LA VIVIENDA
LA REALIDAD Y LO QUE NOS CUENTAN
Como cada cambio de año el gobierno y los empresarios suben los precios de algunos bienes de primera necesidad y otras mercancías (luz, agua, transporte público...). En el año 2003, los productos frescos (verduras, huevos, etc.) han subido en torno a un 20 %. La vivienda, una necesidad para cualquier ser humano, ha subido entre un 15 % y un 19 %, dependiendo de las distintas autonomías, ciudades, pueblos. Últimamente todos los ideólogos y creadores de opinión se echan las manos a la cabeza ante las espeluznantes subidas del precio de la vivienda. Su escandalizarse no es más que el lamento hipócrita de quien se espanta de los efectos mientras defiende las causas. Nosotros, l@s explotad@s, los que no tenemos más mercancía que vender que nuestra fuerza de trabajo, mientras que tenemos que comprar todo lo que es necesario para la supervivencia, vemos como nuestros salarios caen en picado, nuestras condiciones de explotación empeoran día a día, si es que tenemos la ‘suerte’ de encontrar algún bondadoso burgués que nos explote, mientras lo más básico –un techo, comida...-se hace cada vez más inasequible para nuestros magros bolsillos.
Al principio del año 2003, el gobierno y los economistas de turno afirmaban que los precios iban a subir dependiendo del famoso IPC (índice de precios al consumo): un 2%. Es decir, ellos apuntan una subida del 2 % como máximo, con lo que los salarios, como máximo, subirán este año 2004 un 2 %. Pero como todos vemos casi todos los productos y bienes de primera necesidad suben por encima de ese famoso 2 % de media. Más claro, los obreros tenemos que apretarnos el cinturón para que la economía capitalista no entre en crisis. ¿Hasta dónde vamos a llegar? No es bastante conque cada año perdamos las pocas libertades conquistadas en las luchas de la transición y que el poder adquisitivo del obrero sea cada vez menor; no, nunca es bastante. Nos quieren llevar a todos a la miseria más absoluta para enriquecerse, cada día un poco más, a nuestra costa...
Cada vez que andas por la calle te llenan los ojos de "ofertas" ("ahorra comprando en Champion", "la hipoteca más fácil con BBVA"), a cada paso que das te asaltan las innumerables tiendas inmobiliarias que anuncian pisos a 20 millones, 25, 30 o lo que les dé la gana. Estos intermediarios se quedan con una parte importante del beneficio de la construcción de una vivienda y luego nos pasan por la cara que se hacen ricos a nuestra costa. Los ladrillos con los que se construyen las casas, las inmobiliarias o los bancos, deberíamos usarlos para acabar con la especulación y con toda esta clase de chorizos que nos repasan por las narices sus ganancias mientras nosotr@s aguantamos la explotación, la alienación y la miseria día a día.
La mayor parte de los salarios se destina a la compra de una vivienda. Es decir, somos los perros del jefe durante treinta y pico años para pagar la hipoteca a un banco que nos tiene esclavizados durante otros tantos años. Está claro que lo tienen muy, pero que muy bien montado: la constructora (cuyo propietario es un banco o varios accionistas entre los que, seguramente, haya cajas de ahorro y bancos) compran el suelo, el ayuntamiento o la administración competente recalifica el suelo para que la constructora pueda hacer pisos, la inmobiliaria (propiedad del banco y de la constructora) nos vende el piso, el banco nos "presta" una hipoteca. Es decir, el suelo que vale 1, con la recalificación vale 2, con la venta de la inmobiliaria vale 3 y con la hipoteca ya son 4. Si esto lo ponemos en miles de euros la cosa está bien clara: 30.000 euros vale el suelo, 60.000 cuando el ayuntamiento lo hace urbanizable, 90.000 cuando nos lo vende la inmobiliaria y 120.000 es lo que tenemos que pagar al banco para poder tener una vivienda. Luego tienen la jeta de decir que la vivienda es cara porque el suelo es caro y no “se liberaliza” bastante. Y esto si la cosa es normal, porque si, como está sucediendo en muchas ciudades, el suelo pasa a subasta "pública" el precio se encarece el triple desde el principio (por ejemplo, es lo que está pasando con antiguos cuarteles del ejército).
Para los burgueses, la vivienda es una inversión: compran un piso, y esperan a que el precio suba para venderla. Pero para nosotros, proletarios y proletarias, la vivienda no es una inversión, sino una necesidad que, el capitalismo, como todo, ha convertido en mercancía.
