada que da al pasillo de entrada comunitario, flanqueado por paredes de ladrillos, cubierto por una fina alfombra desgastada y que acaba en unas estrechas escaleras de metal. El bloque, como un día bromeó un policía que venía a detenerme tras haber dado conmigo, es una fortaleza.
Salgo de mi piso para ir a pasear, acudir a citas y asambleas o para tomar un café con lxs amigxs. Algunas veces ni salgo. No tengo ninguna razón para hacerlo. O ninguna motivación. Estoy deprimida. Suicida. Encuentro actividades para ocupar mi tiempo. Cuando salgo del piso, estoy rodeada por ruido, gente, edificios, tráfico, malos olores, cámaras y uniformes; policía, oficiales de apoyo a la comunidad, agentes peatonales, agentes de tráfico, seguratas, conductores de autobús, oficinistas, cybergóticos y emos, canis, antifascistas, yonkis, padres, anarcos, hippies. Nunca veo el horizonte, casi nunca veo la luna. Ni las estrellas. Hay un pequeño espacio verde pero está apartado y por lo visto tengo adicción a mi jaula. Recuerdo que cuando era niña tuve un hámster. Se pasaba casi todo el tiempo intentando cavar un túnel en una esquina de la jaula para encontrar la libertad, así que lo saqué de ella. No demoró ni un segundo. Se dirigió directamente a una esquina de la habitación y siguió cavando. No se dejaba engañar por la jaula más grande. Soy como un perro atado a una cadena, me puedo apartar un poco pero el arnés alrededor de mi cuello vuelve a tirarme hacia atrás para recordarme que hay limitaciones, que la única revolución en mi vida es su circularidad implacable. Que tengo una circunferencia, que no soy libre, no importa cuánto intente convencerme a mí misma de que tengo el control, de que puedo causar efecto. Me aplasta la ilusión de poder escoger. Me siento obligada a tener que escoger entre un millón de tipos de naranja cuando, en realidad, lo que quiero es una manzana. No cabe duda de que la vida está hecha para vivirla con urgencia, con imperativos o, al menos, con algún significado que venga desde fuera de mi propia invención. No cabe duda de que yo no debería estar preguntándome en qué momento escogeré la muerte…
Mi sentido del olfato ha cambiado, es más agudo por la fetidez de la civilización. Madreselva y azufre. Perfume y meados. El humo de un autobús como si alguien me hubiera aplastado la cara contra una alfombra vieja. Como una epiléptica antes de su ataque, alertada por el olor de peras o almendras. Me inmoviliza para que no luche. Mordiéndome la lengua porque si comienzo a gritar nunca pararé.
Se piensa que las autolesiones son la segunda causa de ingreso en las salas de emergencia del RU (la primera son los “accidentes”). La definición de autolesión intencionada (Deliberate Self-Harm, o DSH) se refiere a comportamientos de violencia autoinfligida como cortes, ingestión de sustancias tóxicas (incluidas las sobredosis de droga), quemaduras, cabezazos contra las paredes, tirones de pelo e intentos de suicidio. Otros comportamientos arriesgados más aceptados socialmente y más extendidos como el abuso del alcohol, el tabaco, los desórdenes alimenticios y el sexo sin protección también se consideran autolesiones, aunque no se incluyen en las estadísticas de autolesión.
Entre la pobreza demoledora de Lincoln Green, estoy tumbada en una cama de hospital, un lugar de seguridad momentánea, con frío, sola, asustada, avergonzada, consumida por la culpa, desesperada por escapar de mi propia cabeza. Sólo quiero dejar de ser yo misma. Dejar de estar aquí. Hacer algo que rompa mi vida, que la abra y revele algo mejor. Algo más tolerable. Tengo dos heridas en mi muñeca izquierda y puñaladas en mi muslo derecho. Supongo que no es normal atacarse a una misma. Un doctor con cara preocupada lee mis notas. ¿Te alegras de estar viva?, me pregunta. No mucho, le respondo. Lo que sea. Con tal de que algo cambie.
Corto para que las cosas sean mejores.
Las estadísticas de autolesiones son problemáticas. La violencia autoinfligida se suele llevar a cabo en secreto, y muchos casos nunca llegan a los hospitales de urgencias. Sin embargo, un estudio gubernamental publicado en 2001 indica que aproximadamente 215.000 adultos en el RU podrían haberse autolesionado en un periodo de doce meses, y que más de 24.000 adolescentes ingresan cada año en los hospitales por herirse a sí mismxs. Una vez más, estas cifras no incluyen la violencia doméstica, el abuso de sustancias tóxicas, el suicidio, los desórdenes alimenticios ni otros comportamientos autodestructivos. En su ensayo La política de la tortura: Dispersando los mitos y entendiendo a los supervivientes, Joan Simalchick escribe que “…el uso sistemático y generalizado de la tortura hoy en día no tiene precedentes… Amnistía Internacional describe la tortura como la epidemia del siglo XX.” En el RU parece que hay una epidemia sin precedentes de autolesiones que ofrece, con sólo mirarla someramente, el inquietante panorama de una cultura caracterizada por la violencia sistemática y generalizada, pero, en este caso, autoinfligida.
La violencia autoinfligida es un tema complicado y mucha gente no lo entiende -incluso lxs que la llevan a cabo-. También hay gente que manifestará públicamente no entender estos actos mientras en privado se autohiere, o se dedica a otras formas de autoabuso socialmente más aceptadas, algunas de las cuales han sido históricamente instituidas por los gobiernos y la industria con el objetivo concreto de establecer un control social y beneficiarse de él, las más conocidas son el alcohol, las drogas (las recreativas y las recetadas) y el tabaco.
La autolesión se suele explicar como una necesidad de control, comunicación y castigo. De la misma manera, la tortura trata de controlar al individuo, forzarlo a comunicar y castigar a la víctima y su comunidad. La violencia autoinfligida ha sido descrita como “una respuesta normal a circunstancias anormales.” Es un indicador de que no todo está bien en el mundo interno de alguien. Y el hecho de que sea un problema tan grande dentro de nuestra sociedad -junto con los problemas de salud mental en general- muestra que no todo está bien en nuestro mundo colectivo. Los animales en cautividad se autolesionan, y los seres humanos, sobre todo en Occidente, son cada vez más propensos a ello.
Me parece que casi no existe la necesidad de “desaparecer” personas, torturarlas, someter directamente a la población a aquellos que la controlan. Hemos sido entrenadxs para hacerlo nosotrxs mismxs.
