(Traducido de "Il Partito Comunista", n. 283, de abril de 2001)
La tragedia que Argelia está viviendo desde hace casi dos siglos se ha
convertido brutalmente en el último decenio en una guerra civil feroz e
interminable que ha provocado más de cien mil víctimas.
La clase política internacional, y con ella los medios de comunicación de masas,
hablan de una situación caótica, incomprensible. A la incertidumbre de si los
asesinos son bandas de terroristas islámicos o grupos ligados al poder se opone
la certeza de que las víctimas son invariablemente proletarios. ¿Quién asesina a
quién y porqué se asesina? Esta es la punzante pregunta inútilmente repetida por
intelectuales de todo tipo a un público que permanece como un espectador pasivo
y aturdido, por no decir aterrorizado, frente a las guerras, a las masacres, a
las carestías que se les presentan continuamente. El muro de Berlín ha caído en
1989, pero el ritmo de los conflictos mundiales, que por lo demás no han cesado
jamás desde la presunta victoria de la democracia en 1945, no conocen tregua.
El antagonismo USA-URSS, o bien democracia-estalinismo, no es suficiente ya para
esconder la "guerra fría" dirigida contra el proletariado, traicionado desde
hace decenios por sus presuntos representantes oficiales, mientras el número de
las guerras calientes "crece" desmesuradamente. Nosotros comunistas sabemos que
el monstruo capitalista es víctima de sus propias leyes, la crisis económica
mundial no les concede descanso y prepara la resurrección de su enemigo
histórico, el proletariado revolucionario, hoy todavía bajo el yugo de la
contrarrevolución. Pero la historia continúa su marcha, y nosotros tenemos
aguante.
Desgraciadamente la burguesía ha tomado la iniciativa y golpea tan ferozmente
que, además de empeorar las condiciones de vida de los proletarios en todos los
países del mundo, difunden los conflictos políticos y militares, transformando
la guerra de clase en enfrentamientos aparentemente étnicos, regionales,
raciales, religiosos y tribales. Argelia es solo un ejemplo entre muchos otros
de este proceso de mistificación de la lucha, en la cual los contendientes se
atacan disimulando su identidad real.
La situación de la actual Argelia, a 50 años de que se llevara a cabo la
revolución nacional, puede inscribirse como entre aquellas lecciones de las
contrarrevoluciones que confirman las tesis del marxismo revolucionario en el
largo hilo rojo que liga Marx-Engels a nuestro partido. Es justa la tesis de
Lenin, los pequeños países relativamente poco poblados que han alcanzado tarde
la independencia nacional en la agonía capitalista, tienen pocas posibilidades
de sustraerse al dominio de las grandes centrales imperialistas y obtener una
independencia real. No solo eso, la clase dirigente que se pone a la cabeza de
la revolución burguesa en los países coloniales nace reaccionaria y toma
inmediatamente conciencia de la amenaza mortal constituida por el proletariado y
por el campesinado pobre.
El objetivo principal del Partido comunista de estos países es la defensa de los
intereses del proletariado; aun si éste participa en la lucha por la
independencia nacional, debe conservar siempre su autonomía programática y
organizativa, como se establece claramente en las tesis del III Congreso de la
Internacional Comunista en 1921. Por su parte, el Partido comunista de las
metrópolis debe ayudar a los comunistas de las colonias a mantener su propia
independencia mediante un posicionamiento intransigente contra la burguesía
imperialista, sosteniendo e incluso criticando la eventual irresolución del
movimiento revolucionario, trabajando incesantemente por la unidad de los
proletarios de las colonias y del estado colonizador.
En la época de la guerra de independencia argelina el Partido comunista francés,
en todo el esplendor de su estalinismo, y los esbirros de la CGT no siguieron
esta vía, prefiriendo la que desviaba a los proletarios a la defensa del
movimiento argelino "democrático" interclasista y francés "contra el fascismo".
Así fue liquidada la tendencia marxista argelina y las masas argelinas
definitivamente traicionadas con los acuerdos de Evian, en el momento en que la
burguesía francesa le pasó a la argelina las riendas de las maniobras
antiproletarias. Sobre la base de los textos marxistas y de los numerosos
artículos de nuestra prensa de los decenios 1950-90, el trabajo de partido de
hoy tiene el fin de mostrar en qué medida nuestra previsión de 1962 se ha
verificado dolorosamente en la Argelia "independiente".
Esto es lo que escribíamos en nuestro "Il Programma Comunista" n.9 de 1962. "El
resultado de una insurrección abandonada a si misma, vendida por la izquierda
democrática ligada a sus intereses nacional-burgueses, no sostenida por el
proletariado traicionado y desorientado, el resultado de la larga lucha heroica
del pueblo argelino no es sino una revolución burguesa abortada, la revolución
de una burguesía que ha obtenido un éxito político pero que es incapaz de
elevarse a la altura de las tareas sociales elementales que le incumben (...)La
burguesía argelina, asociada o no a Francia, es incapaz de emprender esta
metamorfosis revolucionaria, está incapacitada para resolver incluso de forma
burguesa la terrible crisis de la sociedad argelina; no puede dar la tierra a
los millones de hombres arrancados de sus pueblos, ni puede proporcionarles ni
siquiera un trabajo asalariado. En Argelia se ven llevadas al extremo las
contradicciones que, en la era del imperialismo, obstaculizan desde el inicio la
revolución burguesa (...) ¿No veis la miseria atroz que les empujaba a la lucha?
Pero esta miseria está siempre allí; la burguesía indígena no podrá remediarla y
los millones de hombres arrancados de sus raíces y sin trabajo no se dejarán
nutrir con palabras. Ellos constituyen una gigantesca fuerza explosiva contra la
cual la burguesía argelina afila ya sus Fuerzas del Orden. Que tiemblen, ella y
todos los cantores de la paz: no habrá paz social en la Argelia independiente!".
La segunda parte de la previsión prosigue, en el invariable marxismo: "La única
ventaja de la "independencia" es la de cortar una hipoteca. Aunque siempre
ligada a Francia en virtud de los acuerdos de Evian, la burguesía argelina no
podrá ya contraponer a las reivindicaciones sociales la "premisa necesaria" de
la independencia nacional, y los problemas se plantearán sobre su verdadero
terreno: el terreno de clase. Empujados a la lucha por la desesperación, las
masas argelinas tarde o temprano romperán con la Unión nacional y prenderán
fuego a la pólvora de la lucha de clase en toda África. El proletariado africano
podrá entonces encontrar su unión con el proletariado internacional y, por sus
medios, la solución de todos los problemas de los países del Tercer Mundo.
Porque ninguna dominación burguesa, cualquiera que sea el color de su piel,
podrá poner fin a la crisis social en que los ha precipitado la irrupción del
capitalismo. Solo la dictadura del proletariado, liberada de las contradicciones
y de los imperativos de la economía capitalista, lo conseguirá".
Esto es lo que nuestro partido proclamaba en 1962 y nosotros, comunistas
internacionalistas, lo retomamos vigorosamente en el 2003 frente a las masacres
perpetradas sobre masas argelinas por el terrorismo burgués.
