En una parte de la entrevista Gustavo Rodríguez aborda el libro que recientemente hemos editado y habla sobre Proletarios Internacionalistas, aunque a decir verdad habla más bien del GCI.
Sólo decir que no tenemos nada que decir que lo que incluimos en uno de los apéndices del libro y que añadimos aquí abajo.
Añadir sólamente dos cosas, en la entrevista no se critica al libro, no se dice ni pio de él salvo alguna cosa extraida de su contexto, lo que se hace es desviar para hablar del GCI. Lo único que Gustavo Rodríguez demuestra al decir que P.I. es una de las denominaciones del G.C.I. es que sigue la lógica de la concepción organizativa burguesa que es incapaz de comprender la riqueza organizativa del proletariado, de su organicidad, de su comunidad de lucha, sus formas y niveles de expresarse. Por eso se busca siempre desde esta concepción a organizaciones más públicas y conocidas para hacerlas responsables de textos o en otras situaciones de acciones.
CRÍTICA REVOLUCIONARIA
SECTARISMO DOGMÁTICO
Durante el largo proceso que nos llevó concretar los diversos aspectos y niveles de la crítica al insu rreccionalismo, de la cual este libro es una expresión, hubo aportaciones y críticas compañeras que nos ayudaron a mejorar diversos aspectos, también se dieron distanciamientos sanos e inevitables con otros militantes y, por desgracia, aparecieron por otra parte «críticas» cuyo eje argumental fueron la difamación y la amalgama, provocando rupturas entre compañeros, por significar un ataque a la confianza militante y a la comunidad de lucha.
En absoluto queremos darle propaganda al contenido de estas «críticas», pero sí queremos dejar claro el total antagonismo que existe entre la crítica revolucionaria y el sectarismo ideológico .
Nosotros no buscamos el aplauso de nadie, ni que los materiales que publicamos gusten más o menos a nuestra clase. Nos entristece que eso nos lleve a ser minorías en el interior de la propia militancia revolucionaria, pero nuestro objetivo es impulsar la constitución del proletariado en clase para barrer este mundo infernal del trabajo, aniquilar todo rastro mercantil y dinamitar todos los Estados. Y sabemos que ese objetivo requiere entre otras cosas la crítica a todas las ideologías, incluida la insurreccionalista, por mucho que esa ideología no quiera reconocerse como tal. La represión o la muerte de compañeros no puede inhibir esta necesidad de la crítica. Si por eso fuera nunca se podría criticar nada, nunca sería el momento. Entre otras cosas porque eso es la regla general en nuestra vida, en la vida de los revolucionarios, es más, es la regla de la gran mayoría del proletariado. La represión, la tortura, la muerte, no es una excepción, son el contexto terrorífico bajo el que se despliega la lucha de clases, son el medio natural en el cual emerge la crítica armada y el arma de la crítica contra este mundo.
Sabemos que un texto como éste, necesario y comprometido, va a suscitar animadas discusiones en el seno de la comunidad de lucha. Lo importante es que todo ese proceso de crítica, de discusiones, se articule como parte integrante de la lucha y del proceso de fortificación del sujeto de la revolución. Los desacuerdos, las contradicciones, incluso potentes, son propias de las minorías revolucionarias y del proceso de constitución en fuerza del sujeto de la revolución.
Crítica de la ideología insurreccionalista
Cuando vemos perfectamente que lo que no va a faltar en el período que estamos entramos es combatividad o valor, como ya demuestran las numerosas luchas que se reproducen por todo el mundo y como demuestran numerosos compañeros, cuando comprobamos que una de las debilidades fundamentales del período actual es la terrible falta de profundidad en la crítica revolucionaria, ante todo en la crítica compañera, la autocrítica proletaria, cuando vemos esa realidad, nos encontramos con que hay quien decide fortalecer esa debilidad al no entender el uso de la crítica, al reducirla a su lado destructivo, al no
comprender que la crítica proletaria posee dos aspectos: el constructivo respecto a nuestras luchas y el destructivo respecto a nuestro enemigo.