El sistema en el que vivimos ha estado desarrollando y perfeccionando sus técnicas de control social durante cientos de años: masacres, persecución religiosa, colonización, patrullas de reclutamiento forzoso, ahorcamientos masivos, esclavitud y servidumbre, cercamientos de tierras[1] y destrucción de propiedades colectivas, deportaciones, el manicomio, la fábrica, la cárcel, el aula de escuela, el fascismo, la sociedad de vigilancia en Alemania del Este, donde había un agente de la Stasi por cada 50 habitantes (sin contar a los informadores), y, en el RU de hoy en día, un estado neofascista en donde cada ciudadano puede esperar que le filmen con cámaras de circuito cerrado al menos 300 veces al día (“Démosles algo que observar” dice una publicidad al final de mi calle), y donde se esta construyendo una inmensa base de datos que constituirá los cimientos de un proyecto de tarjeta de identificación que proporcionará acceso a toda tu historia personal (perfil familiar, expediente escolar, historial de salud física y mental, muestra de ADN, escáner de retina y huellas digitales), a los cuales podrá acceder cualquier autoridad que consulte tu tarjeta de identidad, y que contendrá también un perfil de tus actividades, como la cantidad de alcohol que compras o dejas de comprar.
Gran Bretaña está fundada en la violencia, el exterminio y la tortura: hacia la tierra, hacia otras especies, hacia individuos y comunidades. Y antes de que el imperio saliera a conquistar el mundo, tenía que conquistar a la gente dentro de sus propias fronteras. El sistema en el que vivimos se basa en el genocidio y en el cercamiento. Algunos teóricos definen hoy nuestra transición de una vida basada en la naturaleza a otra dependiente de la agricultura, la industria y la tecnología como un ‘trauma original’, cuyo resultado psicológico es una nación poblada por gente que padece un trastorno por estrés postraumático como forma de vida.
Algunos de estos sucesos ocurrieron hace tanto tiempo que no los recordamos. Pero estamos rodeados de las consecuencias. Y aquí, el gobierno, los educadores, las instituciones y los que sacan provecho han aprendido lecciones valiosas de la historia y han conseguido un perfeccionamiento de control social que hace de la resistencia un acto complicado: porque los perpetradores de violencia ya no son tan obvios, ya no es directamente el estado sino nosotrxs contra nosotrxs mismxs.
Chelis Glendinning habla sobre el trauma original que sufren todas las personas que se han criado en Occidente. El trauma original es un pesar profundo: pérdida de lugar, de personas, de propósito. Imagina estar sumidx en un ciclo eterno de angustia. Disforia. No tienes que imaginarlo, lo vivimos. ¿A qué distancia está tu familia biológica? ¿Con qué frecuencia los ves? ¿Cuándo los perdiste o cuándo te dejaron? ¿Cuántas personas de tu “familia escogida”, es decir, tus amigxs, viven en un rango de 200 km desde tu casa? ¿Con qué frecuencia las ves? ¿Cuántos campos en los que solías jugar o pasear han sido cercados o están urbanizados? ¿Cuántos amantes has tenido y perdido? ¿Puedes llegar a entablar una relación sin necesidad de preguntarte cómo y cuándo acabará? ¿En cuántos lugares has vivido y de cuántos te has ido? ¿Cómo de asustadx te sientes? ¿Cómo de perdidx? ¿Cuántas veces has vivido un sentimiento profundo de propósito colectivo y después, sin que tú lo puedas impedir, cambian los tiempos, la gente o tu mismx y te encuentras de nuevo solx y sin propósito?
No deberíamos tener que sufrir tanto. ¿O sí?
Soy un bebé, una niña, una chica pequeña. Vivimos en un pueblo naval sórdido, mis abuelos viven en Londres. Los vemos con bastante regularidad, pero cuando se van a casa me agarro a ellos y grito. No quiero que se vayan. Comienzo el colegio. Dejo el colegio. Empiezo en otro. Amigos distintos. Mi hermano va a un internado, lo paga la Marina. Lo extraño. Abusan sexualmente de mí y pierdo mi cuerpo. Dejo el colegio. Mi padre se va. Nunca vuelvo saber de él. Intento ahorcarme. Entro a otro colegio. Amigos distintos. Mi madre se vuelve a casar. La pierdo. Una abuela muere. Su marido se vuelve a casar y se muda al norte. Nunca volvemos a saber de él. Dejo el colegio. Voy al instituto. Intento matarme. Entro en la Universidad. Amigos distintos. Ciudad diferente. Amo a alguien. Rompemos. Intimidad, después silencio. Dejo la universidad. Me mudo de pueblo en pueblo. Amo a alguien. Nos perdemos el uno al otro. Cambio de pueblo. Cambio de pueblo. Cambio de casa. Cambio de pueblo. Intimidad. Retiro. Cambio de país. Lxs mismxs amigxs. En diferentes lugares. Amo a alguien. Rompemos. Cambio de ciudad. Amigxs en diferentes lugares. Lxs amigxs se mudan. Yo me mudo. Conexión. Retroceso. Esperanza. Miedo. Aniquilación. Alienación. Estoy en un calabozo. Estoy en una prisión. Estoy en un hospital. Estoy en el trabajo. Estoy en mi piso. En ningún lugar me siento bien. Siento que ningún lugar es seguro. Nadie es seguro. Nadie me sienta bien. No me siento segura. No me siento bien. No quiero estar sola, pero mis relaciones parece que sólo me hacen daño. No se cómo amar, ni a mí misma ni a lxs otrxs. No sé como dejar que me amen. No sé como vivir. Y sigo jodiéndolo todo.
Una breve comparación entre las técnicas de autolesión y las técnicas oficiales de la tortura da qué pensar. Y la autolesión es más frecuente entre la población más expuesta a la tortura: mujeres y niñxs, sus familiares, presxs (la incidencia de autolesiones entre hombres presos es igual a la de las mujeres “libres”), grupos étnicos oprimidos, cualquier persona que haya sufrido violencia sistémica y sistemática. Hay más hombres que se suicidan de forma efectiva, pero también hay más hombres que mujeres que mueren en combate.
Analizar las razones y las funciones sociopolíticas de la tortura, sus definiciones y técnicas y las consecuencias para la víctima y las comunidades involucradas, es, a mi modo de ver, un camino útil y revelador para entender la violencia autoinfligida en las economías capitalistas como el RU.
La función sociopolítica de la tortura es romper el poder del individuo. Es una forma de desarticular la voluntad psicológica de la víctima y de crear una cultura del miedo, no sólo en el individuo torturado, sino también en la comunidad de la que se podría extraer la próxima víctima. El torturador pocas veces quiere matar. Es un medio para el control social y las víctimas de la tortura son su herramienta.
Las técnicas empleadas por el torturador abarcan un amplio abanico de posibilidades. Incluyen palizas, heridas de corte o punzantes, quemaduras, electrocución, experimentación forzada, extracción de extremidades o tejidos, condiciones físicas extremas, tortura sexual, tortura mental (amenazas, ejecuciones simuladas, encierros en soledad o privación sensorial). Las técnicas de autolesión son parecidas.