1. UNA CONFIGURACIÓN DEL SUELO PECULIAR
Argelia, comprendido el Sahara, tiene una extensión de 2.381.741 Km. Es decir ,
unas 8 veces Italia, con una población de casi 29 millones de habitantes. Pero
la parte habitable, que corresponde grosso modo a la zona costera, no supera la
distancia que separa Turín de Venecia (450 km) con una superficie de 210.000 km.
La parte habitable de África del Norte no es más que una sutil franja flanqueada
por el mar y el desierto, el Sahara, mar de arena, de ahí su nombre árabe
Djeezirat El Maghreb, isla del sol que se pone, o sea isla del Occidente.
Esta zona costera es atravesada desde el Atlántico hasta Túnez por dos cadenas
montañosas que, ligadas por el Medio Atlas marroquí, toman la forma de una A
alargada: la cadena septentrional, Atlas Telliano, parte de Tanger, la
meridional, Atlante Sahariano, desde Afgadir, para juntarse nuevamente en Túnez.
El litoral argelino, con 1.200 km de largo, está formado por arrecifes y
Argelia, por ejemplo, se encuentra en una bahía al pie del monte Sahel. El Atlas
Telliano cae a pico sobre el mar, sin golfos profundos ni puertos naturales ni
ríos navegables que ofrezcan acceso al interior: una costa inhóspita si se
exceptúan tres fragmentos de llanura en Oran, Argel y Annaba. El Tell, que en
árabe significa altura, corresponde a la franja útil de 80 a 120 km. que se
extiende a lo largo de otros mil km. a lo largo de la costa; incluye los
altiplanos calcáreos de Tlemcen, Saida y el Ouarnes; al este los altiplanos
constantinenses. Entre las dos cadenas una gran depresión de clima continental
forma los altiplanos desde Túnez a Marruecos, tierras de pasto y cultivos de
cereales.
Sobre la línea costera las precipitaciones alcanzan los 1.000 mm anules con
puntos de hasta 1.500mm., correspondientes grosso modo a la media europea. Por
el contrario el Atlas Telliano constituye una barrera para los vientos húmedos
del Noroeste dejando pasar solo los cálidos y secos. Con todo esto los 200/500
mm de lluvia que caen sobre los altiplanos internos son más que suficientes para
el cultivo de grano, cebada, artemisa y esparto (elaboración de pan, utiles y
papel). Extendiéndose otros 150.000 km o sea el 6,7% de Argelia, los altiplanos
están constituidos por dos conjuntos desiguales: los altiplanos constantineses
(42.000 km) que en 1987 albergaban al 12,5% de la población argelina, y los
altiplanos argelino-oraneses, semi-áridos, tierra del carnero del esparto.
Pegando al Atlas Sahariano, que flanquea el lado meridional de este pasadizo, se
encuentra la región sahariana a pie de montañas y el verdadero desierto,
dominado en el Sureste por el macizo volcánico del Ahaggar, con una cima de
2.918 metros.
Pero las lluvias no se reparten de forma homogénea, ni en el curso del año ni de
un año para otro. Con la excepción del Norte, Argelia es un país seco. Numerosos
diques cierran los valles del Atlas Telliano. En el Sur el Atlas Sahariano
protege el inmenso Gran Erg occidental y el Sahara árido. A veces lluvias
violentas pueden caer sobre el Ahaggar. Periodos de sequía se repiten
frecuentemente y, en el curso de un mismo año, tras un periodo de sequía, pueden
caer lluvias torrenciales sobre la costa, provocando desprendimientos de
terreno. Por esto, la agricultura no puede sobrevivir sin obras hidráulicas que
permitan la regulación del agua y sin un trabajo de drenaje constante. Por esta
razón Marx incluía a Argelia en el área oriental que se extiende de África hasta
las estepas de Asia central.
Argelia es tierra de invasión y de tránsito. Pero su configuración hace difícil
atravesarla en el sentido Este-Oeste. Los invasores han llegado por el mar; pero
el acceso por mar es posible solo por los extremos del Atlas, Marruecos y sobre
todo por Túnez. Así fue cuando llegaron los Fenicios, que fundaron Cartago
(Túnez), los Romanos que antes de extenderse al Oeste ocuparon la parte oriental
del Magreb, y los Franceses. Una excepción fueron los Árabes que en el siglo VI
invadieron África desde el Norte desde el interior. Mientras que con los romanos
todas las grandes ciudades estaban situadas en la costa, con Cartago como
capital, bajo la dominación árabe la capital será una ciudad del interior,
Constantina, también fundada por los romanos.
Casi el 65% de los 29 millones de argelinos tienen menos de 25 años, pero desde
1986 la inseguridad y la bajada en el nivel de vida han llevado a una verdadera
caída de la natalidad: de 8 hijos por mujer en 1975 se ha pasado a 3.
Mas de 24 millones de argelinos habitan el norte del país; el Sahara, aun
ocupando las 4%5 partes del territorio (2 millones de km), no está poblado más
que por 2,8 millones de personas. El 84% de los argelinos se hacinan por tanto
en una estrecha faja costera que representa el 16% de todo el territorio y que
comprende la parte esencial del tejido industrial. La metrópolis en la bahía de
Argel y en la llanura de la Mitiya está estrechamente urbanizada. La población
del departamento del Gran Argel, que desde 1987 goza de un estatuto especial
respecto a los otros 48 wilayas (departamentos), ha pasado de los 900.000
habitantes de 1966 a los 2,5 millones de 1998, y representa un polo de atracción
para decenas de miles de campesinos que huyen del campo y que van construyendo
un cinturón de chabolas. A la trágica inseguridad (muchas masacres golpean sobre
todo a esta población desarraigada) se añade la falta crónica de agua potable,
transportes, escuelas y hospitales. Uno de cada 5 argelinos habita el Gran
Argel.
Mitiya es una vasta planicie sub-litoral con una extensión de 100 km. de largo
por 10 de ancho, situada entre dos montañas, las bajas colinas del Sahel de
Argelia en el Norte y la alta cadena del Tell de Blida en el Sur. La cadena del
Tell es una verdadera barrera natural, solo cortada por profundas gargantas y
nevada durante parte del año. Mitiya es una llanura agrícola pasada rápidamente
a manos de los colonos a viticultura y agrios. Las 1.660 factorías coloniales y
el 80% de las tierras fueron reagrupadas tras la independencia en 175 haciendas
"autogestionadas". A partir de 1985 estas haciendas y cooperativas fueron
divididas en un montón de pequeñas haciendas colectivas cuya privatización fue a
beneficio de la especulación inmobiliaria ciudadana. La evolución de la región
está ligada a la de la capital. Al Oeste típicamente rural se contrapone una
parte central formada por aglomerados urbanos (Blida, Boufarik, Sidi Moussa) y
por campos muy pobres, mientras al Este el arco que rodea Baraki y
Ruiba-Reghaia, gran zona industrial, se une al aglomerado de Argel.