Quede claro que nosotros ni nos disociamos ni condenamos a ningún compañero que «decide pasar al ataque». Nosotros no escupimos sobre nuestro compañero preso por haber sido acusado de poner explosivos, no escupimos sobre el compañero apresado tras el atraco a un banco y por haber liquidado a dos esbirros, no escupimos sobre el compañero que decide empuñar un fusil y cepillarse a tal o cual burgués... Confundir la defensa de los compañeros que se definen insurreccionalistas con la defensa de la ideología, o el ataque a la ideología con el ataque a los compañeros, es propio de aquél que percibe todo por medio de la diosa ideología. A nosotros toda acción contra el capital nos parece la reacción más natural de nuestra clase frente a este mundo de mierda y siempre la reivindicaremos como expresión de la vida frente a la muerte. Por eso queremos dejar clara nuestra denuncia frente a esta metodología propia del enemigo que trata de asimilar la crítica contra la ideología insurreccionalista –o cualquier otra ideología– , con la disociación de los proletarios que pese a estar influidos por esa ideología luchan contra el capital. Esta amalgama es una maniobra que busca dividir e impedir el fortalecimiento de la comunidad de lucha.
Por otro lado nuestra concepción de la lucha nos impide hablar en los términos que algunos utilizan, tales como «compañeros que deciden pasar al ataque». En primer lugar porque nuestros compañeros están siempre atacando, de una forma u otra. Y en segundo lugar porque en lo que a la lucha se refiere, respecto a la comunidad de lucha, el «nosotros» y el «ellos» es una falsa concepción de la realidad. Bajo las lentes deformantes de la ideología algunos no ven a una clase peleando y estructurándose a diversos niveles para destruir de arriba abajo el capitalismo. Lo que ven son individuos, grupos, corrientes,
ideologías que pueden solidarizarse entre sí, ser más o menos compañeros... Nosotros entendemos por el contrario la lucha por la revolución como un movimiento de una clase que lucha en todas partes contra el mismo enemigo. La lucha y los reprimidos somos nosotros: SOMOS EL PROLETARIADO que se levanta contra la tiranía mercantil. Y somos nosotros, el proletariado, el que porta debilidades e ideologías, sí, pero también nuestra clase genera críticas a esas debilidades e ideologías. Sólo a nuestros enemigos puede interesarles que no se forjen esas críticas en el seno de la comunidad de lucha, sólo al capital puede interesar que el proletariado sea totalmente acrítico para que no se avance ni un paso en la destrucción de este mundo.
Algunos se muestran incapaces de entender en las luchas proletarias la diferencia entre la ideología como fuerza material del enemigo y la práctica de nuestra clase, identificando siempre las banderas con el movimiento. Son incapaces de comprender que la lucha proletaria contiene ideologías e influencias del enemigo –y nosotros, como proletarios, no nos libramos de estas debilidades, faltaría más– y la autocrítica es fundamental para desprenderse de ellas. La contrarrevolución no sólo se expresa en estructuras organizadas como pueden ser los partidos y los sindicatos, sino también como fuerza ideológica que se convierte en fuerza material que atrapa a los proletarios. Pero a algunos esto le tiene sin cuidado pues son incapaces de comprender que cuando se criticaba el peso de la ideología democrática en las luchas que se desarrollaron en el norte de África en el 2011, nadie se disociaba de nuestras luchas en esa región, sino al contrario, estábamos en plena pelea para fortalecer esa lucha, para criticar ideologías que porta nuestra lucha y que arrastran a la transformación de ésta en conflicto interburgués; que cuando se critica la ideología gestionista no se escupe a los compañeros que enfrentándose con el capital ocupan las fábricas en las que trabajan, sino que se está actuando contra la fuerza de integración de esa lucha en la dinámica del capital; que cuando se critica la ideología insurreccionalista no se está haciendo una disociación respecto al compañero que bajo esta ideología realiza un sabotaje, ni tampoco respecto al sabotaje, se está asumiendo la lucha a la vez que se
despliega una crítica a la fuerza material que representa la ideología intentando encuadrar esa expresión de lucha; y así podríamos seguir poniendo ejemplos. Sólo en la cabeza de los ideólogos existe esa separación en la verdadera comunidad de lucha en la que por un lado está el compañero que se autodenomina insurreccionalista, por otro el compañero que critica la ideología insurreccionalista, por otro el rebelde armado que ataca al Estado en el norte de África, por otro el que critica la democracia... Repetimos que para nosotros son expresiones de un mismo ser, de una misma práctica que se asocia y orga-
niza en múltiples estructuras asumiendo los diversos aspectos de la lucha para la abolición del capitalismo.