“¿Te cortas con cuchillos, cuchillas, vidrio roto, agujas, clavos, clips, pins, tijeras, tachuelas, cualquier cosa que caiga en tus manos? ¿Golpeas tu cabeza contra las paredes? ¿Das puñetazos contra ellas hasta que tus nudillos se magullan o sangran? ¿Te lanzas contra cristaleras? ¿Quemas tu piel o tu cabello? ¿Te tragas pilas para que se abran y su ácido te queme por dentro? ¿Te golpeas con objetos contundentes? ¿Te golpeas en el estómago, las piernas, la cabeza? ¿Intentas romper tus propios huesos? ¿Expones tu cuerpo a condiciones climáticas extremas sin cubrirte y así quedas insolada, congelada, resfriada o febril? ¿Miras directamente al sol hasta que casi te ciega? ¿Te tiras del pelo? ¿Te muerdes o arañas hasta sangrar?”
Razor (sitio web sobre la autolesión).
Un director de operaciones de la Stasi en la antigua RDA (Alemania del Este) describe, en relación a las formas de paralizar a los ciudadanos opositores, el objetivo de estos procedimientos como “desarrollar apatía (en el sujeto)… para llegar a una situación en la cual sus conflictos, ya sean de índole social, personal, profesional, de salud o políticos, se vuelvan irresolubles… suscitar miedos en él… crear y desarrollar desilusiones… restringir sus talentos o capacidades… reducir su capacidad de acción y utilizar desavenencias o contradicciones a su alrededor con este propósito.” Claro está, la forma en que actuaban en la RDA es bastante diferente de lo que sucede en el RU, pero estas descripciones se podrían aplicar al estado de salud mental de muchos británicos hoy en día. La directiva ‘Zersetzungsmassnahmen’ significa, literalmente, ‘aniquilación del ser interior’ e incluye la creación de “situaciones comprometedoras para ellos generando confusión acerca de los hechos… y engendrando comportamientos depresivos e histéricos en la persona-objetivo.” Aquí (Reino Unido) no hay agentes secretos que decidan si puedes acceder a uno u otro trabajo, casa o escuela. Sólo hay una ingeniería social. No hay agentes secretos que nos comprometan confundiendo los hechos o engendrando comportamientos depresivos en personas-objetivo. No hay agentes secretos: sólo hay un sistema intangible pero eficazmente opresivo en donde el carcelero es todo aquello que deseas (y que se nos dice que es lo que la gente de todo el mundo desea), todo lo que piensas, todo lo que te rodea. Hay una confusión masiva perpetrada por los medios de comunicación y hay una cultura del miedo creada por el gobierno y su guerra contra el terrorismo, contra los jóvenes, los sin techo y los inmigrantes, además de por los métodos tradicionales para crear miedo a través de la imposición de normas culturales como el trabajo y la familia nuclear. Allí está la pobre salud mental de millones de británicos. No hay agentes secretos, pero el resultado es el mismo. No hay personas-objetivo, sólo una sociedad de individuos desvinculados de forma generalizada, alienados los unos de los otros y de sí mismos, fuera de control, jodidos y apáticos, deprimidos o caóticamente cabreados.
Aquí, en Gran Bretaña, los ciudadanos no son torturados de manera rutinaria. Hay ejemplos de violencia evidente hacia individuos, perpetrada por el estado y sus instituciones -en particular, dentro del sistema policial, del sistema de prisiones y del sistema de salud mental-, con detención obligatoria, neutralización farmacológica forzada y prácticas como la TEC (terapia electroconvulsiva o por electroshock -básicamente, daños cerebrales-) y la neurocirugía (la infame lobotomía, que todavía se practica aquí) , pero nada de esto sería enmarcado en un contexto de tortura. La mayoría de la violencia en Gran Bretaña parece ocurrir entre ciudadanos o contra sí mismos.
La tortura ocurre en cuartos pequeños, celdas manchadas de sangre vigiladas por guardias penitenciarios psicópatas. La tortura ocurre en países con dictaduras o guerras. La tortura se refiere a la amenaza. Amenaza a nuestra integridad: como una mente, un cuerpo, un alma, como una comunidad. La tortura se refiere a la creación de una cultura del miedo, círculos de silencio y obediencia absoluta a algo o alguien que no eres tú. Pero, ¿es posible que la sociedad capitalista en la cual vivimos no sea más que una vasta cámara de tortura sin lugar fijo que utiliza técnicas psicológicas muy avanzadas, tan astutas que llegamos a confundir un estado de tortura con un estado de privilegio?
En cualquier lugar del mundo hay gente con cicatrices. Después de todo, esto es el capitalismo global. ¿En qué piensas cuando piensas en cicatrices? ¿Piensas en las fotos de piel negra marcada por instrumentos de tortura en dictaduras lejanas publicadas por Amnistía Internacional? ¿Piensas en las cicatrices en los cuerpos de mujeres, niños y hombres sometidos a violencia doméstica? ¿Piensas en las marcas de jeringas en brazos de yonkis en los lugares más oscuros de la ciudad? ¿Piensas en cicatrices en el rostro de hombres que se han peleado en un pub o que han sido asaltados o atacados por chavales encapuchados? ¿Piensas en el pequeño círculo de vacuna en la parte superior del brazo de todos los adultos para protegerlos de las enfermedades de la civilización? ¿Alguna vez has notado las cicatrices en los brazos de la gente “normal”? Líneas blanquecinas extrañas e inexplicables que surcan la piel de hombres y mujeres de todas las edades. Mira a tu alrededor. Las verás. Es como quitarse una venda y volverse sensible a estas marcas y lo que hay detrás de ellas. Las cicatrices no son el privilegio del Tercer Mundo, de dictaduras evidentes, de zonas de guerra oficial. La guerra contra la vida no tiene fronteras, y sea cual sea el punto del capitalismo en que vivamos, en cualquier lugar del mundo en que nos encontremos, por mucho que nos digan lo privilegiados o lo desafortunados que somos, todos y todas estamos heridxs y marcadxs por ella. Estas cicatrices cuentan la historia de la civilización. Son todo lo que necesitas saber.
“Hay una diferencia entre la pobreza en el Tercer Mundo y en Occidente… cuando mi amigo filipino me preguntó por qué tanta gente intenta suicidarse aquí, simplemente no supe qué responderle. Para quien nunca la ha padecido, la pobreza de nuestra cultura es muy extraña… [...] hay otra solidaridad en un nivel más profundo de la lucha. Tiene que ver con el acto cotidiano de vivir, es la lucha contra la alienación de nuestras propias vidas”.
Extraído de un panfleto de Solidaridad Pacífico Sur
A cada vez más gente en el RU se le diagnostica un trastorno por estrés post-traumático (TEPT) o un DESNOS (Desorden de Estrés Extremo sin Especificar, que involucra la exposición repetida y prolongada a experiencias traumáticas). Yo considero que los diagnósticos no reflejan lo importante, pero en este caso me parecen útiles. El TEPT solía ser un problema aplicado a supervivientes de la tortura o de situaciones de guerra, amenaza a la integridad física o desastres naturales. Pero incluso las autoridades psiquiátricas han tenido que admitir que hay mucha gente que cumple los síntomas de TEPT sin haber sido sometidas a las causas comunes que se le asignaban (es decir, no siempre pueden explicar sus síntomas como el resultado de un acontecimiento traumático concreto como una guerra o un encarcelamiento), de ahí viene el DESNOS.