Mitiya y Sahel concentraban a primeros de los años 90 el 40% de la ocupación
industrial de toda la región de Argel, quedando esta última, no obstante su
reciente desindustrialización, el principal centro industrial del país. La
llanura contaba con 970.000 habitantes en el censo de 1987 (285 habitantes por
Km. en 1966 y 720 en 1987). Su tasa de urbanización, 57%, es la más elevada
entre la llanura y las cuencas de los valles tellianos de Argelia. El retículo
urbano, constituido por una veintena de núcleos, está dominado por Argel. Pero
un papel que no es secundario es el desarrollado por Blida, ciudad histórica,
importante centro industrial, administrativo y universitario.
El dinamismo económico y demográfico del centro y del Este, ya probado por la
crisis económica general, está comprometido por un terrorismo más amplio y
virulento que en otros lugares que provoca la huida de la población hacia Argel.
Otra característica del país es la instalación, junto a una población de habla
árabe predominante, de los pueblos de habla bereber diseminados por toda África
del Norte. Los bereberes, que constituyen la población originaria, viven sobre
todo en las montañas (el indígena bereber desde la antigüedad ha buscado refugio
en la montaña, dejando las costas al invasor), mientras los de habla árabe viven
en la llanura. Los bereberes (el término viene del latín barbari) no representan
una población homogénea sino que comprenden diversas etnias que se han
establecido en el territorio ya desde el paleolítico y desde el neolítico. Los
de habla árabe son en su mayoría bereberes que bajo la dominación árabe han
aceptado su cultura. La llanura, el altiplano y las ciudades hablan árabe
dialectal. El dialecto bereber tiene variantes en Kabilia, Chaouia (macizo de
los Aures), Chleh (en el Oeste), Mozabite y los tuareg (Sur argelino). La misma
estructura familiar, agnaticia (por descendencia masculina), pertenece a
arabófonos y bereberes. Estos últimos han conservado algunas características de
la cultura pre-islámica: la lengua, un derecho consuetudinario, una práctica
religiosa externa al Islam.
Los recursos del subsuelo, fosfatos, hierro, plomo, petróleo, gas, se extienden
sobre miles de kilómetros cuadrados en las zonas más áridas. Las reservas de
petróleo crudo están estimadas en 9 mil millones de barriles, los de gas en 5
billones de metros cúbicos. El 95% de los ingresos argelinos provienen de la
exportación de hidrocarburos (136.000 millones de dólares en 1997). Los
yacimientos de gas se encuentran en Hassi Messaoud, In Salah y Hassi R'Mel. Los
gaseoductos aseguran el transporte hacia la costa (Oran, Arzew, Argel,
Tizi-Ouzou, Skikda); un gaseoducto transmediterraneo atraviesa Túnez, Sicilia e
Italia y el otro recorre Europa desde Tanger en Marruecos, via España. El gas
licuado se transporta a Europa con naves que parten de los puertos de Arzew y
Skikda. Los yacimientos de petróleo se encuentran en las mismas zonas de las de
gas, con un centro de extracción en proyecto en In Salah y un yacimiento en In
Ammas-Edjele. Los principales centros industriales se encuentran por esto en la
costa: Oran, Arzew, Argel, Skikda y Annaba. El tejido industrial es muy tóxico:
casi el 40% del mercurio vertido en el Mediterráneo proviene de las costas
argelinas.
Por la naturaleza de sus costas Argelia no ha sido nunca un país de pescadores,
sino desgraciadamente de agricultores y de nómadas.
Los macizos del Aures eran prósperos en la antigüedad y su población, los
bereberes chaouis, eran pastores. Dos tercios de la superficie del país están
ocupados por dunas, estepas, macizos desérticos. En los oasis se encuentran
palmeras de dátiles.
Bajo el peso de la colonización, población y actividad económica han
privilegiado la franja costera, siento este el lugar de los primeros
asentamientos externos. Todas las ciudades portuarias – Argel, Oran, Annaba- han
conocido un gran desarrollo en detrimento de las ciudades musulmanas históricas
como Constantina y Tlemcen, que han decaído. En el interior una red de nuevas
ciudades, desde Sidi Bel Abbes a Setif a Batna, ha marcado el espacio argelino:
dos tercios de las ciudades actuales son de origen colonial. El éxodo rural, ya
iniciado bajo la colonización francesa, ha sido acelerado por la
industrialización "salvaje" posterior a 1962.
Actualmente las tierras fértiles del Oeste, región de Oran, son el símbolo ya de
una agricultura en abandono. Entre la cadena del Dhara y el macizo del Aursenis,
en el valle del Chelifff los cultivos agrícolas se suceden durante cientos de
kilómetros. La región fue explotada por los "pied-noirs" de origen español (la
expresión "pied-noirs" designaba en 1917 a los árabes de Argelia, después en los
años 60 pasó a indicar a los franceses de Argelia). En 1962 sus grandes
posesiones, devueltas al Estado, fueron remodeladas siguiendo el ejemplo de las
haciendas soviéticas dirigidas al monocultivo. Hoy los campos están abandonados
y el Estado intenta venderlos.
Argelia no tiene un catastro digno de este nombre, la función notarial es más
que ignorada. Pero esto no quita que el mercado inmobiliario sea floreciente,
con los movimientos provocados por la guerra. Basta que una masacre golpee un
pueblo para hacer bajar los precios de la tierra, mientras que los mismos
precios se alzan en las zonas "normalizadas". Un "papel sellado", o bien un
simple módulo municipal firmado por el adquiriente y por el expropietario, con
el debido timbre, es más que suficiente. Ya que la mayoría de la población no
siempre posee el título de propiedad del atávico pedazo de tierra, para evitar
una venta "salvaje" está obligada a defenderse enviando a los notarios una
notificación de la venta.
2. CÓMO LA GEOGRAFÍA DETERMINA LA HISTORIA
Las formas de la sociedad argelina y de su modo de producción se explican no
solo con las condiciones geográficas sino con su historia, que ha consistido en
una serie de colonizaciones. Utilizamos aquí el estudio "Bases y perpectivas
económico-sociales del conflicto argelino" aparecido en "Programme Comuniste"
n-15 de 1961 y en "Programma Comunista" n.7 y 8 del mismo año.
Escribía Engels a Marx el 6 de junio de 1853: "La ausencia de la propiedad de la
tierra es en realidad la llave para todo el Oriente. Aquí reside la historia
política y religiosa.¿ Porqué motivo los orientales no llegan a tener una
propiedad de la tierra, ni siquiera la feudal? Yo creo que la razón reside sobre
todo en el clima, junto con las condiciones del suelo, especialmente con las
grandes zonas desérticas que se extienden por el Sahara a través de Arabia,
Persia, India y Tartaria, hasta los más altos altiplanos de Asia".