Hoy, según datos más o menos oficiales, los “jóvenes” (categoría en la que entrarán también los jóvenes yupis, especuladores, etc.) deben pagar durante 30 años el 60% de sus ingresos por una vivienda. Para los jóvenes proletarios tal pretensión, acceder a una vivienda, es o bien imposible o bien mucho más costosa. Con alquileres demenciales que igualan o superan a las hipotecas, los explotados nos lanzamos a ‘comprar’, hipotecándonos de por vida. Encadenad@s durante décadas a los bancos (propietarios de inmobiliarias, promotoras, constructoras, suelo..., además de prestamistas) nos vemos obligados a aceptar las más humillantes condiciones de explotación, mientras nuestros explotadores y sus socios engordan a placer. A la par, al convertirnos en ‘propietarios’, llenamos con ideología y moral burguesa nuestras cabezas, siendo de este modo incapaces de luchar por nuestros intereses reales. El círculo está cerrado: competimos entre nosotros por encontrar un trabajo y por conservarlo, nos encadenamos por necesidad a las mafias bancarias, con lo que la obligación de conservar el trabajo aumenta, nuestra cabeza se inunda de la inmundicia ideológica que afirma que somos ‘propietarios’ y no proletarios, con lo que identificamos nuestros intereses con los de los cabrones que nos explotan...todo ello nos incapacita para luchar, e incapacitados para luchar nos perjudicamos, hacemos que nuestra situación empeore; y conforme nuestra situación como clase empeora, la competencia entre nosotros aumenta
A todo esto, los políticos y sus voceros (los políticos no son más que voceros de los burgueses) tratan de ‘explicarnos’ la situación y nos proponen ‘soluciones’. Mientras que la derecha no ve problema por ningún lado, ya que si los precios aumentan es porque hay demanda y si hay demanda es porque la gente tiene dinero a espuertas para gastar, la izquierda se escandaliza y nos engatusa con sus propuestas y medidas sociales. Los mismos que endurecieron las leyes para castigar a quienes ocuparan edificios vacíos, los mismos de la ‘cultura del pelotazo’ y mil y un casos de especulación salvaje, hoy lloran espantados ante la especulación que ellos mismos promovieron y promueven, y nos anuncian las miles y miles de “viviendas sociales” que van a hacer si ganan las elecciones. “Viviendas sociales” (o Viviendas de Protección Oficial –VPO) que, claramente claro, no son sino migajas ruines y en cualquier caso inaccesibles para la gran mayoría de explotados dados los requisitos (contratos fijos, salarios altos) que exigen.
A los proletarios no nos queda otra opción que enfrentar este problema como una parte del problema social. No podemos comprar una vivienda (mercancía) porque no tenemos dinero (nuestro salario es una mierda cada vez más gorda). Nuestra única salida ante la barbarie capitalista es luchar contra la especulación inmobiliaria y la carestía de la vida como una parte más de la lucha contra el actual orden económico y social. El problema no es sólo la carestía de la vivienda, sino la dominación económica que sufrimos: la vivienda y el trabajo son las cadenas que nos atan de por vida a nuestros amos. En definitiva: el ‘problema de la vivienda’ no tiene solución bajo el capitalismo. Porque bajo el capitalismo todo cuanto se produce, se produce para ser vendido y obtener un beneficio, cuanto más alto mejor, y no para satisfacer ninguna necesidad humana. Nuestras necesidades se enfrentan a la necesidad capitalista de beneficio, de acumulación. Por eso nuestra única salida es luchar. Luchar por nuestros propios intereses, desde nuestra autonomía como clase enfrentada al capital, sin esperar regalos ni mejoras por parte de sus gestores. Del capitalismo sólo podemos esperar miseria, explotación y barbarie. La lucha contra el capital es posible y necesaria. No es fácil, nunca lo fue, pero sin embargo es el único camino que nos queda. Eso, o la resignación, la postración, la humillación y el embrutecimiento más absoluto.
PARA COMBATIR LA ESPECULACIÓN, COMBATAMOS EL CAPITALISMO.
CUANDO A LOS TRABAJADORES SE NOS QUITA EL MIEDO
A LOS ESPECULADORES LES ENTRA EL PÁNICO.