Abusos a niñxs, abusos sexuales, violencia doméstica, ruptura matrimonial, divorcio de los padres, todos son reconocidos como posibles factores que contribuyen al inicio de un TEPT. Pero todos los síntomas que componen el TEPT también son comunes en muchos otros desórdenes mentales: la ansiedad, la depresión y los problemáticos “desórdenes de personalidad” (cualquier personalidad o comportamiento que te marca fuera del consumidor somatizado, con salario, obsesionado con los productos que puede comprar, conformista y políticamente inactivo), que han sido inventados por las compañías farmacéuticas para vender más drogas y por los psiquiatras y el sistema de justicia para poder invalidar y extraer de la sociedad a todos aquellos que rehúsen someterse.
Tengo doce años. Un año después de que mi padre nos abandonara. El año en que mi madre se vuelve loca, rompiéndome cepillos en la cabeza cada noche a causa de su frustración, abusando emocionalmente de mí, golpeándome, empujando mi cara contra la nieve porque está enfadada y sola y lo exterioriza con la persona equivocada porque la persona correcta no la escuchará, dejándome sola porque ya no puede aguantar la casa que alguna vez compartieron. Estoy de pie bajo el marco de su puerta, es de noche, no puedo dormir, estoy desesperada por decir algo pero perdí mis palabras. Me ruega que me vaya a la cama, que la deje dormir. No puedo moverme. No puedo hablar. Mi padre finge no conocernos si nos lo cruzamos en el supermercado o en la playa. Mis sentimientos ya no cuentan. Trato de ahorcarme, llena de odio y rabia, de amor reventado, de esperanza reventada y de confianza reventada.
Me arrastran al psiquiatra. Literalmente arrastrada, pateando y gritando, a través del páramo de la Costa Sur, a la sombra de buques de guerra, barcos prisión y viejas fortalezas, por debajo Portsdown Hill y sus instalaciones de investigación militar de ladrillo rojo, pasando una urbanización tras otra de pisos de protección oficial podridos y cuarteles navales, bajo la lluvia, a un psiquiatra y, desde entonces hasta hoy, soy yo quien ha hecho algo mal, hay algo equivocado en mí. Mi padre le envía a mi madre textos sobre análisis transaccional y mi madre se deleita con que el primer psiquiatra rehúse recibirme porque hago demasiadas preguntas, forzándolo, a mi manera infantil, a mirarse a sí mismo. Soy una chica difícil, al menos eso dicen. Incontrolable. Demasiado lista para mi propio bien. Soy mi peor enemiga.
Entonces, ¿qué, en nuestro mundo, podría llevar hacia un TEPT o un DESNOS?
“Los sucesos traumáticos experimentados directamente incluyen, pero no se limitan a, combate militar, asalto violento contra la persona (agresión sexual, ataque físico, robo, atraco), ser secuestradx, ser tomadx como rehén, atentado terrorista, tortura, encarcelamiento como prisionerx de guerra o en un campo de concentración, crimen, desastres naturales o causados por el ser humano, accidentes de coche graves o ser diagnosticadx de una enfermedad que amenace tu vida. Para los niños, los eventos sexuales traumáticos pueden incluir experiencias sexuales en momentos inapropiados del desarrollo personal, sin que necesariamente haya amenaza de violencia, violencia o daños. Los sucesos traumáticos presenciados incluyen, pero no se limitan a, observar heridas graves o la muerte por causa no natural de otra persona debidas a ataques violentos, accidentes, guerra, desastres, o haber visto inesperadamente un cadáver o partes amputadas de un cuerpo. Los sucesos traumáticos experimentados por otrxs de los cuales se tiene noticia, incluyen, pero no se limitan a, asalto violento a la persona, accidente grave, heridas graves sufridas por un miembro de la familia o amigo cercano…” (DSM-IV-TR: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatras, 1994)”
Un informe de 1989 estimaba que a los catorce años, lxs chicxs en Occidente han presenciado alrededor de 11.000 asesinatos en televisión.
Tenemos más comida de la que podemos comer. Tenemos acceso a diferentes medios para entretenernos: televisión, cine, radio, la industria musical, Internet, PlayStations. Nuestrxs hijxs tienen juguetes y tecnología con las que se mantienen ocupadxs. No nos atacan ejércitos, paramilitares o policías secretas. Podemos transportarnos fácilmente de un lugar a otro. Podemos vivir donde queramos y viajar por el mundo. Tenemos educación para todxs y oportunidades laborales. Tenemos suficiente dinero para vivir -algunxs más que otrxs-, pero pocxs de nosotrxs no tenemos nada. Tenemos drogas recreativas para disfrutar y drogas médicas para mantenernos vivxs y dejar de sentir demasiado. La mayoría no teme por su seguridad física, nuestras casas están protegidas y nuestras prisiones están literalmente desbordadas (la solución es meter a lxs presxs en contenedores de mercancía modificados).
La gente muere aquí de malnutrición, no por hambre, sino por obesidad. Muchos occidentales la sufren en su día a día. La comida que comemos ha sido descrita como ‘anti-nutritiva’ por algunos nutricionistas -importada, empaquetada con materiales tóxicos, y producida por una maquinaria de agricultura industrial masiva (suelos pobres e insecticidas)-. La comida rápida y las chucherías no son comida. La comida que comemos no nos sana, nos hace daño. El conocimiento y proceso de cultivar, cosechar y recolectar nuestra comida también se ha perdido -junto con el proceso curativo de estas actividades, nuestra conexión con la naturaleza y la sensación de autonomía sobre nuestras necesidades básicas y supervivencia-.
Soportamos sobredosis de información -una especie de ruido blanco- totalmente banal, anestésica y paranoica. La capacidad de concentración ha disminuido y la interacción humana está cada vez más mediada por la tecnología. En lugar de nuestras vidas “reales” tenemos “realities”. Nuestras conversaciones, así como nuestros espacios privados, son interrumpidos constantemente por llamadas al móvil, nuestras amistades se mantienen a través de los mensajes de texto y los e-mails.
Vivimos en una cultura del miedo al otrx. Estamos enchufadxs a los ordenadores y la televisión. La educación -como siempre- se basa en enseñarnos a no cuestionar, a pasar exámenes, a aprender sólo lo que el gobierno quiere que aprendamos, a rompernos para que seamos un engranaje más de la máquina. Un informe reciente de la UNICEF sobre niñxs en el RU lxs describió como lxs más infelices del mundo desarrollado.
Aquí tenemos el estado del bienestar. Tenemos tarjetas de crédito. Tenemos una pobreza relativa, en vez de absoluta, junto a la propaganda de las oportunidades y la elección.
Ya no recordamos cómo curarnos a nosotrxs mismxs. Incluso si nos acordáramos, las enfermedades producidas por la sociedad tecno-industrial probablemente estén fuera del alcance de los remedios tradicionales, y la industrialización ha eliminado muchas de las plantas que empleaba la medicina natural. El RU es un desierto agrícola e industrial.