La producción agrícola explota dos elementos naturales, la tierra y el agua. En
los estadios primitivos de la producción, el carácter de la agricultura está
determinado por el problema: ¿cae la lluvia en cantidad suficiente y en el
momento justo? En Oriente es el desarrollo de la irrigación artificial (trabajo
colectivo) el que permite la regulación de las aguas y hace posible la
agricultura. Cuando la agricultura se ve favorecida por las lluvias, esta pueden
utilizar instrumentos de trabajo eficaces para explotar del mejor modo posible
los recursos de la tierra y, para las grandes extensiones, exige el empleo de
animales de tiro. En las zonas de riego artificial, por el contrario, el trabajo
puede desarrollarse con utensilios relativamente más primitivos, pero es
necesario ayudarse con todo un arsenal de instalaciones hidráulicas a menudo muy
perfeccionadas: pero cuanto más se hace intensivo el trabajo gracias al riego,
más disminuye la superficie necesaria para la reproducción de los productores
inmediatos y resulta menos ventajoso el empleo de los animales de carga. En las
zonas de riego la producción depende por tanto en grado máximo del celo del
trabajador, en cuanto se pueden tener más cosechas; la agricultura asume un
carácter hortícola, y se demuestra inadaptada la mano de obra servil en el
sentido preciso del término, o sea privada de toda propiedad y familia, y
operante sobre inmensos fondos privados (como en Roma). En Oriente no
encontramos más que esclavos de lujo, domésticos.
Marx retoma la carta de Engels antes citada en un artículo escrito para el "New
York Daily Tribune", La dominación británica de la India del 25 de junio de
1853: "El clima y las condiciones geográficas, particularmente las amplias
extensiones de desierto se extienden desde el Sahara a través de Arabia, Persia,
India y Tartaria hasta las más elevadas altiplanicies asiáticas, hicieron del
riego artificial por medio de canales y obras hidráulicas la base de la
agricultura oriental. Como en Egipto y en India, también en Mesopotamia, en
Persia, etc., las inundaciones se utilizaron para fertilizar el suelo; se
explotan las crecidas para alimentar los canales de riego. Esta necesidad
primaria de un uso económico y comunitario del agua, que en Europa empujó a la
iniciativa privada a formar asociaciones voluntarias, como en Flandes y en
Italia, en Oriente, donde el proceso de civilización estaba demasiado atrasado y
el territorio demasiado extenso, requirió la intervención del poder
centralizador del gobierno. Por tanto a todos los gobiernos asiáticos se les
impuso una función económica, la función de proveedor de las obras públicas.
Esta fertilización artificial del suelo, que depende del gobierno central y que
inmediatamente decae cuando el riego y el drenaje se abandonan explica el hecho,
por lo demás extraño, de que extensiones enteras áridas y desérticas fueran en
tiempos espléndidamente cultivadas como Palmira, Petra, las ruinas en Yemen y
amplias zonas de Egipto, de Persia y del Indostán; explica también como puede
suceder que una sola guerra devastadora haya podido despoblar un país por siglos
y siglos y despojarlo de toda traza de civilización".
Evidentemente las condiciones climáticas de las que habla Marx son sólo una de
las condiciones de tal desarrollo. Las zonas de agricultura de regadío poseen
las mismas características fundamentales de las de ganadería nómada, falta de
agua, tanto por cantidad como por la distribución en el tiempo. Pero, en un
estadio primitivo de la agricultura, es determinante la existencia localmente de
una cierta fauna y de una cierta flora: la ausencia de estas condiciones ha
causado un estancamiento en Australia y una cultura unilateral en los Andes.
Las zonas de nomadismo y las de riego, aun teniendo una base natural común,
tienen diversas estructuras de las fuerzas productivas y tratamientos
específicos diversos. Estas dos economías de producción están ligadas a zonas de
transición que han conocido las invasiones, las llamadas dinastías nómadas, el
fenómeno de las Grandes Murallas y otros trabajos efectuados por masas de
hombres. Las grandes sociedades nómadas se desarrollaron en África y en Asia
paralelamente a las sociedades agrarias que practicaban el riego, imponiendo a
estas desde el exterior un elemento militar y político. En África, esta zona que
limita con la región tropical, en la cual no es posible a las economías
primitivas, ni tampoco a la economía capitalista, privada y mercantil,
reglamentar las aguas para fines agrícolas.
Junto al factor natural de las precipitaciones interviene un factor económico y
social: la magnitud enorme de los trabajos hidráulicos necesarios, factor
decisivo para determinar las estructuras de la producción agrícola y del
conjunto de la economía. Cuando se trata de poner diques a las aguas a gran
escala (Río Amarillo, Nilo, Éufrates, etc), construir diques, excavar canales,
los medios técnicos de los que disponen los individuos y también los grupos
locales resultan insuficientes: la regulación de las aguas debe ser efectuada
centralmente, lo que favorece inevitablemente el desarrollo del Estado. La
unidad económica – como se ve en Argelia – es más pequeña cuando más se puede
organizar por parte de grupos locales (especialmente en las zonas de ganadería y
nomadismo). La propiedad no es aquí nunca individual, sino estatal o comunal,
porque la apropiación individual no es suficiente.. Además, en estas formas de
economía ligadas a la naturaleza, la pequeña agricultura y la ganadería están
estrechamente ligadas a la industria doméstica o bien, en las unidades de
producción más amplias, a las castas.
Argelia no posee grandes ríos parangonables al Nilo o al Éufrates por lo que no
se ha hecho necesario un estado central potente que promoviese los trabajos de
riego. Por este motivo Argelia no ha conocido una forma de producción y de
propiedad amplia y concentrada. El riego se realiza localmente en los valles de
unidades relativamente pequeñas (tribus o grupos de tribus), mientras en el
resto del territorio domina el nomadismo.
Ni siquiera existe en el interior una provincia bastante amplia y próspera capaz
de llegar a ser, como en otros países ribereños del Mediterráneo, el núcleo de
la unidad nacional. Hasta Túnez y Marruecos resultan más favorecidos, ya que
Argelia no tiene como territorio interior mas que extensiones infinitas de
estepas y de desierto.
La franja costera es más estrecha al Oeste que al Este donde el Atlas ocupa más
espacio respecto a la estepa. Esta característica repercute en la naturaleza de
la población, sobre el modo de vida y sobre la actividad económica: la
agricultura estable se extiende hasta el Atlas sahariano en Argelia oriental,
pero poco se aleja de la costa en el Oeste del país donde los Altiplanos
sur-oraneses llegan hasta el Norte.
Este desequilibrio entre Oeste y Este está todavía más acentuado por la
oposición entre la zona costera cultivada y el interior de economía nomada.
Estas dos zonas podrían complementarse armoniosamente en cuanto que tienen
necesidad la una de la otra – el Sur más del Norte – para no deteriorarse. Los
habitantes de los oasis del desierto y los pastores nómadas de las estepas
tienen necesidad de la cebada y del grano cultivado por los agricultores
estables de las regiones más favorecidas por las lluvias, pero a cambio ellos
les pueden proveer de un preciosa contribución en lana, carne, leche, queso y
dátiles. Por esto los reyes bereberes escogían siempre como capital una ciudad
del interior, contrariamente a los invasores que limitándose a ocupar la zona
Norte han arruinado el Sur y desequilibrado completamente la economía del país.