Uníos, Hermanos Proletarios (u.H.P)
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Para pagar tu vivienda necesitas tu empleo. Esto no es nada nuevo. Asimismo, buscar un piso significa necesariamente tener o buscar un trabajo. En esta actualidad tan democrática, esta equivalencia se encuentra completamente asumida pero, sin embargo, sólo una parte de la población lo hace con entusiasmo (¡l@s que se benefician de ello!) mientras que el resto lo aceptamos con absoluta resignación.
Esto se demuestra cada vez que nos escandalizamos con las cifras sobre la subida de los precios (20% en los productos frescos -verduras, huevos, etc...- y entre el 15% y el 19% la vivienda, dependiendo de las comunidades, ciudades o pueblos. Todo esto en 2003). Cada año nos cabreamos y cada año vuelve a ocurrir. Si no sube por el euro (aunque todavía no lo reconozcan), será por la “burbuja inmobiliaria”, por crisis a nivel europeo, o algo que nunca se entiende bien y que tampoco nos interesa en realidad.
Lo que si se palpa es que la mayor parte de nuestro salario de mierda se destina a la compra de una vivienda. Es decir, somos los perros del jefe durante treinta y pico años para pagar la hipoteca a un banco que nos tiene esclavizados durante otros tantos años. Está claro que lo tienen muy bien montado: la constructora (cuyo propietario es un banco o varios accionistas entre los que, seguramente, haya cajas de ahorro y bancos) compran el suelo; el ayuntamiento, la Junta o la administración competente recalifica el suelo para que la constructora pueda hacer pisos; la inmobiliaria (propiedad del banco y de la constructora) nos vende el piso y el banco nos " presta" una hipoteca. Es decir, el suelo que vale 1, con la recalificación vale 2, con la venta de la inmobiliaria vale 3 y con la hipoteca ya son 4. Si esto lo ponemos en miles de euros la cosa está bien clara: 30.000 euros vale el suelo, 60.000 cuando el ayuntamiento lo hace urbanizable, 90.000 cuando nos lo vende la inmobiliaria y 120.000 es lo que tenemos que pagar al banco para poder tener una vivienda. Y esto si la cosa es normal porque, si como está sucediendo en muchas ciudades, el suelo pasa a subasta "pública" el precio se encarece el triple desde el principio (por ejemplo, es lo que está pasando con antiguos cuarteles del ejército). Para los burgueses, la vivienda es una inversión: compran un piso, y esperan a que el precio suba para venderla.
Pero para nosotros, proletarios y proletarias, la vivienda no es una inversión, sino una necesidad que el capitalismo, como todo, ha convertido en mercancía. Nosotr@s pensamos que no nos queda otra opción que enfrentar este problema como una parte del problema social. No podemos comprar una vivienda (mercancía) porque no tenemos dinero (nuestro salario es una mierda cada vez más gorda). Pero podemos acceder a ella de otras formas. Hay miles de casas vacías (un total de 2.895.000 en todo el estado), paradas por los especuladores para engordar su precio. Podemos okupar una de estas casas, entrar por la fuerza y quedarte a vivir en ella; pero enseguida te mandan a la policía para desalojarte... Entonces ¿dónde queda el tan cacareado derecho a la vivienda? En un papel mojado que se llama Constitución. Nuestra única salida ante la barbarie capitalista es luchar contra la especulación inmobiliaria y la carestía de la vida como una parte más de la lucha contra el actual orden económico y social. El problema de la vivienda no tiene solución en el marco de una sociedad capitalista. Las “soluciones parche” que esta nos ofrece, como viviendas de protección oficial (VPO), cooperativas sindicales, okupaciones negociadas.... son las migajas (60.000 solicitudes para 774 plazas, EMV de Madrid) con las que pretenden que nos contentemos los que estamos debajo de la mesa mientras los capitalistas se dan el festín.
El problema no es sólo el precio de los pisos, sino la dominación económica que sufrimos: la vivienda y el trabajo son las cadenas que nos atan de por vida a nuestros amos. Para romperlas no hay más opción que luchar contra el sistema capitalista de raíz, contra el salario y el trabajo asalariado, contra el consumo, el mercado y la mercancía.
Y podemos hacerlo cara a cara: lo primero, demostrarles nuestro rechazo, intentar devolverles la presión a la que nos tienen sometidos. Lo segundo, organizarnos en torno a nuestro problema y nuestro objetivo común. Y lo tercero, actuar YA! y sin intermediarios.
CUANDO A LOS TRABAJADORES SE NOS QUITA EL MIEDO A LOS ESPECULADORES LES ENTRA EL PÁNICO.
Uníos, Herman@s Proletari@s