Estamos sujetxs a una vigilancia constante, aumenta el número de policías, agentes cívicos, seguratas, cámaras, furgonetas con vídeo, equipos de seguimiento de audio en los McDonald’s y las estaciones de tren, pulseras de seguimiento electrónico, móviles con cámaras y rastreo de llamadas y de correo electrónico.
[bares] [tiendas] [restaurantes] [parques] [comiendo] [caminando] [calles] [centros urbanos] [bloques de oficinas] [cajeros automáticos] [probadores] [dormitorios] [desvistiendo] [vistiendo] [piscinas] [puertas] [autopistas] [polideportivos] [playas] [tejados] [helicópteros] [furgonetas de vigilancia] [hablando] [abrazando] [luchando] [mcdonald's] [juzgados] [cafeterías] [comisarías] [teléfonos móviles] [llorando] [bailando] [clubs] [pubs] [centros de salud] [corriendo] [empresas de taxi] [taxis] [cárceles] [pasillos de escuelas] [aulas] [patios de escuelas] [parques infantiles] [parkings] [aeropuertos] [estaciones de tren] [estaciones de autobús] [trenes] [autobuses] [puertos de ferry] [esquinas] [vallas publicitarias] [webcams] [aprendiendo] [viajando] [estando quietx] [análisis de movimientos] [vestíbulos] [ascensores] [ayuntamientos] [starbucks] [casas] [bancos] [barracones del ejército] [análisis biométricos] [análisis de patrones de grupos] [planetarios] [cines] [teatros] [gimnasios] [parques de atracciones] [causando disturbios] [polígonos industriales] [barrios de protección oficial] [gasolineras] [satélites] [escaleras] [observando] [tosiendo] [metiendo goles] [sonriendo] [muriendo] [robando] [amando] [follando] [besando] [agarrando] [bebiendo] [quedando] [despidiendo] [comprando] [fumando] [perdiendo el tiempo] [durmiendo] [trabajando] [esperando] [jugando] [rezando] [desobedeciendo] [universidades] [centros comerciales] [galerías de arte] [bibliotecas] [hospitales] [vendiendo] [mercados] [en el R.U. eres grabado un promedio de 300 veces al día]
Imagina los diferentes uniformes que patrullan las calles, cielos, edificios y centros urbanos en Gran Bretaña y ponlos todos en el mismo uniforme, digamos, un uniforme militar…
Se están introduciendo sistemas de altavoces en las zonas comerciales del RU: ladran mensajes desde un cuerpo invisible que te previene contra los carteristas o te dice que recojas lo que acabas de tirar al suelo.
Tenemos drogas para hacernos felices -legales e ilegales-, para hacernos olvidar que estamos estresadxs y ansiosxs, para hacernos sentir cercanxs a otras personas o simplemente para no sentir nada en absoluto, para mantener la economía funcionando, para levantarnos por la mañana y dormirnos por la noche. Tenemos terapias que nos ayudan a adaptarnos a un sistema que nuestros cuerpos y mentes rechazan. Si las drogas y las terapias no ayudan, tenemos drogas más fuertes, hospitales psiquiátricos y otras prisiones. El diccionario de “enfermedades mentales” está en crecimiento, la mayoría de ellas podrían describirse simplemente: la civilización y el rechazo a la civilización.
La muerte, la enfermedad o las lesiones resultantes de abusos de sustancias, incluyendo el tabaco y el alcohol, la actividad sexual, los accidentes de transporte, la obesidad, la contaminación, el estrés, el suicidio y las autolesiones son epidémicas. La gente sí que teme por sus vidas. Pregunta a los Samaritanos. Pregunta a las miles de personas que cada año terminan en salas de urgencias porque se hicieron daño ellas mismas, o bebieron mucho, o no podían garantizar que no se matarían antes de que acabara la noche. Pregunta a todos los muertos o mutilados como resultado de accidentes en la carretera, insuficiencia cardíaca o cáncer.
La forma en que vivimos es de cautividad, un estado esquizoide. Es interesante que muchos de los problemas de salud mental que padecen hombres y mujeres urbanxs, industriales y tecnológicxs tienen un paralelismo con el comportamiento de los animales en cautividad: reacciones de escape (corriendo de aquí para allá, haciéndose daño o quedando postrados sin moverse), desórdenes alimenticios (anorexia, bulimia, comer compulsivamente), sobre-acicalarse, balancearse y andar de un lado a otro, automutilación, comportamiento sexual anormal y comportamiento estereotípico (desorden obsesivo-compulsivo), apatía, relaciones anormales entre padres e hijos (abandono, infanticidio), prolongación de un comportamiento infantil, incluyendo la falta de confianza social y una agresividad incontrolada, debido a la superpoblación o al aislamiento, y dirigida a las personas u objetos “equivocadxs” (los objetivos correctos, sus captores y los guardias del zoológico, están fuera de su alcance). Todxs hemos escuchado las historias de delfines intentando romperse la cabeza contra los cristales de sus acuarios, y sabemos que los animales en cautividad tienen dificultades para criar, la infertilidad y los abortos son una respuesta al estrés (también para muchos occidentales) o una “elección”, traer crías en un estado de cautividad se podría, después de todo, considerar como un acto extraño de crueldad.
En los últimos años se ha impuesto un toque de queda a lxs chicxs británicxs, no se les deja congregarse en grupos de más de dos, se les obliga a hacer exámenes académicos a la temprana edad de 7 años, tendrán que pasar por una entrevista de 200 preguntas que “defina quiénes son” para obtener un pasaporte, son el objetivo de la draconiana Normativa de Comportamiento Antisocial (ASBO, Anti-Social Behaviour Order), se les toman las huellas digitales en las escuelas (muchas de las cuales están rodeadas por cámaras y ya no tienen corredores sino puertas que tienen que ser abiertas y cerradas por “profesores”, lo que hace la libertad de movimiento imposible).
Los animales en cautividad, como los humanos modernos, tienen una vida relativamente cómoda: se les alimenta, limpia, están a salvo del salvajismo, tienen acceso a relaciones sexuales, un poco de espacio y algo de estímulo. Como en nuestra “buena vida”. Y aún así, no parece que la soporten. Nosotrxs tampoco.
Algunos aspectos de la civilización son claramente una tortura como la que se define en los manuales. Algunas definiciones de tortura mental incluyen: “forzar a la víctima a torturar a otra persona, presenciar la tortura de otra persona y presenciar asesinatos o violaciones…, detención en completa oscuridad, exposición a luces brillantes, exposición a ruidos constantes o privación del sueño. Condiciones precarias que incluyen la falta de comida, cuidado médico y comunicación.” (de “Clinical Signs and Symptoms”). Aplicar estas definiciones a la forma en que vivimos es bastante fácil: secuencias violentas en los telediarios, películas y juegos, alienación, policía por doquier, desinformación, exposición a luces constantes y ruidos y condiciones pobres -cuanto menos, casi endémicamente estresantes- para la mayoría de la gente.