La tragedia que Argelia está viviendo desde hace casi dos siglos se ha
convertido brutalmente en el último decenio en una guerra civil feroz e
interminable que ha provocado más de cien mil víctimas.
La clase política internacional, y con ella los medios de comunicación de masas,
hablan de una situación caótica, incomprensible. A la incertidumbre de si los
asesinos son bandas de terroristas islámicos o grupos ligados al poder se opone
la certeza de que las víctimas son invariablemente proletarios. ¿Quién asesina a
quién y porqué se asesina? Esta es la punzante pregunta inútilmente repetida por
intelectuales de todo tipo a un público que permanece como un espectador pasivo
y aturdido, por no decir aterrorizado, frente a las guerras, a las masacres, a
las carestías que se les presentan continuamente. El muro de Berlín ha caído en
1989, pero el ritmo de los conflictos mundiales, que por lo demás no han cesado
jamás desde la presunta victoria de la democracia en 1945, no conocen tregua.
El antagonismo USA-URSS, o bien democracia-estalinismo, no es suficiente ya para
esconder la "guerra fría" dirigida contra el proletariado, traicionado desde
hace decenios por sus presuntos representantes oficiales, mientras el número de
las guerras calientes "crece" desmesuradamente. Nosotros comunistas sabemos que
el monstruo capitalista es víctima de sus propias leyes, la crisis económica
mundial no les concede descanso y prepara la resurrección de su enemigo
histórico, el proletariado revolucionario, hoy todavía bajo el yugo de la
contrarrevolución. Pero la historia continúa su marcha, y nosotros tenemos
aguante.
Desgraciadamente la burguesía ha tomado la iniciativa y golpea tan ferozmente
que, además de empeorar las condiciones de vida de los proletarios en todos los
países del mundo, difunden los conflictos políticos y militares, transformando
la guerra de clase en enfrentamientos aparentemente étnicos, regionales,
raciales, religiosos y tribales. Argelia es solo un ejemplo entre muchos otros
de este proceso de mistificación de la lucha, en la cual los contendientes se
atacan disimulando su identidad real.
La situación de la actual Argelia, a 50 años de que se llevara a cabo la
revolución nacional, puede inscribirse como entre aquellas lecciones de las
contrarrevoluciones que confirman las tesis del marxismo revolucionario en el
largo hilo rojo que liga Marx-Engels a nuestro partido. Es justa la tesis de
Lenin, los pequeños países relativamente poco poblados que han alcanzado tarde
la independencia nacional en la agonía capitalista, tienen pocas posibilidades
de sustraerse al dominio de las grandes centrales imperialistas y obtener una
independencia real. No solo eso, la clase dirigente que se pone a la cabeza de
la revolución burguesa en los países coloniales nace reaccionaria y toma
inmediatamente conciencia de la amenaza mortal constituida por el proletariado y
por el campesinado pobre.
El objetivo principal del Partido comunista de estos países es la defensa de los
intereses del proletariado; aun si éste participa en la lucha por la
independencia nacional, debe conservar siempre su autonomía programática y
organizativa, como se establece claramente en las tesis del III Congreso de la
Internacional Comunista en 1921. Por su parte, el Partido comunista de las
metrópolis debe ayudar a los comunistas de las colonias a mantener su propia
independencia mediante un posicionamiento intransigente contra la burguesía
imperialista, sosteniendo e incluso criticando la eventual irresolución del
movimiento revolucionario, trabajando incesantemente por la unidad de los
proletarios de las colonias y del estado colonizador.
En la época de la guerra de independencia argelina el Partido comunista francés,
en todo el esplendor de su estalinismo, y los esbirros de la CGT no siguieron
esta vía, prefiriendo la que desviaba a los proletarios a la defensa del
movimiento argelino "democrático" interclasista y francés "contra el fascismo".
Así fue liquidada la tendencia marxista argelina y las masas argelinas
definitivamente traicionadas con los acuerdos de Evian, en el momento en que la
burguesía francesa le pasó a la argelina las riendas de las maniobras
antiproletarias. Sobre la base de los textos marxistas y de los numerosos
artículos de nuestra prensa de los decenios 1950-90, el trabajo de partido de
hoy tiene el fin de mostrar en qué medida nuestra previsión de 1962 se ha
verificado dolorosamente en la Argelia "independiente".
Esto es lo que escribíamos en nuestro "Il Programma Comunista" n.9 de 1962. "El
resultado de una insurrección abandonada a si misma, vendida por la izquierda
democrática ligada a sus intereses nacional-burgueses, no sostenida por el
proletariado traicionado y desorientado, el resultado de la larga lucha heroica
del pueblo argelino no es sino una revolución burguesa abortada, la revolución
de una burguesía que ha obtenido un éxito político pero que es incapaz de
elevarse a la altura de las tareas sociales elementales que le incumben (...)La
burguesía argelina, asociada o no a Francia, es incapaz de emprender esta
metamorfosis revolucionaria, está incapacitada para resolver incluso de forma
burguesa la terrible crisis de la sociedad argelina; no puede dar la tierra a
los millones de hombres arrancados de sus pueblos, ni puede proporcionarles ni
siquiera un trabajo asalariado. En Argelia se ven llevadas al extremo las
contradicciones que, en la era del imperialismo, obstaculizan desde el inicio la
revolución burguesa (...) ¿No veis la miseria atroz que les empujaba a la lucha?
Pero esta miseria está siempre allí; la burguesía indígena no podrá remediarla y
los millones de hombres arrancados de sus raíces y sin trabajo no se dejarán
nutrir con palabras. Ellos constituyen una gigantesca fuerza explosiva contra la
cual la burguesía argelina afila ya sus Fuerzas del Orden. Que tiemblen, ella y
todos los cantores de la paz: no habrá paz social en la Argelia independiente!".
La segunda parte de la previsión prosigue, en el invariable marxismo: "La única
ventaja de la "independencia" es la de cortar una hipoteca. Aunque siempre
ligada a Francia en virtud de los acuerdos de Evian, la burguesía argelina no
podrá ya contraponer a las reivindicaciones sociales la "premisa necesaria" de
la independencia nacional, y los problemas se plantearán sobre su verdadero
terreno: el terreno de clase. Empujados a la lucha por la desesperación, las
masas argelinas tarde o temprano romperán con la Unión nacional y prenderán
fuego a la pólvora de la lucha de clase en toda África. El proletariado africano
podrá entonces encontrar su unión con el proletariado internacional y, por sus
medios, la solución de todos los problemas de los países del Tercer Mundo.
Porque ninguna dominación burguesa, cualquiera que sea el color de su piel,
podrá poner fin a la crisis social en que los ha precipitado la irrupción del
capitalismo. Solo la dictadura del proletariado, liberada de las contradicciones
y de los imperativos de la economía capitalista, lo conseguirá".
Esto es lo que nuestro partido proclamaba en 1962 y nosotros, comunistas
internacionalistas, lo retomamos vigorosamente en el 2003 frente a las masacres
perpetradas sobre masas argelinas por el terrorismo burgués.