Entonces insistimos una vez más, somos intransigentes frente a la ideología democrática en las luchas recientes en el norte de África y compañeros del proletario que lucha con el fusil contra el Estado en esa región, somos intransigentes frente a la ideología insurreccionalista y compañeros de los que se autodenominan insurreccionalistas y atacan realmente al capital, somos intransigentes frente al propagandismo y compañeros de los que realizan publicaciones subversivas, somos intransigentes frente al tertulianismo y compañeros de los que asumen la discusión dentro de la lucha por abolir este mundo... Y es una manera de expresar esto en la forma en que el ideólogo lo percibe, pues para nosotros todo está unido y entrelazado, y el proletariado como ser asume todo eso. La ideología no sólo concibe todo esto de forma separada, sino que justamente lo que concibe como una unidad es ideología y lucha, definiendo toda separación de estos elementos como utilezas dialécticas», pues no perciben diferencia alguna entre la lucha proletaria y las ideas que flotan sobre esa lucha actuando como fuerza ideológica.
Nuestra identificación con todos los que luchan contra el capital, con todos los reprimidos en esta lucha, es tajante. Al mismo tiempo, nuestra lucha intransigente contra todas las debilidades, contra todas las ideologías que buscan dominarnos es incansable, pese a quien pese.
comprender que la crítica proletaria posee dos aspectos: el constructivo respecto a nuestras luchas y el destructivo respecto a nuestro enemigo.
Quede claro que nosotros ni nos disociamos ni condenamos a ningún compañero que «decide pasar al ataque». Nosotros no escupimos sobre nuestro compañero preso por haber sido acusado de poner explosivos, no escupimos sobre el compañero apresado tras el atraco a un banco y por haber liquidado a dos esbirros, no escupimos sobre el compañero que decide empuñar un fusil y cepillarse a tal o cual burgués... Confundir la defensa de los compañeros que se definen insurreccionalistas con la defensa de la ideología, o el ataque a la ideología con el ataque a los compañeros, es propio de aquél que percibe todo por medio de la diosa ideología. A nosotros toda acción contra el capital nos parece la reacción más natural de nuestra clase frente a este mundo de mierda y siempre la reivindicaremos como expresión de la vida frente a la muerte. Por eso queremos dejar clara nuestra denuncia frente a esta metodología propia del enemigo que trata de asimilar la crítica contra la ideología insurreccionalista –o cualquier otra ideología– , con la disociación de los proletarios que pese a estar influidos por esa ideología luchan contra el capital. Esta amalgama es una maniobra que busca dividir e impedir el fortalecimiento de la comunidad de lucha.
Por otro lado nuestra concepción de la lucha nos impide hablar en los términos que algunos utilizan, tales como «compañeros que deciden pasar al ataque». En primer lugar porque nuestros compañeros están siempre atacando, de una forma u otra. Y en segundo lugar porque en lo que a la lucha se refiere, respecto a la comunidad de lucha, el «nosotros» y el «ellos» es una falsa concepción de la realidad. Bajo las lentes deformantes de la ideología algunos no ven a una clase peleando y estructurándose a diversos niveles para destruir de arriba abajo el capitalismo. Lo que ven son individuos, grupos, corrientes,
ideologías que pueden solidarizarse entre sí, ser más o menos compañeros... Nosotros entendemos por el contrario la lucha por la revolución como un movimiento de una clase que lucha en todas partes contra el mismo enemigo. La lucha y los reprimidos somos nosotros: SOMOS EL PROLETARIADO que se levanta contra la tiranía mercantil. Y somos nosotros, el proletariado, el que porta debilidades e ideologías, sí, pero también nuestra clase genera críticas a esas debilidades e ideologías. Sólo a nuestros enemigos puede interesarles que no se forjen esas críticas en el seno de la comunidad de lucha, sólo al capital puede interesar que el proletariado sea totalmente acrítico para que no se avance ni un paso en la destrucción de este mundo.