Y el resultado:
“… la siguiente constelación de síntomas se encuentra con frecuencia asociada a un estresor interpersonal (por ejemplo, abuso físico o sexual a niños, palizas domésticas, ser tomado como rehén, encarcelamiento,… tortura): modulación afectiva disminuida, comportamiento autodestructivo e impulsivo, síntomas disociativos, dolencias somáticas, sentimientos de inutilidad, vergüenza, desesperación, desesperanza; sentirse permanentemente herido; pérdida de creencias anteriores, hostilidad, retraimiento social, sentirse constantemente amenazado, relaciones interpersonales deterioradas o cambio de las características de personalidad anteriores.” (DSM-IV-TR: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, de la Asociación Americana de Psiquiatras, 1994).
Ella llora. Ella detiene su llanto, apretando dos dedos contra el puente de su nariz hasta que las lágrimas dejan de salir. Está sentada en el borde de la bañera, alumbrada sólo por la luz del pasillo que se filtra por la puerta. No tiene razones para llorar. Sólo lo hace. Sólo lo desea. Sólo está triste. Está avergonzada de esto, pero ella es así. Suelen hacerle comentarios respecto a la tristeza de su cara, cada vez que hay una pausa en la conversación, cuando ella es inconsciente de los ojos que la observan. No quiere decir que no esté alegre a veces. Tiene arrugas de risa. Pero a menudo ella siente su risa como si estuviera captando con la mirada un animal que creía extinto. Y su tristeza es la tristeza de un animal atrapado, al igual que su rabia, su letargia, su odio; si no es hacia su carcelerx, es hacia sus compañerxs reclusxs, aunque a veces es difícil hacer la distinción. Los vínculos íntimos son un tirachinas listo, una pistola cargada sin el seguro puesto.
Le cubre el agua turbia hasta las rodillas, cerca de Chichester. Vinieron al estuario a nadar y a jugar. Ella, su hermanastro y su hermano. Ella lleva un bikini. Azul eléctrico con borde rosa. Ella tiene 13 ó 14 años. Tiene senos pequeños, apenas crecidos a su metro cincuenta de estatura. Su hermanastro es mayor, 15 ó 16 años, no es alto pero sí robusto. Están con el agua a las rodillas entre un juncal un metro más alto que ellos. Él está intentando conseguir que ella se quite el bikini. Ella no quiere hacerlo. Pero él es mayor, y proviene de una familia a la que su madre admira. La chica cree que, de alguna manera, ella tiene que ceder, incluso aunque no le guste estar aquí, incluso aunque se sienta enferma y quiera llorar. Este “juego” lleva reproduciéndose durante años. Ella no quiere ofenderlo ni iniciar un conflicto. Ella no es lo suficientemente importante. Ella no tiene ningún derecho a negarle lo que quiere. Después, él llena su bikini de barro cuando están nadando, cogiéndole las tetas mientras lo hace, haciendo como si fuera una inocente pelea de agua para que su hermano no note nada. En la tarde, se sientan a comer con los padrinos y la novia de él. Él no la mira ni le habla, pero cuando se van a dormir, él repta hasta la cama de ella e intenta quitarle la ropa. Esta vez ella se resiste. Ella no quiere esto. Aún ahora, muchos años después, cuando folla, cuando hace el amor, cuando la toca un amante, tiene que apretar los dientes y resistir el impulso de golpear, empujar o simplemente levantarse y correr.
¿Qué hace la gente en cautividad, en las salas de tortura? Alguna gente mantiene la mirada sobre el suelo hasta que la terrible experiencia acaba. Pero si la situación continúa de manera indefinida -si es todo lo que conoces-, entonces la mente buscará su propia salida. “Marx predijo, erróneamente, que una profundización de la miseria material llevaría a la revuelta y a la caída del capital. ¿No será, más bien, que el incremento del malestar psíquico está llevando, por sí mismo, al reinicio de la revuelta, y que, de hecho, esta puede ser la última esperanza de la resistencia?” John Zerzan, La Psicología de Masas de La Miseria.
La incidencia de autolesiones entre los hombres encarcelados en el floreciente sistema penitenciario británico iguala a la de las mujeres “libres”. La autolesión (junto con la violencia doméstica, el abuso de substancias y los trastornos alimenticios) es la respuesta del superviviente a la forma de tortura que se puede describir simplemente como “la forma en que vivimos”. La civilización y todo lo que la define son, en esencia, los manuales de tortura psicológica aplicados a escala masiva. El comportamiento de autoabuso de muchas personas aquí en el RU (también en EE.UU.) tiene dos implicaciones: es al mismo tiempo un intento de sobrevivir en el sistema exteriorizando todo aquello que se nos ha enseñado a interiorizar, y, simultáneamente, una compulsión de llevar a cabo el proyecto del Estado -aquello del control social y el necesario desplazamiento de la ira y la desesperación desde su objetivo genuino pero nebuloso (el sistema compuesto por el estado, la industria, las finanzas y el comercio), hacia el único objetivo accesible, el individuo aislado en una cultura en que la insurrección y la insumisión masiva son cada vez menos pensables-.
De alguna manera, la incapacidad de tantas personas de mantener un nivel aceptable de salud mental en nuestro país es alentadora. Revela la lucha de un organismo vital contra las instituciones opresivas y aniquiladoras del Estado y el orden económico mundial: estar bien adaptado en una sociedad profundamente enferma no es ningún indicador de salud. Es el rechazo a una forma de vida intolerable. Es la incapacidad de ajustarse a aquello que es dañino y antinatural, a pesar de la existencia de lo que John Zerzan describe como La Sociedad Psicológica, que a través de la terapia y las drogas hace todo lo posible para que nos adaptemos cuando “el tema central es si ‘el mundo que refuerza nuestra incapacidad para cambiar’ puede ser forzado a cambiar, hasta dejarlo irreconocible.”
Sólo tenemos que entender que hay una guerra declarada justo aquí, ahora mismo. Si siempre crees que luchas por alguien que está peor que tú, ¿no estás diciendo de forma implícita que tú estás mejor y, por tanto, que en realidad hay partes del capitalismo (tu parte) que están bien?
Dondequiera que estés, hay una guerra sin cuartel entre los imperativos capitalistas y la pasión por la vida de la gente sometida a él. La autolesión se entiende, por lo general, como una estrategia de aguante, al fin y al cabo, se trata de mantenerse vivx ante circunstancias intolerables. Sería un error, claro está, sugerir que la autolesión es lo mismo que la resistencia, aunque los problemas de salud mental tienen un gran coste para la economía. Es una reacción, una respuesta y un rechazo. Es el grito. Pero hasta que no sea politizado, seguirá siendo sólo un ataque del individuo contra el individuo.