1. UNA CONFIGURACIÓN DEL SUELO PECULIAR
Argelia, comprendido el Sahara, tiene una extensión de 2.381.741 Km. Es decir ,
unas 8 veces Italia, con una población de casi 29 millones de habitantes. Pero
la parte habitable, que corresponde grosso modo a la zona costera, no supera la
distancia que separa Turín de Venecia (450 km) con una superficie de 210.000 km.
La parte habitable de África del Norte no es más que una sutil franja flanqueada
por el mar y el desierto, el Sahara, mar de arena, de ahí su nombre árabe
Djeezirat El Maghreb, isla del sol que se pone, o sea isla del Occidente.
Esta zona costera es atravesada desde el Atlántico hasta Túnez por dos cadenas
montañosas que, ligadas por el Medio Atlas marroquí, toman la forma de una A
alargada: la cadena septentrional, Atlas Telliano, parte de Tanger, la
meridional, Atlante Sahariano, desde Afgadir, para juntarse nuevamente en Túnez.
El litoral argelino, con 1.200 km de largo, está formado por arrecifes y
Argelia, por ejemplo, se encuentra en una bahía al pie del monte Sahel. El Atlas
Telliano cae a pico sobre el mar, sin golfos profundos ni puertos naturales ni
ríos navegables que ofrezcan acceso al interior: una costa inhóspita si se
exceptúan tres fragmentos de llanura en Oran, Argel y Annaba. El Tell, que en
árabe significa altura, corresponde a la franja útil de 80 a 120 km. que se
extiende a lo largo de otros mil km. a lo largo de la costa; incluye los
altiplanos calcáreos de Tlemcen, Saida y el Ouarnes; al este los altiplanos
constantinenses. Entre las dos cadenas una gran depresión de clima continental
forma los altiplanos desde Túnez a Marruecos, tierras de pasto y cultivos de
cereales.
Sobre la línea costera las precipitaciones alcanzan los 1.000 mm anules con
puntos de hasta 1.500mm., correspondientes grosso modo a la media europea. Por
el contrario el Atlas Telliano constituye una barrera para los vientos húmedos
del Noroeste dejando pasar solo los cálidos y secos. Con todo esto los 200/500
mm de lluvia que caen sobre los altiplanos internos son más que suficientes para
el cultivo de grano, cebada, artemisa y esparto (elaboración de pan, utiles y
papel). Extendiéndose otros 150.000 km o sea el 6,7% de Argelia, los altiplanos
están constituidos por dos conjuntos desiguales: los altiplanos constantineses
(42.000 km) que en 1987 albergaban al 12,5% de la población argelina, y los
altiplanos argelino-oraneses, semi-áridos, tierra del carnero del esparto.
Pegando al Atlas Sahariano, que flanquea el lado meridional de este pasadizo, se
encuentra la región sahariana a pie de montañas y el verdadero desierto,
dominado en el Sureste por el macizo volcánico del Ahaggar, con una cima de
2.918 metros.
Pero las lluvias no se reparten de forma homogénea, ni en el curso del año ni de
un año para otro. Con la excepción del Norte, Argelia es un país seco. Numerosos
diques cierran los valles del Atlas Telliano. En el Sur el Atlas Sahariano
protege el inmenso Gran Erg occidental y el Sahara árido. A veces lluvias
violentas pueden caer sobre el Ahaggar. Periodos de sequía se repiten
frecuentemente y, en el curso de un mismo año, tras un periodo de sequía, pueden
caer lluvias torrenciales sobre la costa, provocando desprendimientos de
terreno. Por esto, la agricultura no puede sobrevivir sin obras hidráulicas que
permitan la regulación del agua y sin un trabajo de drenaje constante. Por esta
razón Marx incluía a Argelia en el área oriental que se extiende de África hasta
las estepas de Asia central.
Argelia es tierra de invasión y de tránsito. Pero su configuración hace difícil
atravesarla en el sentido Este-Oeste. Los invasores han llegado por el mar; pero
el acceso por mar es posible solo por los extremos del Atlas, Marruecos y sobre
todo por Túnez. Así fue cuando llegaron los Fenicios, que fundaron Cartago
(Túnez), los Romanos que antes de extenderse al Oeste ocuparon la parte oriental
del Magreb, y los Franceses. Una excepción fueron los Árabes que en el siglo VI
invadieron África desde el Norte desde el interior. Mientras que con los romanos
todas las grandes ciudades estaban situadas en la costa, con Cartago como
capital, bajo la dominación árabe la capital será una ciudad del interior,
Constantina, también fundada por los romanos.
Casi el 65% de los 29 millones de argelinos tienen menos de 25 años, pero desde
1986 la inseguridad y la bajada en el nivel de vida han llevado a una verdadera
caída de la natalidad: de 8 hijos por mujer en 1975 se ha pasado a 3.
Mas de 24 millones de argelinos habitan el norte del país; el Sahara, aun
ocupando las 4%5 partes del territorio (2 millones de km), no está poblado más
que por 2,8 millones de personas. El 84% de los argelinos se hacinan por tanto
en una estrecha faja costera que representa el 16% de todo el territorio y que
comprende la parte esencial del tejido industrial. La metrópolis en la bahía de
Argel y en la llanura de la Mitiya está estrechamente urbanizada. La población
del departamento del Gran Argel, que desde 1987 goza de un estatuto especial
respecto a los otros 48 wilayas (departamentos), ha pasado de los 900.000
habitantes de 1966 a los 2,5 millones de 1998, y representa un polo de atracción
para decenas de miles de campesinos que huyen del campo y que van construyendo
un cinturón de chabolas. A la trágica inseguridad (muchas masacres golpean sobre
todo a esta población desarraigada) se añade la falta crónica de agua potable,
transportes, escuelas y hospitales. Uno de cada 5 argelinos habita el Gran
Argel.
Mitiya es una vasta planicie sub-litoral con una extensión de 100 km. de largo
por 10 de ancho, situada entre dos montañas, las bajas colinas del Sahel de
Argelia en el Norte y la alta cadena del Tell de Blida en el Sur. La cadena del
Tell es una verdadera barrera natural, solo cortada por profundas gargantas y
nevada durante parte del año. Mitiya es una llanura agrícola pasada rápidamente
a manos de los colonos a viticultura y agrios. Las 1.660 factorías coloniales y
el 80% de las tierras fueron reagrupadas tras la independencia en 175 haciendas
"autogestionadas". A partir de 1985 estas haciendas y cooperativas fueron
divididas en un montón de pequeñas haciendas colectivas cuya privatización fue a
beneficio de la especulación inmobiliaria ciudadana. La evolución de la región
está ligada a la de la capital. Al Oeste típicamente rural se contrapone una
parte central formada por aglomerados urbanos (Blida, Boufarik, Sidi Moussa) y
por campos muy pobres, mientras al Este el arco que rodea Baraki y
Ruiba-Reghaia, gran zona industrial, se une al aglomerado de Argel.