Algunos se muestran incapaces de entender en las luchas proletarias la diferencia entre la ideología como fuerza material del enemigo y la práctica de nuestra clase, identificando siempre las banderas con el movimiento. Son incapaces de comprender que la lucha proletaria contiene ideologías e influencias del enemigo –y nosotros, como proletarios, no nos libramos de estas debilidades, faltaría más– y la autocrítica es fundamental para desprenderse de ellas. La contrarrevolución no sólo se expresa en estructuras organizadas como pueden ser los partidos y los sindicatos, sino también como fuerza ideológica que se convierte en fuerza material que atrapa a los proletarios. Pero a algunos esto le tiene sin cuidado pues son incapaces de comprender que cuando se criticaba el peso de la ideología democrática en las luchas que se desarrollaron en el norte de África en el 2011, nadie se disociaba de nuestras luchas en esa región, sino al contrario, estábamos en plena pelea para fortalecer esa lucha, para criticar ideologías que porta nuestra lucha y que arrastran a la transformación de ésta en conflicto interburgués; que cuando se critica la ideología gestionista no se escupe a los compañeros que enfrentándose con el capital ocupan las fábricas en las que trabajan, sino que se está actuando contra la fuerza de integración de esa lucha en la dinámica del capital; que cuando se critica la ideología insurreccionalista no se está haciendo una disociación respecto al compañero que bajo esta ideología realiza un sabotaje, ni tampoco respecto al sabotaje, se está asumiendo la lucha a la vez que se
despliega una crítica a la fuerza material que representa la ideología intentando encuadrar esa expresión de lucha; y así podríamos seguir poniendo ejemplos. Sólo en la cabeza de los ideólogos existe esa separación en la verdadera comunidad de lucha en la que por un lado está el compañero que se autodenomina insurreccionalista, por otro el compañero que critica la ideología insurreccionalista, por otro el rebelde armado que ataca al Estado en el norte de África, por otro el que critica la democracia... Repetimos que para nosotros son expresiones de un mismo ser, de una misma práctica que se asocia y orga-
niza en múltiples estructuras asumiendo los diversos aspectos de la lucha para la abolición del capitalismo.
Entonces insistimos una vez más, somos intransigentes frente a la ideología democrática en las luchas recientes en el norte de África y compañeros del proletario que lucha con el fusil contra el Estado en esa región, somos intransigentes frente a la ideología insurreccionalista y compañeros de los que se autodenominan insurreccionalistas y atacan realmente al capital, somos intransigentes frente al propagandismo y compañeros de los que realizan publicaciones subversivas, somos intransigentes frente al tertulianismo y compañeros de los que asumen la discusión dentro de la lucha por abolir este mundo... Y es una manera de expresar esto en la forma en que el ideólogo lo percibe, pues para nosotros todo está unido y entrelazado, y el proletariado como ser asume todo eso. La ideología no sólo concibe todo esto de forma separada, sino que justamente lo que concibe como una unidad es ideología y lucha, definiendo toda separación de estos elementos como utilezas dialécticas», pues no perciben diferencia alguna entre la lucha proletaria y las ideas que flotan sobre esa lucha actuando como fuerza ideológica.
Nuestra identificación con todos los que luchan contra el capital, con todos los reprimidos en esta lucha, es tajante. Al mismo tiempo, nuestra lucha intransigente contra todas las debilidades, contra todas las ideologías que buscan dominarnos es incansable, pese a quien pese.
¡Arriba los que luchan!
¡Abajo todas las sagradas familias!
¡Por la anarquía, por el comunismo!
PROLETARIOS INTERNACIONALISTAS
Para otros textos: http://www.es.proletariosinternacionalistas.org/