Si la lucha de aquellxs que sufren de problemas mentales o emocionales no estuviera tan contenida, desplazada y estigmatizada hasta por aquellxs que se consideran “radicales”, quién sabe qué tipo de sociedad forjaría esa pasión por la vida desencaminada, esa inteligencia, ese rechazo. Mientras situemos al enemigo dentro de nosotrxs, alentadxs por un sistema entero, desde la educación hasta los modelos bio-médicos de la enfermedad mental, y mientras sigamos viendo estos comportamientos como enfermedades de las cuales hay una esperanza de cura basada únicamente en cambiar el mundo interno del enfermo -en vez de en derrocar el sistema-, nunca lo sabremos. Las sociedades capitalistas-imperialistas avanzadas han sido tan eficaces, tan brillantes controlando y definiendo cada aspecto de la vida y la psicología humanas (un préstamo de la historia fascista y totalitaria) que ya poca gente es capaz de ver esta situación; es omnipresente.
Creo que la mayoría de gente que sufre en el RU un “problema de salud mental común”, incluyendo mucha que se autolesiona (y esto incluye cualquier comportamiento que no sea saludable para la mente o el cuerpo), simplemente está revelando el estrés psicológico en masa causado por una exposición prolongada a las condiciones de vida bajo un sistema capitalista avanzado del cual no se puede escapar, una dictadura elegida, una cultura del miedo deliberada, un ambiente altamente contaminado y alienado, y un sistema omnipresente de vigilancia altamente desarrollado.
No hay lugar seguro al que podamos escapar, no hay ningún lugar adonde podamos ir a pedir asilo por las condiciones bajo las cuales luchamos. Occidente es, posiblemente, el final de la línea. Estamos, eso nos enseñan a creer, en el mejor lugar que hay, el más seguro. Muchas personas arriesgan sus vidas para llegar aquí. Pero el trauma psicológico, físico, espiritual, económico, político y emocional que soportamos es, pese a esta ilusión, a esta propaganda, constante e interminable, cuando a diario se amontona una tensión tras otra, un trauma sobre otro trauma (experimentado directa o indirectamente), miedo sobre miedo, elección sin sentido tras elección sin sentido. No hay ningún lugar donde estar bien en el sistema capitalista global; sólo hay diferentes cámaras de tortura, con las herramientas adecuadas al objetivo y la etapa de la batalla.
Hay una historia de Augusto Boal, un dramaturgo brasileño radical pionero del Teatro del Oprimido, que al encontrarse en el exilio europeo durante los años setenta comentaba que no podía entender por qué la gente era tan infeliz si no sufría una opresión política. Sin embargo, después de un tiempo, llegó a la conclusión de que, aunque algunos estados europeos no eran tan abiertamente opresivos, esto era porque la gente había llegado a interiorizar la opresión y, a veces, ni siquiera veía a la autoridad como el enemigo: a esto lo llamó “el policía interno”.
En la relación con más abuso mutuo que he tenido, la que me jodió emocionalmente hasta el punto en el que toda mi noción de la realidad, lo que sabía de mí misma y el sentido de las cosas empezaron a trastocarse, sin duda estaba luchando por mi vida. Él no estaba a punto de matarme con sus manos, pero me dejaba sin palabras. Cuando alguien te deja muda tergiversando todo lo que tú dices y, cuando le conviene, todo lo que él dice, tienes que pelear con tus puños. Rara vez peleaba contra él -sólo en la medida en que él peleaba contra mí: él empujaba, yo abofeteaba-. Peleaba contra mí misma. Me quemé, tomé sobredosis, me rajé las muñecas, pensé en el asesinato, rechacé a la gente que me quería, muchas noches bebía casi hasta el coma, paré de comer, rompí cosas, me detuvieron, intenté morder los dedos de un policía, intenté morderme la lengua y grité. No fue un grito vocal. Salió de todo mi cuerpo. Un grito impactante que duró cinco minutos hasta que me quedé sin aliento y del cual no me creía capaz. Un grito de angustia absoluta, incesante, inconsolable, atrapada, brutal, muda, impotente, histórica. Era la única cosa que podía atravesar los barrotes, un sonido como una mano extendida sin la esperanza de que el cuerpo pudiera seguirla. Era lo único que quedaba por decir…
Ese grito todavía está ahí. Está en todxs lxs que saben que están luchando por su vida: lxs que se autolesionan, lxs alcohólicxs, lxs drogadictxs, lxs parasuicidas y lxs suicidas, las víctimas de abusos domésticos, policiales, racistas, homófobos, lxs que comen poco o demasiado; está en las gargantas de chavalxs atrapadxs en familias nucleares, hogares rotos o sin hogar y en escuelas y centros de menores, en las bocas de lxs presxs y lxs prostitutxs, en las entrañas de millones de personas dopadas por el Prozac, el litio y el Ritalin. Está en todxs, pero algunxs están más cerca que otrxs de ese grito y lo que significa.
Si no crees que estés luchando por tu vida, piénsalo de nuevo. Si sabes que no estás luchando por tu vida, puede que estés en el lado equivocado.
“Necesitamos un programa de psicocirugía y control político de nuestra sociedad. El objetivo es el control físico de la mente. Todo aquel que se desvíe de las normas impuestas puede ser mutilado quirúrgicamente. El individuo puede pensar que la realidad más importante es su propia existencia, pero esto es sólo su punto de vista personal. Esto carece de perspectiva histórica. El hombre no tiene derecho a desarrollar su propia mente.” (Dr. José Delgado, un psiquiatra contratado por la CIA para el programa de control mental MKULTRA después de haber servido al régimen franquista).
“… los oídos de lxs bárbarxs son sensibles únicamente a las voces que los llaman a asaltar el Imperio, a barrer lo existente. Su furia incluso produce terror en muchos enemigos del Imperio que dicen querer vencerlo, pero de manera bien educada. Como cortacuellos civilizados, comparten el desacuerdo pero no el odio, entienden la indignación pero no la rabia; lanzan eslóganes de protesta pero no gritos de guerra, están preparados para derramar saliva pero no sangre… Para lxs bárbarxs, como para lxs niñxs, cuya naturaleza todavía no ha sido completamente domesticada, la libertad no empieza con la elaboración de un programa ideal sino con el ruido inconfundible de vidrios rotos.”
Crissus & Odosseus. Barbarians: Disordered Insurgence
[1]El original se refiere a “enclosures”, el proceso de cercamientos de las propiedades agrícolas, que comienza ya en el siglo XVI y se intensifica a partir de 1760, a raíz del aumento de los precios de los cereales. Los cercamientos se legalizaron cuando el Parlamento inglés aprobó la “General Enclosure Act” (Ley de cercamientos) (1801). Este fenómeno transformó la estructura del campo inglés sustituyendo los “openfield” (campos abiertos) por los campos cerrados y convertían la tierra “común” en propiedad privada.

Por el combate en el ámbito laboral

SOLIDARIOS DE LA SANIDAD PÚBLICA

De la memoria reciente de la lucha de clases

Valladolor no admite comentarios
La apariencia como forma de lucha es un cancer
El debate esta en la calle, la lucha cara a cara
Usandolo mal internet nos mata y encarcela.
Piensa, actua y rebelate
en las aceras esta el campo
de batalla.