Mitiya y Sahel concentraban a primeros de los años 90 el 40% de la ocupación
industrial de toda la región de Argel, quedando esta última, no obstante su
reciente desindustrialización, el principal centro industrial del país. La
llanura contaba con 970.000 habitantes en el censo de 1987 (285 habitantes por
Km. en 1966 y 720 en 1987). Su tasa de urbanización, 57%, es la más elevada
entre la llanura y las cuencas de los valles tellianos de Argelia. El retículo
urbano, constituido por una veintena de núcleos, está dominado por Argel. Pero
un papel que no es secundario es el desarrollado por Blida, ciudad histórica,
importante centro industrial, administrativo y universitario.
El dinamismo económico y demográfico del centro y del Este, ya probado por la
crisis económica general, está comprometido por un terrorismo más amplio y
virulento que en otros lugares que provoca la huida de la población hacia Argel.
Otra característica del país es la instalación, junto a una población de habla
árabe predominante, de los pueblos de habla bereber diseminados por toda África
del Norte. Los bereberes, que constituyen la población originaria, viven sobre
todo en las montañas (el indígena bereber desde la antigüedad ha buscado refugio
en la montaña, dejando las costas al invasor), mientras los de habla árabe viven
en la llanura. Los bereberes (el término viene del latín barbari) no representan
una población homogénea sino que comprenden diversas etnias que se han
establecido en el territorio ya desde el paleolítico y desde el neolítico. Los
de habla árabe son en su mayoría bereberes que bajo la dominación árabe han
aceptado su cultura. La llanura, el altiplano y las ciudades hablan árabe
dialectal. El dialecto bereber tiene variantes en Kabilia, Chaouia (macizo de
los Aures), Chleh (en el Oeste), Mozabite y los tuareg (Sur argelino). La misma
estructura familiar, agnaticia (por descendencia masculina), pertenece a
arabófonos y bereberes. Estos últimos han conservado algunas características de
la cultura pre-islámica: la lengua, un derecho consuetudinario, una práctica
religiosa externa al Islam.
Los recursos del subsuelo, fosfatos, hierro, plomo, petróleo, gas, se extienden
sobre miles de kilómetros cuadrados en las zonas más áridas. Las reservas de
petróleo crudo están estimadas en 9 mil millones de barriles, los de gas en 5
billones de metros cúbicos. El 95% de los ingresos argelinos provienen de la
exportación de hidrocarburos (136.000 millones de dólares en 1997). Los
yacimientos de gas se encuentran en Hassi Messaoud, In Salah y Hassi R'Mel. Los
gaseoductos aseguran el transporte hacia la costa (Oran, Arzew, Argel,
Tizi-Ouzou, Skikda); un gaseoducto transmediterraneo atraviesa Túnez, Sicilia e
Italia y el otro recorre Europa desde Tanger en Marruecos, via España. El gas
licuado se transporta a Europa con naves que parten de los puertos de Arzew y
Skikda. Los yacimientos de petróleo se encuentran en las mismas zonas de las de
gas, con un centro de extracción en proyecto en In Salah y un yacimiento en In
Ammas-Edjele. Los principales centros industriales se encuentran por esto en la
costa: Oran, Arzew, Argel, Skikda y Annaba. El tejido industrial es muy tóxico:
casi el 40% del mercurio vertido en el Mediterráneo proviene de las costas
argelinas.
Por la naturaleza de sus costas Argelia no ha sido nunca un país de pescadores,
sino desgraciadamente de agricultores y de nómadas.
Los macizos del Aures eran prósperos en la antigüedad y su población, los
bereberes chaouis, eran pastores. Dos tercios de la superficie del país están
ocupados por dunas, estepas, macizos desérticos. En los oasis se encuentran
palmeras de dátiles.
Bajo el peso de la colonización, población y actividad económica han
privilegiado la franja costera, siento este el lugar de los primeros
asentamientos externos. Todas las ciudades portuarias – Argel, Oran, Annaba- han
conocido un gran desarrollo en detrimento de las ciudades musulmanas históricas
como Constantina y Tlemcen, que han decaído. En el interior una red de nuevas
ciudades, desde Sidi Bel Abbes a Setif a Batna, ha marcado el espacio argelino:
dos tercios de las ciudades actuales son de origen colonial. El éxodo rural, ya
iniciado bajo la colonización francesa, ha sido acelerado por la
industrialización "salvaje" posterior a 1962.
Actualmente las tierras fértiles del Oeste, región de Oran, son el símbolo ya de
una agricultura en abandono. Entre la cadena del Dhara y el macizo del Aursenis,
en el valle del Chelifff los cultivos agrícolas se suceden durante cientos de
kilómetros. La región fue explotada por los "pied-noirs" de origen español (la
expresión "pied-noirs" designaba en 1917 a los árabes de Argelia, después en los
años 60 pasó a indicar a los franceses de Argelia). En 1962 sus grandes
posesiones, devueltas al Estado, fueron remodeladas siguiendo el ejemplo de las
haciendas soviéticas dirigidas al monocultivo. Hoy los campos están abandonados
y el Estado intenta venderlos.
Argelia no tiene un catastro digno de este nombre, la función notarial es más
que ignorada. Pero esto no quita que el mercado inmobiliario sea floreciente,
con los movimientos provocados por la guerra. Basta que una masacre golpee un
pueblo para hacer bajar los precios de la tierra, mientras que los mismos
precios se alzan en las zonas "normalizadas". Un "papel sellado", o bien un
simple módulo municipal firmado por el adquiriente y por el expropietario, con
el debido timbre, es más que suficiente. Ya que la mayoría de la población no
siempre posee el título de propiedad del atávico pedazo de tierra, para evitar
una venta "salvaje" está obligada a defenderse enviando a los notarios una
notificación de la venta.
2. CÓMO LA GEOGRAFÍA DETERMINA LA HISTORIA
Las formas de la sociedad argelina y de su modo de producción se explican no
solo con las condiciones geográficas sino con su historia, que ha consistido en
una serie de colonizaciones. Utilizamos aquí el estudio "Bases y perpectivas
económico-sociales del conflicto argelino" aparecido en "Programme Comuniste"
n-15 de 1961 y en "Programma Comunista" n.7 y 8 del mismo año.
Escribía Engels a Marx el 6 de junio de 1853: "La ausencia de la propiedad de la
tierra es en realidad la llave para todo el Oriente. Aquí reside la historia
política y religiosa.¿ Porqué motivo los orientales no llegan a tener una
propiedad de la tierra, ni siquiera la feudal? Yo creo que la razón reside sobre
todo en el clima, junto con las condiciones del suelo, especialmente con las
grandes zonas desérticas que se extienden por el Sahara a través de Arabia,
Persia, India y Tartaria, hasta los más altos altiplanos de Asia".