si no nos vemos
valladolorenlacalle@gmail.com

















Buscar textos

Traduce-Translate-Μεταφράστε

Categorias

revistas (112) comunismo (91) anarquismo (78) anticapitalistas (68) Historia (41) Analisis (37) Autonomia obrera (37) memoria histórica (35) teoría revolucionaria (28) reflexión (27) valladolid (26) Insurreccion (25) pcint (22) libro (21) madrid (21) marxismo (21) Antidesarrollismo (20) autoorganización (20) presos (19) Lucha obrera (17) estado español (17) anticarcelario (16) análisis (16) barrios (16) antipatriarcado (15) Solidaridad (14) conciencia de clase (14) Capital; Anticapitalismo; Crisis (13) crítica de las ideologías (13) internacionalismo (13) lucha de clases (13) contra la represión (12) edición (12) venezuela (12) antisexismo (11) chile (11) por el comunismo / por la anarquía (11) lucha social (10) proletarios internacionalistas (10) agitación (9) cuadernos de negación (9) el proletario (9) entrevista (9) izquierda comunista (9) proletarixs contra el capital (9) textos (9) Gamonal (8) acción directa (8) anarcocomunista (8) coronavirus (8) periódico anarquista (8) Solidaridad de clase (7) UHP (7) autodefensa (7) boletín (7) contra el control social (7) contra la especulación (7) contrainformación (7) guerra civil (7) terrorismo y guerra imperialista (7) Asturias (6) Ecuador (6) PCI (6) Pajarillos (6) argentina (6) autogestión de la salud (6) contra el capital (6) contra el trabajo asalariado (6) libertario (6) libro anarquista (6) periódico (6) Castilla (5) EE.UU. (5) cajas de resistencia (5) comité de solidaridad de los trabajadores (Valladolid) (5) comunidad de lucha (5) cultura (5) debate (5) grecia (5) italia (5) lucha proletaria (5) memoria (5) okupación (5) revolución social (5) revuelta (5) sexualidad libre (5) Carabanchel (4) Compilacion (4) Enseñanza (4) Volapuk (4) anarcopunk (4) autonomía (4) bibliotecas sociales (4) comunización (4) distribuidoras (4) dossier (4) feminismo (4) lucha vecinal (4) $hile (3) Alfredo Bonnano (3) Aluche (3) GCI (3) Karl Marx (3) Lucha estudiantil (3) MIL (Movimiento Ibérico de LIberación) (3) Miguel amoros (3) Vallekas (3) amor y rabia (3) antipsiquiatría (3) bcn (3) centros sociales (3) comunidad (3) defensa de la tierra (3) encuentro (3) euskalherria (3) fancines (3) fascismo (3) guerra de clases (3) guerra de españa (3) mayo 1937 (3) memoria proletaria (3) mujer (3) méxico (3) propaganda (3) punk (3) represión (3) revolución rusa 1917 (3) Alemania (2) Antisindicalismo (2) Bordiga (2) Grupo Barbaria (2) Historica (2) Klinamen (2) Moai (2) Nihilismo (2) Palencia (2) abstencionismo (2) agroecología (2) anarcosindicalismo (2) antimilitarismo (2) antirracismo (2) autogestión (2) autonomía obrera (2) biografía (2) catalunya (2) consejos obreros (2) contra el domino de la mercancía (2) contra la democracia (2) contra los recortes (2) crítica del valor (2) cárcel = tortura (2) documento (2) epidemia (2) expropiaciones (2) gentrificación (2) guerra a la guerra (2) género (2) in memoriam (2) informe (2) literatura libertaria (2) lucha armada (2) ludditas (2) movimientos sociales (2) navarra (2) pandemia (2) perú (2) poesía (2) que la lucha no muera (2) queer (2) rojava (2) sanidad (2) siria (2) soterramiento (2) teatro (2) veganismo (2) 1º de mayo (1) 5G (1) ADN (1) Alexandre Marius Jacob (1) Andreu Nin (1) Argelia (1) Aristocracia obrera (1) Bakunin (1) Barakaldo (1) CNA (1) CNT (1) CNT-AIT (1) China (1) Comite invisible (1) Espai en Blanc (1) Francia (1) Hermanos Quero (1) Ivan Illich (1) Jean Marc Rouillan (1) Lafargue (1) Llar (1) Malatesta (1) Mucientes (1) Munis (1) Mustafá Kayatí (1) Mónica y Francisco (1) Nestor Makhno (1) Noelia Cotelo (1) Occupy Wall Street (1) Palestina (1) Pastora (1) Potere Operaio (1) RDA (1) Reinosa 1987 (1) SAT (1) Segovia (1) Situacionismo (1) Stonewall (1) Territorio Mapuche (1) Trotsky (1) URSS (1) Uníos Herman@s Proletari@s (1) VVAA (1) Voltairine de Cleyre (1) Xose Tarrío (1) abstención activa (1) activismo (1) américa (1) antipolítica (1) antropología (1) argelaga (1) barcelona 1937 (1) brasil (1) cantabria (1) cantarranas (1) capitalismo tecnoindustrial (1) catalá. revuelta (1) catástrofes (1) centroamérica (1) chalecos amarillos (1) comuneros (1) comunicados (1) consejos prácticos (1) contra el dominio de la mercancía (1) contra toda novicidad (1) conversaciones contra las cárceles (1) corea del norte (1) covid-19 (1) crítica (1) cuba (1) cádiz (1) código penal (1) derrotismo revolucionario (1) droga (1) educación (1) ejército en las calles (1) elecciones (1) estado de alarma (1) fraternidad (1) fugas (1) galiza (1) grupo surrealista de madrid (1) huelga (1) huerta (1) igualdad (1) industria farmaceútica (1) kropotkin (1) left communism (1) lenin (1) lesbianismo (1) libcom (1) libertad de pensamiento (1) matriarcado (1) medicamentos (1) medios (1) mediterráneo (1) monográficos (1) narcotráfico (1) novela (1) okupació rural (1) oposición comunista (1) orgullo gay (1) política (1) praxis (1) prehistoria (1) presos políticos (1) programa (1) prostitución (1) protestas (1) psicogeografía (1) pueblo gitano (1) pueblos (1) redes sociales (1) revolución personal (1) rvolución social (1) sabotaje (1) santander (1) seguridad (1) soviets (1) straight edge (1) tokata (1) transición (1) títeres (1) urbanismo (1) violencia (1) violencia machista (1) vivienda (1) voluntariado (1) volupuk (1) zaragoza (1) ÁFRICA (1)

Entradas más vistas

difunde y practica

La crítica no arranca de las cadenas las flores imaginarias para que el hombre soporte las sombrías y escuetas cadenas, sino para que se las sacuda y puedan brotar las flores vivas. La crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, para que actúe y organice su realidad como un hombre desengañado y que ha entrado en razón, para que gire en torno a si mismo y a su sol real. La religión es solamente el sol ilusorio que gira en torno al hombre mientras éste no gira en torno así mismo. (...)
Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem , y argumenta y demuestra ad hominem cuando se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo. [K. Marx]