La producción agrícola explota dos elementos naturales, la tierra y el agua. En
los estadios primitivos de la producción, el carácter de la agricultura está
determinado por el problema: ¿cae la lluvia en cantidad suficiente y en el
momento justo? En Oriente es el desarrollo de la irrigación artificial (trabajo
colectivo) el que permite la regulación de las aguas y hace posible la
agricultura. Cuando la agricultura se ve favorecida por las lluvias, esta pueden
utilizar instrumentos de trabajo eficaces para explotar del mejor modo posible
los recursos de la tierra y, para las grandes extensiones, exige el empleo de
animales de tiro. En las zonas de riego artificial, por el contrario, el trabajo
puede desarrollarse con utensilios relativamente más primitivos, pero es
necesario ayudarse con todo un arsenal de instalaciones hidráulicas a menudo muy
perfeccionadas: pero cuanto más se hace intensivo el trabajo gracias al riego,
más disminuye la superficie necesaria para la reproducción de los productores
inmediatos y resulta menos ventajoso el empleo de los animales de carga. En las
zonas de riego la producción depende por tanto en grado máximo del celo del
trabajador, en cuanto se pueden tener más cosechas; la agricultura asume un
carácter hortícola, y se demuestra inadaptada la mano de obra servil en el
sentido preciso del término, o sea privada de toda propiedad y familia, y
operante sobre inmensos fondos privados (como en Roma). En Oriente no
encontramos más que esclavos de lujo, domésticos.
Marx retoma la carta de Engels antes citada en un artículo escrito para el "New
York Daily Tribune", La dominación británica de la India del 25 de junio de
1853: "El clima y las condiciones geográficas, particularmente las amplias
extensiones de desierto se extienden desde el Sahara a través de Arabia, Persia,
India y Tartaria hasta las más elevadas altiplanicies asiáticas, hicieron del
riego artificial por medio de canales y obras hidráulicas la base de la
agricultura oriental. Como en Egipto y en India, también en Mesopotamia, en
Persia, etc., las inundaciones se utilizaron para fertilizar el suelo; se
explotan las crecidas para alimentar los canales de riego. Esta necesidad
primaria de un uso económico y comunitario del agua, que en Europa empujó a la
iniciativa privada a formar asociaciones voluntarias, como en Flandes y en
Italia, en Oriente, donde el proceso de civilización estaba demasiado atrasado y
el territorio demasiado extenso, requirió la intervención del poder
centralizador del gobierno. Por tanto a todos los gobiernos asiáticos se les
impuso una función económica, la función de proveedor de las obras públicas.
Esta fertilización artificial del suelo, que depende del gobierno central y que
inmediatamente decae cuando el riego y el drenaje se abandonan explica el hecho,
por lo demás extraño, de que extensiones enteras áridas y desérticas fueran en
tiempos espléndidamente cultivadas como Palmira, Petra, las ruinas en Yemen y
amplias zonas de Egipto, de Persia y del Indostán; explica también como puede
suceder que una sola guerra devastadora haya podido despoblar un país por siglos
y siglos y despojarlo de toda traza de civilización".
Evidentemente las condiciones climáticas de las que habla Marx son sólo una de
las condiciones de tal desarrollo. Las zonas de agricultura de regadío poseen
las mismas características fundamentales de las de ganadería nómada, falta de
agua, tanto por cantidad como por la distribución en el tiempo. Pero, en un
estadio primitivo de la agricultura, es determinante la existencia localmente de
una cierta fauna y de una cierta flora: la ausencia de estas condiciones ha
causado un estancamiento en Australia y una cultura unilateral en los Andes.
Las zonas de nomadismo y las de riego, aun teniendo una base natural común,
tienen diversas estructuras de las fuerzas productivas y tratamientos
específicos diversos. Estas dos economías de producción están ligadas a zonas de
transición que han conocido las invasiones, las llamadas dinastías nómadas, el
fenómeno de las Grandes Murallas y otros trabajos efectuados por masas de
hombres. Las grandes sociedades nómadas se desarrollaron en África y en Asia
paralelamente a las sociedades agrarias que practicaban el riego, imponiendo a
estas desde el exterior un elemento militar y político. En África, esta zona que
limita con la región tropical, en la cual no es posible a las economías
primitivas, ni tampoco a la economía capitalista, privada y mercantil,
reglamentar las aguas para fines agrícolas.
Junto al factor natural de las precipitaciones interviene un factor económico y
social: la magnitud enorme de los trabajos hidráulicos necesarios, factor
decisivo para determinar las estructuras de la producción agrícola y del
conjunto de la economía. Cuando se trata de poner diques a las aguas a gran
escala (Río Amarillo, Nilo, Éufrates, etc), construir diques, excavar canales,
los medios técnicos de los que disponen los individuos y también los grupos
locales resultan insuficientes: la regulación de las aguas debe ser efectuada
centralmente, lo que favorece inevitablemente el desarrollo del Estado. La
unidad económica – como se ve en Argelia – es más pequeña cuando más se puede
organizar por parte de grupos locales (especialmente en las zonas de ganadería y
nomadismo). La propiedad no es aquí nunca individual, sino estatal o comunal,
porque la apropiación individual no es suficiente.. Además, en estas formas de
economía ligadas a la naturaleza, la pequeña agricultura y la ganadería están
estrechamente ligadas a la industria doméstica o bien, en las unidades de
producción más amplias, a las castas.
Argelia no posee grandes ríos parangonables al Nilo o al Éufrates por lo que no
se ha hecho necesario un estado central potente que promoviese los trabajos de
riego. Por este motivo Argelia no ha conocido una forma de producción y de
propiedad amplia y concentrada. El riego se realiza localmente en los valles de
unidades relativamente pequeñas (tribus o grupos de tribus), mientras en el
resto del territorio domina el nomadismo.
Ni siquiera existe en el interior una provincia bastante amplia y próspera capaz
de llegar a ser, como en otros países ribereños del Mediterráneo, el núcleo de
la unidad nacional. Hasta Túnez y Marruecos resultan más favorecidos, ya que
Argelia no tiene como territorio interior mas que extensiones infinitas de
estepas y de desierto.
La franja costera es más estrecha al Oeste que al Este donde el Atlas ocupa más
espacio respecto a la estepa. Esta característica repercute en la naturaleza de
la población, sobre el modo de vida y sobre la actividad económica: la
agricultura estable se extiende hasta el Atlas sahariano en Argelia oriental,
pero poco se aleja de la costa en el Oeste del país donde los Altiplanos
sur-oraneses llegan hasta el Norte.
Este desequilibrio entre Oeste y Este está todavía más acentuado por la
oposición entre la zona costera cultivada y el interior de economía nomada.
Estas dos zonas podrían complementarse armoniosamente en cuanto que tienen
necesidad la una de la otra – el Sur más del Norte – para no deteriorarse. Los
habitantes de los oasis del desierto y los pastores nómadas de las estepas
tienen necesidad de la cebada y del grano cultivado por los agricultores
estables de las regiones más favorecidas por las lluvias, pero a cambio ellos
les pueden proveer de un preciosa contribución en lana, carne, leche, queso y
dátiles. Por esto los reyes bereberes escogían siempre como capital una ciudad
del interior, contrariamente a los invasores que limitándose a ocupar la zona
Norte han arruinado el Sur y desequilibrado completamente la economía del país.